¿QUIÉN Y CÓMO
DESTRUYE EMPLEO EN ESPAÑA Y QUIÉN Y CÓMO PUEDE
CREARLO?
JUAN
TORRES LÓPEZ
Después de publicar mi anterior artículo (Propuestas que podría
tomar Podemos y que aterrorizan a la casta) algunos economistas me han
criticado afirmando que con esas medidas no se crea empleo, que es el primer y
más importante problema que tiene nuestra economía. Llevan razón, pero creo que
solo en parte. Es verdad que son propuestas simplemente dirigidas a que la
ciudadanía esté bien informada sobre las causas de nuestro males económicos.
Pero esto no es solo algo necesario en sí mismo, sino que también influye en
nuestra capacidad de crear empleo, como mostraré enseguida.
En otros lugares, como otros muchos economistas, y especialmente
en trabajos publicados junto a Vicenç Navarro, he tratado de explicar las
causas que han producido una destrucción de empleo tan grande como la ocurrida
recientemente en España, y a partir de ahí he propuesto medidas para poder
volver a crearlo de calidad (por ejemplo, en Hay alternativas. Propuestas para
crear empleo y bienestar social en España). Trataré de sintetizar a
continuación las ideas principales al respecto.
A mi juicio, la primera exigencia para poder crear empleo en
España es conocer bien qué factores lo han destruido y creo que éstos están
bastante claros:
1. El estallido de una burbuja inmobiliaria que disparó el
desempleo en el sector de la construcción y en las actividades vinculadas a él.
2. La debilidad estructural de una economía como la española en
donde la actividad agraria e industrial y las fuentes de generación de mayor
valor añadido han ido perdiendo peso o vinculación con nuestros intereses en
los últimos decenios, lo que ha hecho que, al estallar la crisis de la
construcción, no se dispusiese de “colchón” suficiente en otros sectores para
generar nuevo ingreso y absorber el empleo que allí se iba perdiendo.
3. La crisis financiera derivada, al mismo tiempo, de la
internacional y de la originada en el sector bancario nacional como
consecuencia del gran negocio que hizo la banca española endeudándose para
financiar la burbuja inmobiliaria (y haciendo luego que esa deuda la asumiera
el conjunto de los españoles).
4. El extraordinario y vertiginoso incremento de la deuda
pública desde que estallaron esos problemas, lo que ha hecho que el sector
público disminuyera su capacidad de generar empleo y de ayudar a que lo genere
el sector privado (el Estado español ya gasta más en intereses que en
personal).
5. El gran incremento de la desigualdad producido en los últimos
años que ha generado una gran concentración del ingreso en los sectores de
renta con menor propensión a consumir, debilitando así el mercado interno de
bienes y servicios.
6. Las políticas de austeridad europeas que han disminuido el
ingreso y el empuje de la economía justo cuando ésta ya se estaba hundiendo,
produciendo lo que los economistas llamamos un efecto “procíclico” que ha
impedido (en beneficio de la banca y de las grandes empresas) que se saliera
antes y mejor de la crisis y de la destrucción de empleo.
Todo ello ha dado lugar a tres grandes y coincidentes problemas
que han hundido nuestra economía:
a) Una crisis de demanda como consecuencia de la caída del
consumo (por la pérdida de renta, sobre todo en las clases de menor ingreso),
de la inversión (por las menores expectativas de beneficio de las empresas que
viven de ese consumo), y del gasto productivo del Estado. Como no puede ser de
otra manera, al caer la demanda de bienes y servicios (y apenas recuperarse un
poco las exportaciones), las empresas han perdido ventas y beneficios y han
cerrado o han tenido que despedir a millones de trabajadores.
b) Una crisis de financiación, pues la banca española,
prácticamente en quiebra generalizada, ha dejado de financiar a las empresas y
familias, lo que ha agravado los efectos del punto anterior.
c) Una crisis de deuda soberana que, aunque no ha llegado al
límite, dificulta la llegada de inversión productiva hacia España y se
convierte, por el contrario, en fuente de salida de capital y en incentivo para
la especulación, lo que empeora todos
los problemas que vengo señalando.
A lo anterior habría que añadir que el Gobierno del Partido
Popular y antes el de Zapatero no han hecho frente a este tipo de males. Se han
dedicado a satisfacer los intereses de la banca y las grandes empresas (que son
las que viven en menor medida del consumo y del mercado interior) aplicando
medidas de reforma laboral que simplemente facilitan el abaratamiento del
trabajo y que el empleo fijo o a tiempo completo se sustituya por otro temporal
y a tiempo parcial, dando así la imagen falsa de que se crea empleo cuando en
realidad sigue disminuyendo, porque baja el total de horas trabajadas y los
ingresos salariales.
A la vista de todo ello, creo que se pueden deducir algunas
ideas básicas a tener en cuenta si se quiere crear empleo en España:
1. Hay que recuperar los ingresos porque el empleo depende,
sobre todo, de que haya suficiente demanda en el mercado de bienes y servicios.
