martes, 25 de abril de 2017

UN ANIMAL EXTRAÑO. por RAMIRO ROSÓN



UN ANIMAL EXTRAÑO
RAMIRO ROSÓN
(Texto para la presentación del libro Caballo muta a cebra, de Antonio Carmona, celebrada el 22 de abril de 2017, en la sede de la ONCE en Santa Cruz de Tenerife)
El libro que se presenta hoy, Caballo muta a cebra, es el tercer poemario publicado por Antonio Carmona, después de A cierta edad, publicado por Ediciones Idea en 2009, y Horizontes en retirada, que Ediciones La Palma sacó a la luz en 2014. Si en estos dos títulos anteriores el poeta indagaba en su mundo emocional y en los hechos de su biografía para construir su identidad a través de la palabra, este libro puede considerarse como el cierre de todo un ciclo poético, en el que la mirada de Carmona se abre ante el mundo con su lucidez habitual, más allá de los límites aparentes de la ceguera. El título del libro alude a un mundo hostil donde el hombre necesita prepararse física y mentalmente para resistir toda clase de amenazas, así como el caballo, para sobrevivir a los grandes predadores de la sabana, tuvo que desarrollar un camuflaje de rayas hasta convertirse en cebra.


La primera sección del libro, Pecado cognitivo, remite a la vieja idea del conocimiento como pérdida de la inocencia. La evolución cognitiva desde los primeros antropoides hasta el Homo sapiens, que el cristianismo representa con el mito del pecado original o la caída de un estado primigenio, permite que el individuo humano desarrolle la conciencia de sí mismo a través de su inteligencia y de su voluntad, pero a la vez lo separa dolorosamente de la unidad absoluta con la naturaleza. Así lo explica Hegel en su Filosofía de la religión: La caída no es algo contingente; es la historia eterna del espíritu […]. Es el mito eterno del hombre, por el cual se hace precisamente hombre.  Y el poema que inaugura Caballo muta a cebra, titulado como su primera sección, lo expresa con meridiana claridad: El milagro cognitivo había alterado / las costumbres. Sapiens, / aferrando la lanza con su ala / desde la cúspide de los alimentos, / hacía guardia entre la basura / de sus antepasados. / Rastreó sus propias huellas adelantadas / y nada tuvo sentido sin la penitencia / del pecado cognitivo.

Sin embargo, a diferencia de Hegel, que consideraba la caída como una fase necesaria para el progreso del espíritu humano, el poeta vincula esta pérdida de la inocencia a una visión pesimista de la historia. Cuando el hombre abandona el estado de naturaleza para crear la civilización, la historia comienza con su innumerable sucesión de conflictos y desigualdades. Por este motivo, el poema Escritura celeste se refiere al voraz apetito del Neolítico asesino, pues en este periodo las desigualdades y los conflictos aparecen junto al excedente agrícola y ganadero (es decir, cuando la humanidad comienza a producir más de lo que necesita para su subsistencia), desatando la codicia y la violencia entre los hombres. De este modo, el poema traza una línea recta que va desde el Neolítico hasta la actualidad, sobre la base de que los conflictos históricos, en esencia, apenas han cambiado en ese largo periodo. Al mismo tiempo, el hombre modifica su entorno, seleccionando las especies que se convertirán en vegetales de cultivo y animales domésticos: como dicen los versos de Escritura celeste, el trigo afirma ser el cabello de la tierra, la miel es defendida por un zumbido inquietante o el gato araña un contrato de servicio.
En la segunda parte del libro, Ideología, Carmona describe su toma de postura ante la realidad en la que vive, de manera que su discurso poético da un salto repentino hasta la más rabiosa actualidad. En la controversia entre el arte puro y el comprometido, el poeta se decanta por una lírica sensible a los dolores del mundo, como si hubiera escuchado las palabras de Lorca en su última entrevista, concedida al periódico El Sol en junio de 1936, dos meses antes de su asesinato: Ningún hombre verdadero cree ya en esta zarandaja del arte puro. En este momento dramático del mundo, el artista debe llorar y reír con su pueblo. Hay que dejar el ramo de azucenas y meterse en el fango hasta la cintura para ayudar a los que buscan las azucenas. 

