BRÍGIDA MENDOZA Y LA SEÑORA THATCHER
ARTURO BORGES ÁLAMO

Para ello, plantean la descentralización administrativa y
funcional de los servicios sanitarios con la finalidad de fragmentar los
centros sanitario públicos dando autonomía plena para organizarse, financiarse
y para establecer relaciones con otras unidades y centros, con unos incentivos
económicos vinculados al ahorro lo que facilitará controlar sus decisiones
clínicas y hacerlas cómplices de los recortes. Además con el objetivo de
generar ahorros o beneficios económicos a las unidades, con la posibilidad de
"gerenciarlos" e invertirlos, como microempresas dentro de los
centros para competir entre sí, en el marco legal de un mercado sanitario
público y privado, financiado esencialmente con fondos públicos. Esto encaja
perfectamente en el marco de la actividad del llamado Club Gertech que viene desarrollando
desde hace tiempo (de manera solapada e invisible a la población y a los
trabajadores sanitarios) un conjunto de iniciativas destinadas a conseguir el
control del Sistema Sanitario Público, para fragmentarlo y ponerlo en manos
privadas. En esta poderosa plataforma neoliberal están integradas
universidades, centros de investigación, empresas de informática y tecnología
sanitaria, laboratorios farmacéuticos, fondos de inversión internacional,
grupos de comunicación etc. en un gigantesco lobby de presión capaz de orientar
la política sanitaria del gobierno de Rajoy y de las comunidades autónomas.
También debemos tener muy en cuenta el acuerdo entre el
Ministerio de Sanidad y el denominado "Foro de la Profesión Médica y de
Enfermería" (en realidad las desacreditadas cúpulas de los Colegios de
Médicos y de Enfermería) que establece que “se promoverá un marco jurídico
específico del profesional sanitario en el Sistema Nacional de Salud y un
modelo de retribución voluntario vinculado a la gestión clínica que favorezca
los principios de excelencia profesional y de gobernanza del sistema sanitario
público”. Esto supone que el personal de las Unidades de Gestión Clínica no
podrá mantener las garantías del Estatuto Marco y deberá laboralizarse para
trabajar en las mismas, paso necesario para que las Unidades de Gestión Clínica
se constituyan en empresas autónomas con personalidad jurídica propia acogidas
al modelo empresarial con participación del sector privado.
Pretender, como al parecer lo hace la Consejería de Sanidad,
que, en este contexto, la puesta en marcha de las Unidades de Gestión Clínica
en Canarias nada tiene que ver con las tendencias y peligros apuntados, es
tomarnos por idiotas y además por ignorantes de los nefastos resultados que se
han cobrado, en vidas humanas y graves secuelas de salud además del
consiguiente gasto sanitario multiplicado, toda una serie de experiencias,
antecedentes de la que ahora se promueve, tales como las Entidades de Base
Asociativa de Cataluña o la experiencia desastrosa del National Health Service
británico con la Señora Thatcher.

Es evidente que quienes hoy formulan propuestas que facilitan la
desestructuración de la sanidad pública no pueden desentenderse de este
horizonte y de sus consecuencias, tremendas consecuencias para la población,
todo lo contrario, están asumiendo una gran responsabilidad al facilitar la
privatización del sistema sanitario público apoderándose, las organizaciones
financieras y empresariales, de los enormes recursos económicos que se destinan
a la salud.
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