domingo, 2 de abril de 2017

LOS JUECES ESTÁN LOCOS: LO DICE LA PRENSA



LOS JUECES ESTÁN LOCOS: LO
 DICE LA PRENSA
ANÍBAL MALVAR
Andaba yo un poco preocupado con El País por su aparente silencio alrededor de la tuitera Cassandra Vera, condenada a un año de prisión y siete de inhabilitación por unos tuits sobre Carrero Blanco. Ni un editorial ni un articulista habían tratado el asunto, como si este atentado judicial contra la libertad de expresión no fuera con el periódico ni con el periodismo. Esta mañana, cuando mi ornitorrinco doméstico me trajo los periódicos a la cama, se me pasó el sofocón: “[Hay] instituciones judiciales que están demostrando tener muy poco sentido común”. Lapidario.

Que un juez aislado te salga Roy Bean o un ministro tenga un ángel de la guarda puede entenderlo cualquiera. El derecho individual a enloquecer es uno de los fundamentales. Otra cosa es que se te vuelva majara toda una institución, en este caso, la Audiencia Nacional, como denuncia El País: los que juzgan el terrorismo, el crimen organizado, el narcotráfico y otras grandes fechorías están instalados en la vesania, en la demencia, en la enajenación y en el desvarío, nos viene a decir con más fineza, pero no menos contundencia, el periódico que dirige Antonio Caño.

ABC, sin editorializar, deja en manos del escritor ultraconservador Juan Manuel de Prada el análisis de la sentencia: “No es solo una desmesura, sino también una ridiculez”.

La Razón, sin embargo, se ha limitado a dar la noticia en un faldón irrelevante sin aparato opinativo simultáneo ni posterior. Y casi mejor, si queréis que os diga.

En El Mundo, Teodoro León Gross no solo critica a “los tres jueces ya bastante desacreditados de la AN”, sino que apunta certero a “la ley reformada a su antojo por el partido gobernante con el rodillo de la mayoría”. La jefa de opinión del diario, Lucía Méndez, convierte la condena en “la piedra de toque de la libertad de expresión en España”. Y a Jorge Bustos le parece, sencillamente, “un disparate”.

Estos días en los que vuelve a estar en la agenda la discusión sobre la naturaleza democrática o dictatorial de la Venezuela chavista, resulta inquietante vivir en un país en el que la opinión mediática de derecha a izquierda se pone unánime para denunciar que la AN está poblada de jueces locos que sentencian “disparates” sin “sentido común” que atentan contra “la libertad de expresión”. Que la justicia de este país pueda ser adjetivada así por los medios del stablishment debería hacernos pensar que España necesita ser sometida al mismo debate que Venezuela: a ver si esto no va a ser tan democracia como nos creemos.

La buena educación

El debate político de fondo de nuestra prensa más ultramontana ha girado, sin embargo, más en torno a si los diputados de Podemos son suficientemente educados. Largas y delirantes páginas se han dedicado esta semana al tema, tras la discusión mantenida en la sesión de control del miércoles entre Soraya Sáenz de Santamaría y la podemita Irene Montero.

ABC abría este jueves su portada bis con el tema: “Las malas formas de Podemos en el Congreso exasperan a los diputados”. Y un inquietante: “Sus salidas de tono obligan a los demás partidos a tomar medidas”. En La Razón titulan exactamente en la misma línea: “Santamaría afea Montero los malos modales de Podemos”.

La sesuda discusión sobre la urbanidad y propedéutica política de Pablo Iglesias y compañía ha sido bebedizo alucinógeno para algunas de las plumas derechistas más afamadas. Jaime González, en ABC, inunda de testosterona machista su análisis de la refriega parlamentaria. “Desconozco si Irene Montero hizo lo propio [consultar] con su oráculo de cabecera. Es de suponer que sí, en cuyo caso habría que exigirle responsabilidades a Pablo Iglesias por el revolcón sufrido por su portavoz parlamentaria”. Ha nacido un nuevo Salvador Sostres (y ya son varios).

En La Razón, José María Marco titula Modales una columna en la que llega a equiparar a Montero con una prototerrorista dialéctica: “Al Parlamento se va a argumentar, a escuchar y a negociar, no a ejercer la violencia, por muy simbólica que sea”.  Estuve repasando el video del combate Soraya vs. Irene para rastrear la presunta violencia que observa Marco, esperando encontrarme algo parecido a una lucha a escañazos entre dos señorías con los blazer hechos jirones, y lo único que hallé fue un intercambio bastante incongruente y alborotado de voceos. Violencia sí vi en el Parlamento en otras ocasiones. Violento me pareció el “que se jodan” de Andrea Fabra a los diputados que se oponían a la reforma laboral. También el intento desmelenado y poligonero, ya hace años, de Rafael Hernando amenazando hostias a Alfredo Pérez Rubalcaba. Y, ya cayendo en el remoto pasado de nuestra ejemplar Transición, recuerdo a un diputado espontáneo llamado Antonio Tejero liándose a tiros, azuzado por el general Alfonso Armada, preceptor de nuestro rey emérito Juan Carlos. Aquello sí que era violencia. Qué tiempos, amigo Marco.

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