En este sentido, el poema titulado como esta sección, Ideología, nos introduce en el mundo enfermo y convulso que nace de la gran recesión económica de 2008: este mundo, enteramente desgarrado por la ideología neoliberal, destruye la cohesión social a través de la distribución masiva de la pobreza y el individualismo despiadado. De hecho, esta ideología se ha convertido en una maquinaria espantosa que amenaza el futuro de la especie humana, como el poeta reconoce: Y aquí estoy / al otro lado de estatuas amenazadas / por palomas amenazadas / por mendigos amenazados / por la cordura de los ojos locos de los obreros amenazados / por la cordura de los ojos locos de los hambrientos / amenazados por tumbas. En cambio, Carmona propone una ideología personal que se basa en la huida hacia una realidad transformada por la imaginación, donde la capacidad para descubrir la belleza de las cosas se impone sobre la lógica asesina del poder: Huir lejos de la capa oscura, donde / a los vestidos nuevos no los amenacen los harapos / y la sonrisa de piedra encuentre labios de carne. Por lo tanto, desmentir y desmontar las bases ideológicas del neoliberalismo constituye una operación necesaria para desarrollar una acción política efectiva, que devuelva sus derechos a los desposeídos y ponga de nuevo la idea revolucionaria de fraternidad en el centro de los valores sociales.

Una vez que ha descubierto la impostura neoliberal, el poeta debe enfrentarse a la hegemonía cultural de los conservadores, así que en su poema El cobarde no teme definirse como un cobarde ante los que defienden los mitos del amor a la patria y el heroísmo de la guerra, cuya única finalidad consiste en servir a los intereses del poder ensalzando el asesinato como un presunto deber ciudadano. Todo el texto se configura como una réplica a un interlocutor desconocido, que encarna unas ideas antagónicas a las del autor. Frente a los nacionalismos de todo pelaje, que sólo desembocan en la marginación y el exterminio del otro, Carmona afirma su credo humanitario y cosmopolita, hijo de la razón ilustrada: Cuando me llamas cobarde y me envalentono, / y mantengo que hay una sola Tierra y un solo hombre, / combato con la palabra el filo de la ignorancia. En un momento como el actual, cuando Europa debe elegir entre los promotores de un fascismo de nuevo cuño, que gritan a voz en cuello el discurso del odio, o entre los que abren sin miedo sus brazos para acoger a los inmigrantes y los refugiados, las palabras del poeta dan cumplido testimonio de su elección vital.

Esta sección se cierra con el poema Informe para Claudio, un texto dedicado al poeta y cantautor Claudio Briones, que en los últimos años ha prestado su colaboración artística a Carmona, musicalizando sus poemas y realizando numerosas actuaciones a dúo. Desde la amistad y la experiencia, el poeta maduro brinda consejos a su joven amigo para sobrevivir con dignidad en este mundo enfermo y convulso: Que no olvides denunciar y buscar el consuelo / en la piel del árbol. / Y que la nube violeta que te sigue / derrame sus pétalos en tus campos. / Que, por fin, / si descubre un antropólogo / al cabo de unos milenios tu osamenta, / que vea las huellas de tu valentía / y las heridas de tus miedos.
La tercera parte, Enero, se compone de un solo poema homónimo, que remite al mes en que nació Carmona. Enero se presenta como el más decisivo de los meses, que actúa como bisagra entre el pasado y el futuro, pues obliga al poeta a reflexionar sobre el universo y sobre sí mismo, dirigiendo su mirada hacia el año que ha terminado y hacia el que comienza. Sin embargo, tras meditar sobre ambas dimensiones del tiempo, el sujeto poético llega a la conclusión de que los calendarios no aportan ninguna novedad a la vida del universo ni a la suya propia, pues todas las cosas permanecen sumidas en un eterno presente: el que marca el ciclo incesante de creación y destrucción al que se encuentran sometidas. Refiriéndose a sí mismo en tercera persona, sostiene una visión del mundo semejante a la idea del eterno retorno, la misma que ya defendieron Nietzsche, los estoicos o las filosofías orientales: Y llegó tarde al calendario porque quiso. / Si la memoria no me engaña, Enero, / no se sabe por qué, fue condenado. / El mes es una vía que repta en el desierto. / Llega al mar. / Destino mío: ¿estaba escrito? / Si no es así, se está escribiendo.

