EN VEREDAS DE LA
INFANCIA.-***
RAFAEL ZAMORA MÉNDEZ
EL LÍRICO E INSPIRADO POETA ZAMORANO, DR.
ILDEFONSO ESTEBAN ,
Hace
ya un comprobado distante tiempo, que le ofrendara unos sentidos versos a la
muy progresiva acogedora localidad herreña estratégicamente ubicada en Frontera
de El Golfo -exaltando sus pintorescas virtudes paisajísticas-, logrando el
que, con ello, me excitara sobremanera, al conseguir, rememorar algunos de los
renovados rincones que, por él señalados, tuve la venturosa y juvenil
oportunidad de haberlos podido disfrutar plenamente.
Su
descriptiva elegía, trajo a mi mente las agradables remembranzas de un ya
pasado tiempo transcurrido que, por desdicha o imperiosa ley de vida, nunca
jamás podrán de nuevo volver a retornar.
Mis
adolescentes memorias, casi infantiles, me trasladan hasta ese añorado
rinconcito familiar, enclavado en el fecundo, mencionado y próspero Valle,
cuando todavía existían los añorados abuelos, LOLA y RAMÓN; en la obsequiosa
compañía de los atentos tíos, MERCEDES y RODOLFO quienes, amorosamente, me
albergaban con notorio regocijo, durante los largos veraneos de mis tan
ventajosas vacaciones estudiantiles salesianas.
¡De
qué manera, saboreaba aquellos apetitosos duraznos de la época que, sin el
menor asomo de la maligna “mosca blanca”, se me ofrecían, colgantes de sus bien
mimados árboles, brindándome a raudales, las más variadas clases de sus muy
jugosos sabores!
Desde
muy anticipadas horas de la despierta mañanita, cestos en mano, nos
encaminábamos en busca de los melosos higos blancos, abiertos nogales o
seductivos cotios, amén de recoger con insuperable calma, la suficiente
hierbecita fresca, para las productivas
cabritas domésticas.
En
los yantares, larga mesa, familiarmente colocada bajo unas frondosas verdes
parras en alto, plenamente cargadas de exuberantes y magnos racimos de dulces
uvas blancas, todavía paladeo unas secas morenas refritas, a las cuales, había
que tenerles el suficiente respeto como para saber ir quitándoles con sumo
cuidado, los apegados oteros de sus difíciles y punzantes espinas
En
las sosegadas tardes de sol, subíamos una enmarcada y empinada vereda, rumbo
hacia a la típica atalaya que, en la cúspide de su rojiza montaña, a
determinadas horas y, desde su alto campanario, ejercitaba unas fuertes sones,
capaces de hacernos convocar, para así, iniciar unas amenas tertulias entre
todas las alegres zagalas y despiertos mozos, para hablar de Jorge Negrete,
Pedro Infante, María Félix y todo aquel ingente tropel de artistas mejicanos
que en ese período, invadían las pantallas en la Capital de la Provincia y,
que...mucho más tarde, el siempre recordado ANTONIO ÁLAMO, con el sabio
asesoramiento de Don Manuel Marrero, padre, nos proporcionara el inmenso favor
de hacernos disfrutar de esas y otras muchísimas cintas que, a fuego, han
quedado impresas en el mismo fondo del agradecido corazón.
A
este respecto, es muy digno de hacer mencionar aquí, el colosal trabajo
informativo y visual, nacido de la descriptiva pluma del ágil escritor nativo,
MARCELINO GUTIÉRREZ QUINTERO, con una obra que, magníficamente, recopila, paso
a paso, todo el histórico acontecer cinematográfico de la isla.
¡Lo
de la vetusta Plaza de “Las Lapas”, la de la “Cruz”, asentada firmemente en el
seco cemento de una rústica peana, es la inquieta manivela del Tiempo la que me
remonta hasta la edad de los doce años, cuando, puesto en pie, en aquellas
memorables noches estivales, a corro repleto de personas, lanzaba mis
improvisadas disertaciones y antiguos poemas que, solían ser escuchados bajo el
impresionante silencio de una recóndita y mística mudez!
Por
allí, desfilaron los cincelados rostros de las entusiastas tías INOCENCIA,
ANTONIA BERNARDA y LUÍS ZAMORA.
De
los primos, ANGÉLICA e ISIDRO; de la sabia maestra de escena, ÁNGELES
FERNÁNDEZ; de las vocacionales intérpretes y colegas, PANCHA CEJAS, MARÍA DEL
PILAR RODRIGUEZ FERNÁNDEZ, LUÍS ESPINOSA, JUANOLA y, otras tantas y tantos que,
después de muchas y largas noches de festivos ensayos, estrenábamos teatrales
piezas de mi propia inventiva, aventurándonos luego a representarlas en una
vacía casita que más tarde, serviría como flamante sede de Correos o, en el
amplio salón del abuelo, para cobrar entradas y con el producto recolectado,
efectuábamos luego unas espléndidas merendolas y rumbosos bailes, bajo los
candentes focos de los prácticos “petromases” y, en uno de aquellos jubilosos
saraos, allí, por primera vez en mi vida, tuve la dichosa oportunidad de poder
escuchar, cantando unas sentimentales malagueñas, a mis decididas tías, CARMEN
MÉNDEZ MACHÍN y EVANGELINA ZAMORA, de las cuales, ya había tenido las mejores
referencias como excelentes intérpretes y buena voz.¡
¡De
qué talante las encumbraban nuestros contiguos vecinos, ANTONIA PÉREZ, PEDRO
REBOSO, CAYO, su dulce madre, Dña.MARÍA, diligente ESPOSA y... hasta el propio
JUAN MACHÍN, el apreciado consanguíneo del “Pierrisco”, personaje intrépido,
valeroso y fraternal
¡Perdurables
añoranzas que, en este detallista comentario, juntos, aquí, hemos recorrido y,
a buen seguro que, también, muchos de ustedes, aunque sea en distintas
latitudes y diferentes lugares, habrán retornado a unos muy arrinconados
tiempos que, merced a la magia de la aguda mente o, del inquieto pensamiento,
han sido capaces de haber sido transportados hasta ellos!
Y
es que... ¡la pubertad, no es un número reducido de años, sino un solidario
clima, expresamente exclusivo que todos solemos llevar en el sensible fondo del
adecuado corazón!
Rafael
Zamora Méndez.-
08-Diciembre-2.017
Una vez más, impulsado por la mayor gratitud, saludo a este gentil escritor y buen AMIGO que me digna publicando mis más íntimos y gratos recuerdos de la añorada infancia
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