sábado, 15 de septiembre de 2018

EL BENDITO RECUERDO FILIAL


EL BENDITO RECUERDO FILIAL
Rafael ZAMORA MÉNDEZ
Cualquier sensible mortal se siente feliz, dichoso y contento, si, de la noche a la mañana, sin ni siquiera pensárselo, casi de improviso, de golpe y porrazo, recibe alguna muy grata e inesperada gran sorpresa.

Por lo menos, a un servidor así le ha ocurrido, con respecto a las páginas de este tan leído BLOG, cuyo activo Asesor, ANGHEL  MORALES GARCÍA,  dichosamente conocido, ha tenido la plácida gentileza de asignarme un destinado ESPACIO en el mismo, algo que mucho me ha sorprendido y sinceramente, le agradezco.
En la presente crónica, intento ponerles de relieve determinados datos específicos que muy bien podrían definir algunos biográficos rasgos personales, referentes a los que posee quien ahora, tiene el sumo gusto de subrayarles.
Un 15 de septiembre, pero del año 1.965, a la edad de los 69, en Santa Cruz de Tenerife, dejaba de existir mi siempre tan recordada y queridísima madre, DOLORES MÉNDEZ MACHÍN BENCOMO.
Contrajo matrimonio con AURELIO ZAMORA MORENO, de cuyo enlace, nacieron, MARÍA LUZ, FERNANDO Y RAFAEL, el único vástago que, hasta la fecha subsiste y el que tiene el alto honor de redactarles el vigente comentario.
Fue como una auténtica promisión, señalada por la inexorable e inhumana mano del caprichoso Destino, puesto que ese mismo día, el santoral, contrastaba con la religiosa celebración de los “Dolores de la Madre de Dios”
A la verdad que, con tal nombre fue bautizada, y que, durante su corta estancia en este orbe, el calificativo propio, le vino como adoptado y muy adecuado para que hubiera podido sostener sobre sus quebradizos hombros, la pesada cruz de las más grandes y penetrantes amarguras laborales.
Primogénita hija de RAMÓN MÉNDEZ y DOLORES MACHÍN, buena parte de su tan sacrificada existencia, la tuvo consagrada a los enteros culinarios servicios hosteleros, de cuyas transferencias y, merced a sus inagotables sudores, alcanzara a coexistir toda la familia.
Deambulando de un sitio para otro, la generalidad de su abnegado trabajo, pegada como una fija lapa ante los ardorosos fogones, y... frente a aquellas lentas encendidas cocinillas de servicial petróleo, la mayoría de su existencia, transcurrió en Las Palmas de Gran Canaria, en donde llegó a conquistar la divulgada popularidad de haber sido toda una experta cocinera, así, como una muy distinguida y dadivosa dama.
Con cincelada frecuencia, a ella solían acudir determinados indigentes menesterosos, en búsqueda de algún plato de hirviente sopa, humeante potaje o, tal vez, un simple y escueto pedazo de pan que, muchas veces, llegara a conseguir la embadurnada limosnera de sangre azul, “LOLITA PLUMAS”
¡Todavía me parece estar contemplando una kilométrica fila de niñas y pequeños, circulando de uno en uno, ante la puerta de casa, para ir recibiendo los gustosos y, ya maduros duraznos, que mamá, con infinita ternura e incansable paciencia, les iba pelando y que, junto a una enfilada pila de suculentos quesos herreños, en el velero paternal, nos enviaba el servicial abuelo RAMÓN!
Aún tengo en la memoria los muchos hechos acaecidos en una Pensión que, en la sonada calle de “Ripoche”, llegó a denominarse “IBERIA”, y en la cual, de pequeño, tuve el encanto de haber conocido a un sin fin de prestigiosos personajes, con los que gocé la feliz oportunidad y pertinente coincidencia, de alternar con numerosos de ellos.
