BLANCO...
DUNIA SÁNCHEZ
Solo te pedía un poco más de tiempo. En
esta carta que me has enviado todo se ha desvanecido en un velo blanco que
anuncia la muerte, el adiós. Corro
rápido al metro y parada tras parada pienso si tú te subirás como antaño. Pero
no, rostros de ojos blancos priman en cada detener de este aparato. Llevo
puesta la misma ropa de siempre, de cada jornada de que se enciende el día
hasta la caída de la tarde: unos vaqueros, una camisa negra y unas
playeras. Me bajo en la última parada y
desesperada asciendo hasta donde la luz del día incida en mis ojos marchitos.
No estás. No lo entiendo, me digo. Sobre mi llevo esa carta y comienzo a leerla
en voz alta, muy alta. Para que me escuchen. Ya sé que la primavera se ha ido.
Ya lo sé. Pero tú en ella insiste, insistes en que toco se acabado y que no
tienes más palabras. Para qué, me pregunto ¡Tanto hemos hablado¡ No sé. Persigo
cada mirada y solo una paloma se posa ante mí. Qué pena no tengo nada que darle
solo tus últimas palabras “Todo se ha acabado”. Rompo la carta y se la doy.
Quizás se puedan alimentar de algo de tu adiós como yo me alimento en lágrimas,
me digo. Tendré que parecer uno de esos oradores que se ponen en la puerta del
metro con el mismo sermón. Lo que ocurre que el mío es diminuto y punto “Todo
se ha acabado”. Una especie de rabia penetra en mi estómago y trepa hasta mis
sienes y grito. Sí, grito. “Maldito seas”, digo. “ Te maldigo”. “Espero que te
pudras en los banco blancos mientras esperas a otra”. Ahora me miran. Alguno
que otro me aplaude ¡Que he hecho¡ Pero me siento feliz, me siento desahogada
de tanta y tanta mentira. Sí, el amor eterno. Tú creías no. Tú lo aceptabas
no…Tú lo repetías. Pues muy bien “Todo se ha acabado”. Ay me siento decaer.
Este descargue me ha infiltrado cierta fatiga, cierto agotamiento. Me voy.
No hay comentarios:
Publicar un comentario