HABLE ARMENGOL, Y EL REY SI ES NECESARIO
ANA
PARDO DE VERA
El
rey Felipe VI y la presidenta del Congreso, Francina Armengol
,
en el Palacio de la Zarzuela.- EFE
Hay veces (demasiadas) en las que la institucionalidad choca estrepitosamente con la democracia misma, uno de cuyos puntales para que funcione y sea lo más perfecta posible es la transparencia. Y no, no es una cuestión periodística: las líneas entre seguridad y falta de transparencia son bastante obvias y fáciles de demostrar, por ejemplo; o, lo que es lo mismo, utilizar la excusa de la seguridad institucional para hurtar información a la opinión pública es un pésimo signo de pobreza democrática. Éste es quizás un caso extremo -aunque sigue siendo recurrente- de la falta de transparencia en las democracias, pero no es el único.
Asisto con estupefacción -aparte
de la repugnancia que me provoca la corrupción, particularmente, con muertos
encima de la mesa- al debate que se ha dado en el seno del Gobierno, del PSOE,
del Poder Legislativo o en los medios, sobre todo, sobre si la presidenta del
Congreso, tercera autoridad del Estado tras el rey y el presidente del
Gobierno, debe comparecer y explicar el contrato no satisfactorio de compra de
mascarillas a la empresa principal de la trama Koldo, llamada Soluciones de
Gestión y Apoyo a Empresas, cuando Francina Armengol era presidenta de Illes
Balears. Es cierto que a los periodistas que hemos preguntado por este asunto
estos días a los exresponsables autonómicos socialistas durante la pandemia, se
nos han suministrado datos, documentos y explicaciones, salvo uno que entiendo
crucial: cómo y quién contactó con el Govern balear para que fuera la empresa
presuntamente corrupta y no otra la elegida para suministrar las mascarillas a
las Illes, sobre todo, cuando La Rioja, Asturias, Castilla-La Mancha, Aragón y
Extremadura la rechazaron.
Por lo que vamos conociendo, es
fácil imaginar por qué -en unas circunstancias tan difíciles e inéditas de
enfermedad y muerte- y quién (o en nombre de quién) consiguió esos contratos,
pero quiero creer que Armengol responderá este martes a esa y otra preguntas.
La presidenta de la Cámara Baja ha decidido saltarse la excusa cursi del
"Es que es la tercera autoridad del Estado ..." y va a comparecer
públicamente en las próximas horas para explicar cómo se llegó al contrato con
la empresa presuntamente corrupta; por qué se guardaron las mascarillas si no
eran las solicitadas (FFP2), sino las menos seguras (KN95, las quirúrgicas), o
si es verdad que se reclamó el dinero a la trama Koldo y el nuevo Govern balear
del PP frenó esa devolución, como asegura el PSOE blandiendo datos que lo
confirman. Veremos.
Lo cierto es que ante un caso
como éste, tan grave y repulsivo, no caben formalismos y son los propios
interesados puestos en cuestión quienes tienen que dar todas las explicaciones,
sean la tercera autoridad del Estado o la primera, de la cual, por cierto,
mucho hemos escrito en Público sobre esas "explicaciones" que aún
espera, desde hace años, la segunda autoridad del Estado, Pedro Sánchez, del
rey emérito sobre sus andanzas, comisiones, fortuna oculta, ... durante cuatro
décadas de Jefatura de este pobre Reino. Ni reyes ni presidentes ni ministras
ni consejeros ni alcaldes: explicaciones políticas, siempre, porque la opción
del silencio es el peor de los síntomas tras la mentira, para acusar o para
defenderse. Ahí tienen a Juan Carlos, que con su silencio y sus mentiras, ha
pasado de ser la primera autoridad del Estado a ostentar el título de corrupto
aventajado de España. Y tan feliz.
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