Recibieron albergue y serviciales atenciones, un buen grupo componente de los artistas que integraban aquel inolvidable gran “CIRCO POLO”, en donde destacaba de un modo particular el astro de la pantalla americana, TOM MIX, al cual mis ojos le vieron, con un látigo en su mano y a una considerable distancia, arrebatarle el cigarrillo y partírselo en dos, a una hermosa señorita que, humeante, minutos antes, lo había tenido prendido entre sus gustativos labios.
Y, lo mejor y más curioso de todo, fue la transitoria aparición de otro elogiado Circo, que vino a sustituir al ya mencionado, de nombre ”SEGURA” y en el que, entre sus muchas figuras a matizar, sobresalía las arriesgadas interpretaciones de la gran trapecista de fama universal, PINITO DEL ORO.
Junto a sus hermanos, ARTURO Y RAÚL, nos ponían los pelos de punta y los nervios a flote, cada vez que ellos se subían a la ESCALERA DE LA MUERTE, igualados con negras vestimentas de piratas, cada uno en un extremo y, con el peso de ambos, haciendo girar aquel fabuloso artilugio, a una crecida celeridad de verídico vértigo.
Papá “TOTI”, en medio de la enorme pista, con la vista resplandeciente y el esclarecido semblante complacido, atisbaba las osadas evoluciones de sus bravos vástagos, sin ni siquiera llegar a sospechar, que alguna vez, iría a recibir los duros, fieros zarpazos, de la obligada y decadente pobreza.
Mi también fallecido hermano, FERNANDO, era el encargado de proporcionarnos las gratuitas entradas que nos regalaban los tan dadivosos huéspedes y, todavía, por su hogar, en algún perdido u olvidado álbum, todavía tiene que figurar una histórica fotografía que, junto a nosotros, se hiciera la ya mundialmente consagrada, MARÍA CRISTINA DEL PINO SEGURA GÓMEZ, gloria de ESPAÑA y del primordial firmamento circense.
¡Inadmisible, el dejarles de mencionar la curiosísima referencia ocurrida, precisamente en Valverde, cuando nuestra rasa y humilde mansión, fuera seleccionada por las Autoridades competente de la Isla, para atender en la misma, con un regio almuerzo, al que por aquel entonces fuera Capitán General de Canarias, celosamente escoltado por todo un nutrido y profuso séquito de apegados acompañantes!
¡Como en una relevante proyección cinematográfica, sin embargo, todavía, a estas alturas del ocurrido hecho, me parece seguir vislumbrando la ilustre figura de aquel insigne militar, brillante fajín rojo de seda adosado a la cintura, recorrer el angosto pasillo que teníamos desde el comedor a la cocina, para extenderle, con afectuosa gratitud la mano a mamá y, cordialmente, felicitarla por el estupenda minuta que, con tanto mimo, se le había brindado!
¡De todas estas filiales remembranzas, en la tan adversa fecha, tristemente recordatoria para mí, conmemorando su tan sollozada expiración, solo me queda la inmensa y desoladora pena de que se nos haya marchado para la enigmática Eternidad, sin que hubiese tenido la gozosa felicidad de llegar a conocer a nuestros amados hijos y a sus candorosos descendientes!
¡De cualquier forma y talante, mientras coexistamos, deberíamos de tener crónicamente presente, aquello de que...la muerte, no es una terminante separación, sino, solamente,¡UN AUSENTARSE POR POCO TIEMPO!


Dormita en paz, madre querida,

en los Linderos del Remanso,
que a lo extendido de tu vida,
soportaste la dura herida,
de un sufrimiento sin descanso!
 

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2 comentarios:

  1. Un abrazo al Cielo y para toda tu bonita familia, salud, salud y más salud.

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  2. RAFAEL ZAMORA MÉNDEZ23 de septiembre de 2018, 13:26

    ¡UN MILLÓN DE SINCERAS GRACIAS MI MUY ESTIMNADO Y ATENTO AMIGO, JUAN!

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