CUANDO LAS CALLES DECIDEN SI HAY MUNDIAL
DE FÚTBOL DESTACADO
POR ALI
SARGENT
Esta
Copa del Mundo será la más cara en la historia, con un coste de por lo menos
15.000 mil millones de dólares. De estos, el 85,5% procede de fondos públicos,
dejando servicios públicos básicos sin dinero.
En
Brasil el fútbol, y la construcción de estadios, siempre ha sido políticamente
significante. La construcción del estadio de Maracaná en los años 50, en Rio de
Janeiro, fue clave para que el gobierno brasileño ganara y estabilizara el
apoyo de la clase trabajadora. Fue visto como un símbolo de un Brasil
democrático y modernizador; internacionalmente fue un símbolo de una cultura de
fútbol de las clases populares. Para el Mundial de 2014 fue rechazado, junto
con la mayoría de estadios en Brasil, por la FIFA. Recién renovado siguiendo
las normas de la organización, ha perdido la zona con entradas a un dolar y los
asientos más populares en favor de menos asientos, zonas VIP, un aparcamiento y
un centro comercial en el interior. El Partido de los Trabajadores (PT) se
ofreció para acoger el mundial el mismo año, 2014, que se iban a convocar
nuevas elecciones con la esperanza de aprovechar el peso político del fútbol en
el país. Sin embargo, desde junio pasado el movimiento anti Copa ha articulado
las protestas contra las políticas neoliberales, tanto a nivel deportivo como
social. Y lo ha hecho más que en cualquier otro país.
Esta
Copa del Mundo será la más cara en la historia, con un coste de por lo menos
15.000 mil millones de dólares. De estos, el 85,5% procede de fondos públicos,
dejando servicios públicos básicos sin dinero. Cada asiento en los nuevos
estadios le cuesta al Gobierno una media de 5.046 dólares; en comparación, por
ejemplo, con los 0.12 dólares por mujer que se gasta anualmente en servicios
públicos para combatir la violencia de género –en un país con niveles altísimos
de violencia machista.
Una
lógica de privatización
Las
manifestaciones del año pasado continuaron el crecimiento del Movimento Passe
Livre, una plataforma amplia contra el transporte caro, caótico y privatizado
en las ciudades. Ciudades como Rio de Janeiro y Sao Paolo están siendo
reformadas dentro de un lógica de privatización, “embellecimiento” y
militarización del espacio público. Más de 150.000 personas fueron desalojadas
violentamente en favor de la especulación. Desde 2008 un programa de
“pacificación” de las favelas de Rio de Janeiro ha ido acompañado de más
especulación y más desahucios, donde la mayoría de personas son negras. Las
desapariciones y los homicidios han crecido con la llegada de la policía, con
un aumento de víctimas jóvenes y negras. En varias ocasiones el estado ha usado
el ejército, que ha actuado junto a la policía, aumentando todavía más la
militarización de la vida cotidiana de la clase trabajadora de Rio. La demanda
de desmilitarización de la policía ha sido central en los movimientos de
resistencia, y en Rio de Janeiro, por ejemplo, tuvieron lugar varias revueltas
en las favelas contra el abuso policial.
La
criminalización del movimiento contra la Copa refleja este nuevo régimen de
“seguridad”, donde se ha aprobado una nueva ley antiterrorista durante lo que
dure la Copa –con una definición vaga de terrorismo– con condenas de entre
quince y treinta años de cárcel. El Gobierno pretende también usar tribunales
especiales para juzgar y penalizar manifestantes. Lo cierto es que la
democracia brasileña se encuentra suspendida en favor del Mundial de la FIFA, y
todo por un gobierno que está intentando evitar como sea manifestaciones
masivas justo antes de las elecciones.
Durante
el Mundial es evidente que el PT se enfrentará a un movimiento articulado
también a través de la lucha organizada de los trabajadores y trabajadoras. El
número de huelgas en Brasil ha aumentando desde 2008 y ha explotado en 2014 en
diversos sectores. Huelgas en el sector petrolero son cada vez más numerosas en
varios estados. A ellas se han sumado huelgas de otros sectores como la
educación, la seguridad, la recogida de basuras, la construcción y hasta la policía
militar. Y lo que quizá es aún más importante es que varias de estas huelgas
han sido organizadas de forma independiente de los sindicatos, en su mayoría
vinculados al PT.
El
grito “Nao vai ter copa” (“No habrá copa”) es cada vez más popular. Y la propia
FIFA ya se ha apresurado a lanzar el mensaje de que “Sí que habrá copa”. Nadie
sabe qué pasará en ese sentido, pero lo que está asegurado son las protestas.
Artículo
publicado en el Periódico En lucha /
Diari En lluita
No hay comentarios:
Publicar un comentario