BOLIVIA, SEDE MUNDIAL DE JUEGO DE TRONOS
Hace más de dos décadas, Bolivia sentía el angustiante aplauso
de los organismos internacionales del Norte. La hegemonía neoliberal le
concedía la medalla de oro por ser el mejor alumno de la clase latinoamericana
a la hora de llevar a cabo adelante las reformas impuestas por los poderes
económicos mundiales. Las políticas de desajuste y desestabilización eran
premiadas por un Índice de Avance de Reformas Estructurales elaborado en el
Norte para evaluar al Sur. Durante este huracán neoliberal, durante esta suerte
de época pérdida para América latina, el orden geopolítico dominante seguía con
su afán de consolidar un mundo unipolar, de pensamiento único y de carácter
suficientemente colonialista para que el Norte se perpetuara como brújula para
los caminos de los países del Sur. Unas pocas firmas decidían en nombre de
estúpidos eufemismos (seguridad jurídica, libre mercado, desarrollo sostenible,
riesgo país, expectativas) aquello que debía acatar el Sur para garantizar una
usurera tasa de ganancia del capital transnacional a costa del vivir bien de
las mayorías sociales. El Consenso de Washington era todo lo contrario a un
verdadero acuerdo mundial. El Disenso de los Pueblos de Sur frente al credo
neoliberal no tardó en hacerse notar hasta llegar a ir cambiando
progresivamente el signo de los nuevos gobiernos en la región. A
contracorriente, Chávez, fue el primero de la lista de presidentes que hoy
siguen empecinados en construir un nuevo polo posneoliberal en la vigente transición
geopolítica hacia un mundo multipolar. Chávez, con su visión bolivariana, y
bien influenciado por Los Desafíos para el Sur (de Nyerere), comenzó esa lucha
inacabable por la búsqueda de la total independencia de Venezuela, pero
teniendo siempre en cuenta que ésta sólo es posible si se consigue mediante la
independencia de toda América Latina. La disputa contra el capital
transnacional del Norte es a través de una alianza grannacional, de los
pueblos, de los nuevos Estados del Sur.
Hoy, Bolivia es centro de gravedad de este nuevo Sur, más
vitalista que nunca. Bolivia se constituye en la nueva sede del juego de tronos
que constituye la disputa política, cultural, social y económica en este
mapamundi en movimiento. La reunión del G77+China aglutina a más de 130 países
en el mundo. No es un dato cualquiera. Tampoco lo es que haya guiñado el ojo a
Rusia ahora que éste sufre ofensiva y amenazas por parte del Norte, incluso
dejándolo afuera de alguna reunión del G7. Bolivia se hace eco privilegiado de
otro relato posible para organizar el mundo, criticando fuertemente las
prácticas salvajes del capitalismo, cuestionando el orden dominante, no
aceptando imposiciones ni dogmas de fe neoliberal, deslegitimando el
unilateralismo hegemónico. Evo Morales lidera sin vacilación este proyecto
redentor y descolonizador. No tiene miedo en manifestar que si quieren
informarse de lo que piensa el imperio norteamericano, se puede sintonizar CNN;
si se quiere la información para los pueblos, el lugar es teleSur. Bolivia ha
convocado a Correa, Maduro, Cristina, Mujica, y a más de 30 jefes de Estado,
para discutir sin recelos, con una mirada propia, cuál ha de ser el futuro
económico a favor del pueblo. La soberanía sobre los recursos naturales, la
tolerancia cero contra la pobreza, el rechazo absoluto de la injerencia y del
espionaje, la emancipación financiera, la democratización real de las
democracias, son ejemplos del nuevo lenguaje que demuestran que el cambio de
época es un hecho irrefutable. El desafío es seguir construyendo las
condiciones estructurales para que no haya vuelta atrás en todo lo conseguido
en el nuevo orden mundial multipolar para el vivir bien de todos, sin
excepciones. Pero no basta con asegurarnos la irreversibilidad de lo logrado;
el reto es aún mayor para continuar sumando y reinventando nuevos horizontes,
propios del Sur, para que el cambio de época se convierta lo antes posible en
una vigorosa época ganada a favor de las mayorías. Después de lo demostrado en
el proceso de transformación democratizador en Bolivia, no hay nadie mejor en
la actualidad que Evo Morales para pilotar este viaje geopolítico.
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