domingo, 24 de marzo de 2024

‘CUANDO TODO EN VENECIA ME HABLABA DE AMOR’

 

‘CUANDO TODO EN VENECIA ME 

HABLABA DE AMOR’

El TS está encendido porque teme por su originalidad continental, destinada, en el tiempo, a colisionar con Europa, si Europa no gira hacia derechas autoritarias

GUILLEM MARTÍNEZ

Fachada del Tribunal Supremo en Madrid.

1- Prosigue la batalla judicial por lo de la amnistía. No me gusta el vocabulario bélico –tan presente en el periodismo, más en el deportivo–, por lo que lo evito. Salvo cuando, claro, se alude, pumba, a una guerra. Y una guerra, como decía Clausewitz, no es más que “la continuación de la política por otros medios”, es decir, a su bola, fuera ya de la política. Y eso, ay, uy, es lo que está pasando. Literalmente.

2- De hecho, ahora mismo no hay una, sino dos guerras descomunales en la política local. Una –sangrante, a muerte, al punto que daría canguelo al mismísimo Clausewitz–, es la guerra que el PSOE ha declarado a Ayuso por todo lo alto. En la anterior guerra que Ayuso protagonizó, declarada por todo lo bajo por Casado, Casado fue despedido por la onda expansiva al mercado, ese punto al que un político quiere acceder, si bien no tan pronto. La segunda guerra en curso es, incluso, más salvaje. Se trata de la aludida batalla judicial por la amnistía.

 

3- Sobre la dureza del conflicto, ahí va este indicio. El TS, en la precuela de esta guerra –su guerra balcánica, su ensayo, en 2017-19–, utilizó artillería pesada y sin precedentes, como lo son los cargos, muy salidos de madre, convocados en aquel momento: rebelión y, finalmente, sedición. Pues bien, ahora tiene en su arsenal los cargos de terrorismo y traición, lo que indica su estado de ánimo. Estado de ánimo: los cargos son más desmesurados aún que en 2017-19, lo que indica que su ánimo debe estar más encendido que un mechero. La razón: el TS se ve cuestionado. Por el desafío a su sentencia de 2019, ocurrida en dos tramos, distintos y sumamente distantes. Uno, desordenado, sin cálculo de sus consecuencias ni de su propia estética, emitido por Tsunami Democràtic –2019–. Y otro, más dilatado y meditado –si bien, no tanto en algún punto–, a través de a) los indultos –2021–, b) la reforma del Código Penal –2022– y, por encima de todo, c) la amnistía. ¿En esta guerra está en juego la existencia misma del TS, como parece apuntar la agresividad del TS? No, por supuesto. Está en juego la interpretación que el TS hace de sí mismo. Y, con ella, –sedición, rebelión, terrorismo, traición– su capacidad creativa, su autonomía –no confundir con su independencia; se es independiente de otros poderes y presiones, si bien se es autónomo de la realidad, de la proporción, de lo previsible; la justicia, les explicaba en 2017, debe ser rápida y previsible, o se adentra en otro negociado–. Está en juego, en fin, su originalidad continental, destinada, en el tiempo, a colisionar con Europa, si Europa no gira hacia derechas autoritarias, que esa es otra. No se pierdan el punto 10.

 

El informe de la Comisión de Venecia incide en que la amnistía es posible y no vulnera la división de poderes

 

4- En tanto que guerra –judicial– conviene explicar el conflicto, y no su resultado final. Y esta semana ha sido importante la aportación al conflicto –en principio sedante; no lo será, snif–, por parte de la Comisión de Venecia –recordemos, el órgano consultivo del Consejo de Europa para el pack derecho–, que fue invitada a un tour por MAD por el Senado, de mayoría absoluta PP, para que le diera para el pelo a la amnistía. Pues bien, esta semana ha aparecido el informe de la Comisión al respecto. Y ha resultado estar muy alejado de las pretensiones del PP.

 

5- El informe incide en que la amnistía –a la que se alude desde normativas europeas– es posible y no vulnera la división de poderes. Por lo que –y a la espera del dictamen del TC– no tiene por qué ser inconstitucional. Si el TC la avala, no se podría invalidar ni derogar en el futuro por parte de otro gobierno –el PP anunció que así lo haría; no podrá ser el caso–. Hasta aquí lo que tiene de positivo para la amnistía el informe. Lo que sigue son una serie de aportaciones menos luminosas.