Y para ello es imprescindible poner freno al incremento de la desigualdad y a
la concentración de la renta: hay que subir los salarios más bajos, aumentar su
peso en la renta total y forzar un gran pacto de rentas que lleve ingreso
adicional a la demanda que sobre todo va a la pequeña y mediana empresa. Se
pueden tomar además otras medidas para aumentar la renta disponible de las
familias (que con las políticas de Rajoy no deja de bajar) como moratorias o
reducciones temporales en el pago de hipotecas de las familias con menor
ingreso. Y se pueden reducir los gastos de las familias vinculados a servicios
de empresas cuasi monopolistas como las de la luz, el agua y otros servicios
esenciales, ahora excesivamente altos por su dominio político de los mercados y
las instituciones.
Querer recuperar el empleo bajando aún más los salarios con el
pretexto de que la economía española sea más competitiva es una quimera, por no
decir que un gran engaño. Es mucho más realista, efectivo y socialmente
beneficioso recuperar la actividad de las empresas y el empleo consiguiente
sacando adelante el mercado interior. Aunque ello no quita que al mismo tiempo
haya que realizar reformas que faciliten la búsqueda de empleo y la
contratación, que eliminen incentivos perversos y que hagan más efectivas las
políticas activas de empleo en los mercados de trabajo sin empeorar la calidad
del empleo y el bienestar social.
2. Hay que disponer inmediatamente de una banca que financie a
las empresas que pueden generar empleo. Banca que debe ser pública, pero
dirigida con la mayor solvencia técnica y controlada férreamente para que no se
reproduzcan los males que ha provocado la actual clase política en las cajas de
ahorros.
3. Hay que llevar a cabo un programa de ahorro, mejora y
racionalización de todas las administraciones públicas para acabar con todo
tipo de despilfarro y realizar una reforma fiscal basada en tres pilares
fundamentales: el apoyo a la creación de riqueza sostenible, la equidad y la lucha
contra el fraude.
4. Sin perjuicio de que España debería afrontar a medio plazo
cuál debe ser su papel en Europa y en qué medida está dispuesta a aceptar las
imposiciones de potencias extranjeras o de una moneda europea diseñada
erróneamente o solo para beneficiar a las grandes corporaciones y bancos, se
puede empezar a utilizar una moneda complementaria que aumentaría casi de modo
inmediato el poder de compra de los sectores con más propensión al consumo y
que serviría de motor inmediato para la recuperación de la mediana y pequeña
empresa.
5. Puesto que es materialmente imposible (y además indeseable)
que la economía española vuelva a crear empleo basándose en la construcción, en
el endeudamiento generalizado, en la especulación o en el “tirón” (como
ingenuamente quería el Gobierno) de un minúsculo sector de empresas
exportadoras, es imprescindible orientar la inversión empresarial hacia nuevas
actividades, aprovechando en la mayor medida posible el capital generado hasta
la fecha: remodelación urbana y residencial, energías alternativas, producción
local y de proximidad, etc. Y muy particularmente debe ser prioritario en este
aspecto acabar con el trabajo negro, dignificar todo tipo de empleo y promover
con la mayor intensidad posible el empleo femenino, para lo que hoy día es
fundamental el desarrollo de un potente sector de cuidados y acabar con todo
tipo de prácticas laborales discriminatorias.
Naturalmente, ni estas ideas son todo lo que hay que poner en
práctica para crear empleo ni la concreción adicional a la que hay que llegar
es todo lo que se necesita.
Como dijo en su día alguien nada sospechoso de izquierdismo, el
profesor Fuentes Quintana, cuando fue nombrado ministro de Economía y
vicepresidente del Gobierno: “Las soluciones de los problemas económicos nunca
son económicas, sino políticas. No hay oscuras fórmulas técnicas que permitan
resolver las dificultades en un clima de gabinete. Los problemas económicos de
un país solo pueden superarse mediante el esfuerzo y la colaboración de todos
(…). Sé, desde luego, que solo puede esperar esa colaboración un Gobierno en
quien ustedes confíen como veraz y que les merezca credibilidad”.
Es una ingenuidad, por tanto, creer que un grupo de tecnócratas
o gobiernos como los que está teniendo España en los últimos años pueden
proporcionar soluciones definitivas para crear empleo, o que esto se puede
conseguir mientras los ciudadanos se dejen engatusar por lo que dicen quienes
están a sueldo de una exigua minoría social. En España se han destruido millones
de puestos de trabajo porque la “solución” política de los últimos años fue la
impuesta al conjunto de la sociedad por un grupo muy reducido de
españoles-banqueros, promotores y grandes empresarios ayudados por políticos
venales y corruptos. Y, por eso, lo que ahora es prioritario para crear empleo
es invertir el orden de preferencias para hacer que la prioridad sea repartir
los recursos de modo más igualitario y permitir así que la mayor parte de ellos
se conviertan en fuentes de ingresos para todos, y no en gigantescos
patrimonios parásitos o dedicados a especular destruyendo empresas, riqueza y
empleos, como hasta ahora.