En la cuarta sección, Acecha la vida eterna, el poeta aborda el tema de la muerte con la inmortalidad como su correlato inseparable. Más allá de cualquier deseo de trascendencia, el poeta percibe la idea de una vida eterna como una condena en sí misma, así como sucede en el famoso relato de Borges El inmortal, cuyo protagonista, después de haber alcanzado la inmortalidad bebiendo en un río mágico, vaga sin descanso por el mundo hasta encontrar un segundo río cuyas aguas lo devuelvan a su condición de mortal. Por lo tanto, la única forma de pervivencia más allá de la muerte que le resulta aceptable consiste en reintegrarse a la naturaleza, para que su materia y su energía vital se incorporen al resto de los seres, como se manifiesta en el poema Dónde iba yo sin ella: Yo, / como quien recorre el Mundo / y visita Melilla y Samarcanda, / pasearé las orillas de todos los mares; / llenaré de aire mis pulmones para respirar / como los campos; me quedaré / en la tibia humedad del Cámbrico.

La quinta parte, Entre enjambres de mosquitos y rugidos, ahonda todavía más en el tema de la muerte, pues deja de enfocarla como un hecho general y abstracto para considerarla como una vivencia única e irrepetible de cada individuo. En esta sección destaca el poema Han saltado las máscaras de pronto, en el que el sujeto poético se refiere a sí mismo en segunda persona, presentándose como la sombra de su propia voz, ocultándose detrás de sus palabras como una sombra detrás del cuerpo que la proyecta. Esa voz lleva a cabo un ejercicio de introspección que la cambia radicalmente, pues conocerse a sí misma y descubrir el mundo más allá de las apariencias supone todo un descenso a los infiernos: Bajaste al pozo y al volver / no eras el mismo. / Has aprendido muy tarde, no sé si para bien, lo que eres. / Has aprendido muy tarde, no sé si para mal, lo que hay. Al mismo tiempo reaparece el desencanto con la civilización, cuyo progreso ha degenerado en una suerte de barbarie tecnológica, que el poeta denomina el sofisticado tormento de los diez mil cuchillos: / conciliación de la civilización / y del placer infantil de la tortura. En esta situación, el poeta desea retornar en algunos momentos a una forma de vida animal o primitiva, lejos de la sociedad actual, pero al fin y al cabo la escritura se confirma como su única tabla de salvación, pues sólo ella puede guardar su memoria más allá de la muerte, como declaran los versos del poema: Así que me fui dejándote vivo. / Sin sombra pero vivo / y sin libro de oraciones y sin misericordia 


En la última sección del libro, Del corazón, se recogen varios poemas dedicados al amor y a los vínculos familiares. Por ejemplo, en el poema Si en algún cruce, el autor agradece a su esposa los años compartidos, el afecto que se materializa en los hechos de la vida cotidiana: Hay que reponer y tu piel reclama la mía / justo cuando una flecha me hiere en una de tantas batallas, / pero bebes mi sangre y soy yo el que resucita / y te beso los pies y después me introduzco en tu corazón. Por lo tanto, se evidencia que el amor no consiste en buscar un alma gemela, sino una persona de carne y hueso a la que se pueda aceptar en toda su realidad para fundar una vida en común, evitando las idealizaciones que sólo conducen al desencanto.

En definitiva, Caballo muta a cebra, detrás de su diversidad temática, guarda la unidad y la coherencia de un discurso ideológico y poético basado en la autenticidad, en la correspondencia más fecunda entre la vida y la escritura. Esta autenticidad se consigue huyendo de dos extremos igualmente perniciosos: el formalismo vacío, que convierte la poesía en un mero artificio verbal para deslumbrar al lector, sin apelar a su reflexión ni a sus emociones; y el confesionalismo estridente, que transforma la escritura en un repertorio de anécdotas banales, impidiendo que el poeta realice la tarea de dar un sentido más puro a las palabras de la tribu, como decía Mallarmé en su poema La tumba de Poe. En este sabio término medio se encuadra el libro de Antonio Carmona: yo sólo puedo animarles a leerlo con la atención y el respeto que merece la verdadera poesía.


Ramiro Rosón





 

 

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