 

6- En la primera parte de su informe la Comisión explica lo que es una amnistía europea. Por lo mismo, es un manual para atacar esta adaptación española. Glups. La Comisión plantea, además, dudas sobre a) el procedimiento de urgencia, el elegido para tramitar la amnistía, así como la b) consecución de lo que la amnistía pretende –la normalización institucional y social en Catalunya; para lo cual la Comisión parece preferir un gran pacto político, antes que un acuerdo para una investidura–. La comisión también señala que, con la amnistía, lejos de disminuir, c) ha aumentado el mal rollito en “la clase política, las instituciones y, sobre todo” –y esta puede ser la única y canija victoria del PP en todo este asunto, la única cosmovisión colada– “en la sociedad española” –una opinión del PP y de la Comisión que no confirman, al menos por ahora, las encuestas–.

 

7- La pasta que se ha gastado el Senado ha sido, visto lo visto, un tanto inútil. El PP ha caído en el mismo error que el procesismo: esperar que los tribunales e instituciones jurídicas les den la razón aplaudiendo con las orejas. Algo que no pasará. La Comisión de Venecia, en este sentido, con su informe no da ni quita la razón a nadie, sino que tan solo explica lo que hay en Europa ante un tema, la amnistía. Y, por eso mismo, deja al PP, en este caso, sin argumentos, salvo los que, según veo, se están inventando al respecto a toda leche. Es diferente, en ese sentido, lo que el PP puede hacer en otro tipo de instituciones europeas, las instituciones políticas. Esta semana, el PP ha marcado en ese ámbito un golazo –importante, tal vez histórico, y del que nadie habla; tal vez porque Catalunya ya está en campaña–, haciendo lo que sabe: el uso partidista de las instituciones, en este caso, del Parlamento Europeo. A lo que se ha juntado la ya telúrica y constante torpeza de las instituciones catalanas. No se lo pierdan.

 

8- Esta semana la Comisión de Peticiones del Parlamento Europeo ha pegado un toque a la Gene por el modelo de inmersión lingüística en las escuelas, votando el informe que un grupo de nueve eurodiputados realizó, tras un sesudo viaje de 2 –dos; 2– días a Catalunya, el pasado diciembre. Se trata de las consecuencias de una iniciativa de la eurodiputada Dolors Montserrat –PP–, y del apollardamiento de la Generalitat, que no supo gestionar esa visita, no la moduló, no incidió en ella, no explicó, o no supo explicar, el éxito del modelo, su alto consenso social, así como el hecho de que ese modelo, tan cacareado, está lejos de verse aplicado en su rotundidad. Con la votación de ese informe se asientan las posibilidades para futuras directrices y sentencias. El modelo de enseñanza del catalán queda seriamente tocado. Tal vez hundido. Veremos.

 

La Justicia no hace lo que quiere el PP, es el PP quien hace lo que los altos magistrados quieren

 

9- La tipa que gestionó esto sabía lo que hacía, mientras que el tipo que gestionó lo de la Comisión de Venecia no se encuentra el culo con ambas manos –todo apunta a que se trata de González Pons, diría que el único político PP en activo el 11M, esa época–. ¿Con esa iniciativa fallida del PP/Senado se ha dificultado el trabajo contra la amnistía de la alta judicatura? No. Lo que nos lleva al punto 10.

 

10- El fallo, simplemente ilustra que el PP, estadísticamente, no se entera, y que la alta judicatura no espera nada de él. Como dijo un magistrado del TS –lo tenía todo: había sido vocal del CGPJ por el tercio PP, era usuario de la conservadora, por decir algo, Asociación Profesional de Magistratura, y miembro del Opus, esa escuela de pensamiento navarro–, la Justicia no hace lo que quiere el PP, sino que es el PP quien hace lo que los altos magistrados quieren. Esto, en fin, es una guerra judicial, no una guerra política, como lo de Ayuso. Es decir, no transcurre entre políticos, sino que son los jueces los que la emiten en solitario. Y no es que los jueces se basten, es que no cuentan con nadie más para defender lo que ven amenazado. Que no es su independencia. Es su poder. Es el hecho de ser la parte más activa, determinante y formada de la derecha española, que no es franquismo, sino algo más viejo y anterior. Es la derecha formulada tras el paréntesis 1868-74. Es la capacidad de esa derecha para ejecutar, hoy, ese poder y esa ideología.

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