POR: EDUARDO SANGUINETTI,
FILÓSOFO
Los
pobres, indigentes, desclasados, ancianos, en este milenio de las grandes
muertes, ¿qué espacio ocupan en la agenda de Mauricio Macri? La respuesta la
podemos encontrar en el accionar caprichoso y displicente de este presidente,
ante las prisas de los que viven al borde de la vida. Basta decir, no ocupan un
sitial de honor, ni siquiera al pie de página de la agenda de la administración
en curso.
Luego
de días de sangre y fuego, devenida de la violencia ejercida por las
denominadas fuerzas de seguridad, aplicada a un pueblo que se manifestaba en
paz, haciendo visible su rechazo a la ley de reforma previsional que se
sancionó en Cámara de Diputados del Congreso de la Nación Argentina, sumado a
grupos de lúmpenes violentos, muy bien visualizados, que vaya a saber quiénes
los han instalado en estas marchas. Dicha ley, afecta a millones de jubilados,
en situación de desprotección y fragilidad.
A
horas de sancionada la ley, Macri dijo en la Casa Rosada en una íntima
conferencia de prensa, solo para afectos al oficialismo: “En Argentina se vive
un clima de paz…” agregando “creo en la paz”… sin eufemismos, no creo en las
palabras, ni promesas de este presidente, como tampoco siento ese clima de paz
que dice Macri “se vive en Argentina”. Creer en la paz tiene un significado y
significante, que no puede ser simulado, pues se relaciona con la actitud y
aptitud, cual acto de vida, que se encuentra en este caso puntual en antípodas
al ser y hacer de Macri y su circunstancia. Creo que este presidente se refería
a la pax, como el sometimiento que ejercitaba el imperio romano sobre sus
súbditos para garantizarse su propio orden y seguridad y enmascarar la
violencia.
Hablo
en estas líneas de la paz que se eleva sobre todo entendimiento y especulación.
No hay otra. La paz si es victoriosa, es una victoria que descansa en la
abdicación y en el renunciamiento voluntario, tan lejano al ser de Macri.
Los
pueblos desean paz para poder experimentar la vida en plenitud. La derrota del
opositor no da paz. La vida en paz para el hombre no comienza con la victoria
sobre el enemigo. La alegría da la paz.
Nadie
puede vanagloriarse de poseer alegría si no experimenta la paz. Y sin alegría
no hay vida, aunque se tengan cuentas en paraísos fiscales, sesiones de yoga a
domicilio, bottox aplicado a tiempo, capillas privadas y refugios nucleares…
¿conocer la paz? quizás el renunciamiento y la abdicación, el abandonarse, pero
hacerlo cuando ni siquiera se tenga conciencia de renunciar o abdicar, cuando
nuestro corazón pueda latir al ritmo del corazón del mundo y sus habitantes….
el día que Mauricio Macri renuncie a ‘algo’, volveré sobre este tema, que hace
a la vida en su núcleo sustancial.
Me
pregunto, luego ¿cómo continuará este relato?, donde todos los riesgos y
peligros de la historia acechan: la intolerancia, el fanatismo, el racismo, la
mentira, el simulacro, el silenciamiento sistemático, de quienes se oponen a
esta democracia procedimental.
Muchos
incautos o simplemente esclavos cómplices, tienen la esperanza que el libre
mercado, resolverá milagrosamente, en teoría de felicidad “a la carte” (Macri
Dixit), las tremendas dificultades que se presentan en el día a día,
sobreviviendo… apuntalan toda la desmesura del neoliberalismo, oportunistas
tendencias, emanadas por gurúes fabricados en la “tienda de accesorios”,
“chantas”, que aportan desde un resurgimiento gótico, el vegetarianismo,
veganismo, el budismo laico de Ikeda, Chopra y sus fórmulas de hacer dinero con
alegría; el arte por el arte, donde siempre los negocios marcan un horizonte a
alcanzar, en sincronicidad con las productoras de “sonrisas” dibujadas… para
los pasquines amarillentos, de las denominadas “celebrities”: putas de ocasión,
lanzadas por la infernal maquinaria neoliberal, para marcar tendencias en moda,
maneras y manías, impuestas a cualquier costo, incluso alcanzar el perder la
identidad y la pertenencia… todo es leve, menos la levedad.
