CONFESIÓN
Jesús
Cintora
Mientras
miramos a Catalunya, la precariedad del empleo sigue siendo la gran
transformación social del tiempo que vivimos. Nos la están colando. Bajan los
sueldos y hay que hacer malabares o sumar varios puestos de trabajo para intentar
llegar a fin de mes. Por eso, me niego a pasar por alto que la ministra Fátima
Báñez siga soltando estos días una serie de perlas ajenas a la realidad. Son
impropias del cargo que desempeña. Tanto como afirmar que "hay más empleo
y de mejor calidad". No es cierto, y gestionar nuestras cosas del comer no
es un acto de fe como las plegarias a la Virgen del Rocío.
Como
si una mentira repetida mil veces pudiera convertirse en verdad, la ministra
suelta que "España tiene la brecha salarial más baja de su historia",
"se firman más contratos indefinidos que temporales", "desde la
recuperación todo el empleo creado es a tiempo completo", "hay más y
mejor trabajo...". Báñez está desatada. Estas afirmaciones son un insulto
para el pueblo que le paga.
Con
estos antecedentes, la ministra de Trabajo soltaba esta semana en el Senado:
"Yo no sé si ustedes no se alegran de las cosas que están pasando en
España. Me da la sensación de que están hablando de un país diferente a este.
Quizás Venezuela, pero no la España en la que viven". En esa otra
realidad, para Báñez "el empleo que llega es mejor que el que se
fue", es "más estable" y "la recuperación es social"…
Es
extraño predicar que lo blanco es negro y al mismo tiempo presumir de devoción
a la Virgen. Más allá de que la ministra pueda luego confesarse, conviene
recordarle que hay mucha gente que lo está pasando mal y no acostumbrarnos al
embuste sin replicarle. Ahora que tanto se habla de "posverdad" y de
"fake news", como eufemismos modernos de la mentira, no deberían
salirles gratis a los que las repiten machaconamente siendo administradores de
la cosa pública.
Más
del 90% de los nuevos contratos son temporales. La temporalidad en la
contratación ha aumentado un 60% desde el inicio de la crisis. Los ingresos anuales
de los asalariados caen un 22% desde el estallido de la burbuja inmobiliaria y
para los jóvenes la caída es del 33%. El 70% de los hogares no siente la
“recuperación económica”. No es necesario apuntar muchos más datos que ofrecen
diversos expertos, porque basta ver en nuestro entorno cómo se ha precarizado
el empleo, salvo que no queramos verlo, porque no conviene.
Otra
posibilidad es vivir en otro mundo. Báñez pasa por ser la Ministra de Trabajo
que no ha trabajado fuera de la política. Una contrariedad para quien emprendió
la reforma laboral más dura para los trabajadores, con abaratamiento del
despido mientras ganan más los que más tenían. Quizás le cueste asumir la
realidad de un país con casi un 28% de la población en riesgo de pobreza o exclusión
social. Ni ellos, ni los que siguen en el paro están para celebrar la
“primavera del empleo”.
Agotada
la hucha de las pensiones, mientras la lógica nos advierte de los peligrosos
efectos de la precariedad laboral para las jubilaciones del mañana, Rajoy acaba
de decirnos en el Congreso que "las condiciones de vida de las familias
han mejorado". Báñez hace tiempo que anunció que la Virgen del Rocío
"nos ha hecho un regalo con nuestra salida de la crisis". No es
cristiano que la ministra nos regale mercancía averiada con un buen envoltorio.
A ella igual le vale que puede confesarse, pero a los precarios que Dios les
pille confesados.
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