lunes, 21 de mayo de 2018

TEJADOS DE PARÍS

TEJADOS DE PARÍS
José Rivero Vivas
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(
(Del libro: Verso Prim
Inédito.
Obra: P.01 (a.001)
Sección: PREHISTORIA
Hacia 1957-60)




TEJADOS DE PARÍS

¡Oh, Tejados de París!
Todos de vertientes grises:
¿Queréis tal vez competir
con el cielo, neutro y triste,
o el estado reflejáis
de las almas que abrigáis?

En vuestra uniformidad,
causáis envidia a las nubes;
aunque de faz similar,
carecen de lo que os cubre:
esas chimeneas rojas
que vuestro sencillo aspecto
destacan sobre la urbe.

El sol, que suele brillar
sólo en días despejados,
os incita a fulgurar
con sus poderosos rayos.
De los cirros caprichosos
os sentís serios hermanos,
los llamáis sin sospechar
la inquina de su regalo.

Raudos ocultan al rey,
al juntarse presurosos;
dejan que la lluvia caiga
para bañaros de gozo.
Vosotros, nobleza fiel,
a quien así os encarece,
con amor los consentís…
¡Oh, Tejados de París!

Yo admiro vuestra bondad
para con quien rivaliza
la gama bella, homogénea,
de vuestra indemne divisa.

Miedo a las almas estrechas
infundís, sin pretenderlo.
Ninguna os mira cual yo,
que os ven con cursi recelo.

En cada tono grisáceo,
diferente, pero igual,
oculta late una vida,
que es leyenda, es historial.

Si las altas chimeneas,
o las torres eclesiásticas,
os quisieran anular,
gritad fuerte, con pujanza:
¡No podréis jamás, gigantes,
contra los sueños al alza
de tanto habitante divo!
Son muchos los que, prendados,
aprontan su circunstancia
en solidaria amistad:
se afianzan en su atalaya,
y apartan de la rutina
a cuantos viven en casa.

No priman por lo numérico,
sino por la mezcolanza;
los altivos residentes
mirad, junto a los que cantan:
¿Quién llega a tocar su espíritu,
su corazón, su esperanza?
Somos nosotros, tejados:
nos temen, como nos aman;
nos miman, cual  nos rezongan:
sin frivolidad mundana.

¡Oh, Tejados de París!,
que las almas anegáis
de pensamientos sublimes
y ansias de vivir en paz.
Yo admiro vuestro color
de verde y azul mestizo,
cromo monótono puro
que alterna con tul rojizo.

Procurad por siempre amparo
de festivos pobladores;
mostrad estima a los dengues,
y a quien inconsciente os odie.
¡Bravo!, aclamad los poetas,
que os comentan en sus letras,
cuan las nubes bendecís…
¡Oh, Tejados de París!

José Rivero Vivas
París, febrero de 1960
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