La
ofensiva del capitalismo en las últimas cuatro décadas consistió en degradar y
fragmentar los espacios ganados por los trabajadores, con el inocultable
objetivo de abaratar el valor de su potencial de trabajo y generalizar la
precarización laboral. Esa ofensiva ha sido denominada como neoliberalismo, a
la que pertenece Macri y sus gerentes.
El
capital destruyó la individualidad, degradó el paisaje del planeta y por
decreto eliminó la historia de acontecimientos trascendentes que comunidades
enteras, plenas de ideales, habían logrado hacer en nombre de la igualdad, la
fraternidad y la libertad, hoy ausente, con democracias manipuladas y
gobernantes convertidos en gerentes de esta minoría que dicta, hace y deshace
en esta tierra.
El
racismo travestido como clasismo rige en el mundo, pues mientras se han
instalado como parte del lenguaje social y políticamente correcto, de orden
pluricultural, la condena de la discriminación racial o de género, el vivir en
una dictadura de clase es considerado muy normal.
No
importa que las corporaciones multinacionales exploten a los pueblos y además
sean culpabilizados por su calidad de pobres y por no llegar jamás a la cima de
la pirámide, donde conviven las mafias de los “triunfadores” del cabaret en que
se ha convertido este mundo.
Frente
a estas leyes que no aceptan la diferencia y dan lugar al clasismo como norma
de vida; frente a estas leyes no escritas ni promulgadas, el ensayo humano de
un grupo de psicópatas que someten a una humanidad desorientada, con sus magros
elementos para sobrevivir y permanecer en esta tierra, con leyes que actúan
cual límite de comportamiento y acatamiento solo para pobres y hambreados, sin
ninguna posibilidad de realizar una justa valoración del delito que se comete
día a día con sus existencias en el límite de sus vidas.
“Pobreza
crece en Argentina y desafía promesa de Macri”, se titula el artículo de
enfoque, de la Agencia Reuters, de hace un par de meses, escrita por Nicolás
Misculin y Brad Haynes, que analiza, con notable precisión y sensibilidad, los
trágicos resultados de vivir gobernados por “un rico que desconoce las
vicisitudes de los pobres” que “heredó un país con algunos de los mejores
indicadores sociales de América Latina”.
¿Acaso
se esperaba otra cosa de Macri y su grupo de gerentes?
El
relato de la historia del mundo nos indica que nada va a modificar los rumbos,
impuestos por el neoliberalismo reinante y sus representantes, hoy, en todos
los puestos de poder… con la inestimable ayuda y apuntalamiento de los medios
económico corporativos de información falaz y los Caballos de Troya, que se han
instalado hace décadas… Macri sabe de qué manera se logra arribar a un espacio
de poder, con ayuda de todos los que de un modo u otro, lucrarán con el temor
de un pueblo.
La
era del neoliberalismo, por la que transitamos, ha sabido imponer su filosofía
sin formularla, sin siquiera elaborarla como doctrina; su dominio impone un
sistema imperioso, totalitario, pero simuladamente incluido en la democracia…
se soporta la violencia de la calma, del silencio, de la exclusión, del
desarraigo.
Hago
mención de la promesa redundante de los políticos, prisioneros y rehenes del
sistema neoliberal: “creación de fuentes de trabajo”. Fórmula evidentemente
vacía de significado real y de “efectivización” concreta, definitivamente
perimida, pero no por ello menos insoslayable, pues dejar de mentir sería dejar
de creer en ello, despertarse para descubrir que se está viviendo una
pesadilla, tener que enfrentar la realidad brutal, el peligro inmediato, el
horror de la urgencia, frente a un mundo sellado.
Creo
es tiempo de darle a nuestras vidas, un real y verdadero sentido: sencillamente
el de la vida, la dignidad y los derechos. Es tiempo de investigar a la luz de
la verdad encadenada, sustraernos de la imposición de promesas y plantearnos
respuestas, que respondan a la prisa del instante y el destino de grandeza que
no dudo nos merecemos.
http://www.republica.com.uy/paz-y-pax/
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