EL CALLAR..
DUNIA
SÁNCHEZ
El
callar emerge cuando el amanecer va al encuentro de ella. Sí, ella, la de paso
vertiginoso por las aceras grises de una ciudad dormida. La acompañan sus
emociones, sus deseos, sus sueños, el rogar cotidiano de un halito de aire para
poder continuar. Se ve sumisa a sus
movimientos indeterminados, desquitado
de toda amenaza del parar. Hoy luce su cabellera azul, sus manos azules donde
algún anillo se perdió en el ayer. El
todo se ha puesto como ropa, el todo de sus esperanzas. Llega a donde quería,
caracolas lanzan sus gritos al viento pausado, tranquilo. Es invierno. La playa, vacía. Continúa en la
orilla dejando un rastro efímero de sus pisadas. Hace frío.
Hace poco dieron las campanadas de un nuevo año. Se sienta en la orilla y deja que el oleaje calmo con
sus espumas blancas la acaricie. Toma conciencia del ayer, de ese ayer de unas
horas. Todo es relativo. Se desabrocha
uno en uno los botones de su camisa, de sus pantalones vaqueros. El primer baño
del año. Se pone sus gafas de natación y adelante. Nada y nada hasta una barra
próxima a la playa, la playa vacía. Allí
se queda por un rato, le da igual lo gélido de la atmósfera. Saluda a las
ballenas y las gaviotas doradas del amanecer. Se siente amiga de ellas.
Simplemente la vida, la vida de la madre tierra. De nuevo se zambulle, regresa a la orilla. La
playa vacía, y su ropa donde la dejó, húmeda. Se viste y continua con su paso
hacía su casa. Abre la puerta. Silencio. Se ha traído una caracola y se la pone
en el oído. Estallan en ella la voluntad del puede ser…puede ser que mi abrazo
conmigo misma sea erupción de nuevos sentimientos, de una nueva lucha en el
callar.
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