POR:
EDUARDO SANGUINETTI,
FILÓSOFO
¿Qué
análisis, críticas, teorías, respuestas o incluso alternativas pueden oponerse
a esta realidad en la que permanecemos?… ¿y? Ninguna, sólo escuchar ecos, a lo
sumo en ¿efecto acústico? algunas variantes. Hay un estallido de sorderas, de
cegueras endémicas, estamos atrapados en una catástrofe sin precedentes, en una
fuga hacia un desierto concreto y real, de lo que denominábamos mundo.
Estamos
en situación de sumo peligro de dejar de “ser” lo que alguna vez en calidad de
especie hemos sido… al menos deberíamos vislumbrar de qué tipo de espectáculo
participamos, descubrir en la medida que nuestro talento, intuición y coraje
nos permita, saber hasta dónde llegarán los psicópatas robotizados que cumplen
funciones de gobernantes, hasta donde se arriesgarán a avanzar las
usurpaciones, las expoliaciones y la conquista de las mentes de miles de
millones de parias del “nuevo-viejo orden mundial”.
Como
van las cosas, presiento, sin ser hábil experto, tengo pocas dudas que esa
conquista está ganando la aprobación de multitudes que aceptan su
inevitabilidad… hace mucho tiempo que millones permanecen ciegos a las señales
evidentes que marca el punto de inflexión en la historia de humanidad, un final
en forma ordenada de todo lo que tenía de fantástico la aventura de vivir.
Sensación
de “orfandad” muy concreta se siente y percibe. Sensación de violencia se palpa
y es latente, por ejemplo, en Argentina, mi país… se percibe de manera clara la
falta de verdad, la ignorancia, la agresión, la justicia ausente, la desazón,
la contaminación real y metafórica, la eliminación de la libertad de expresión.
Se reprime y silencia a los que piensan diferente y también a los que piensan…
parece que la consigna es: “no pensar”, “ser leve”, “mentiroso”, “traidor” y
“cobarde”.
Hemos
aprendido que la estupidez es insondable, no tiene límites, es infinita. Me
pregunto: ¿a qué hay que volver o ir, a la desesperación, al escepticismo ya
existente o al exilio involuntario? Mezcla de huida, de equívoca esperanza en
un ¿regreso sin gloria? Todo ya lo hemos vivido con la dictadura, el
radicalismo-alfonsinista, el peronismo-menemista, la alianza De La Rúa y Cía.,
el kirchnerismo-peronista, todo, hoy potencializado con la administración del
PRO: todo conduce al nihilismo, al desarraigo, al exilio, a la anarquía, al
estoicismo como forma y acto de vida-sobrevida.
No
idealizo cambios, solo presiento. Y los presentimientos con bases sólidas
operan como aventadores de rutinas, prejuicios y miopías en planos generales
del pensamiento, poniendo en juego valores congelados en los escaparates de los
ideales perdidos.
Este
desarraigo brutal del régimen político por antonomasia de nuestros días provoca
contradicciones tremendas que se manifiestan como injusticias flagrantes y
permanentes ante la cual, los perjudicados, que son las grandes mayorías, sólo
les queda la resignación o la reacción violenta. Existe también una tercera
vía, mucho más árida, lenta y esforzada, que es trabajar en la formación de
cuadros políticos munidos de convicciones axiológicas. Una tarea eminentemente
metapolítica.
Sin
dudas el más inmenso y potente de los sentimientos, el más degradante y
destructivo, el que ha generado más desastres a lo largo de la historia de la
humanidad: el miedo.
En
el espacio de la política, el miedo, no es propiedad de las dictaduras, sino
parte de cualquier relación de dominación, incluso de una democrática… saber
articular el miedo, es un poderoso recurso del poder.
La
construcción de la historia, escrita con “miedo”, desdibujará lo realmente
acontecido y lo por acontecer en el devenir de la humanidad… el “miedo” es la
proyección de todas las miserias que se prolongan a lo largo de siglos… el
“miedo” en calidad de deidad suprema anima los actos de los pueblos… el “miedo”
hacia lo conocido, lo desconocido, fuera de espacio y tiempo: una ficción… el
“miedo”, que hace que los peores dicten en nuestras vidas.
Los
poderes, políticos, empresariales, mediáticos, con la consigna de instalar
“miedo” en el espacio de nuestras naciones, apelan al estado de “inseguridad”
en que vivimos: ¿Inseguridad? Espectáculo ultramediático, instalado por el
poder para potencializar el “miedo” que convive con el ciudadano, en una
existencia humillante y degradante…
Me
pregunto ¿cuánto más puede durar este momento?, donde todos los riesgos y
peligros de la historia acechan: la intolerancia, el fanatismo, el racismo, la
mentira, el simulacro, el silenciamiento sistemático, de quienes se oponen a
gobiernos psicopáticos.
No
importa que las corporaciones multinacionales exploten a los pueblos y además
sean culpabilizados por su calidad de pobres y por no llegar jamás a la cima de
la pirámide, donde conviven las mafias de los “triunfadores” del cabaret en que
se ha convertido este mundo.
La
vida en Latinoamérica tan limitada en sus fines e ideales, solo sigue fórmulas
ya perimidas, huyendo de la confrontación de ideas; pareciera condenada a
políticas neocoloniales, de sumisión y entrega… destruyendo vidas y rutinas de
pueblos con “miedo”.
No
nos engañemos, repensar, Argentina, o toda Latinoamérica, y porque no, el
mundo, significa establecer un diálogo con la “falsa modestia”, en fin, los
pueblos, con su “miedo” a cuestas, no aprenden a juzgarse ni tan ruda ni tan
duramente, sólo su cobardía… es “miedo” al “miedo”, los que llevan a las
personas a entregar su libertad, por un cautiverio en ¿seguridad?
No
nos convirtamos en víctimas, fracasados, cobardes, en la economía de nuestros
propios recursos en acción y discursos, marcando el trayecto de una historia,
la de nuestro tiempo, que se debate entre utopías y derrotas, entre voces,
silencio y “miedo”.
La
unidad social no se mantiene y crece por mucha libertad que haya si falta el
conocimiento de su verdad, y tampoco por mucho que se proclame y se enseñe su
verdad si falta la libertad. Siempre los fabuladores gobernantes pueden negar
lo que está vivo, basta con esperar algunos siglos para que la razón nos
asista…cuando se niega la vida, basta esperar. La muerte llega a tiempo,
siempre…
Desde
“un paraje llamado realidad”, siempre rebelde, les manifiesto a los mercaderes
de la pobreza y la miseria, que no se sojuzga y reprime a un pueblo con hambre,
no se asesina por la espalda contando el haber, la indiferencia y la mentira,
pues, como dice José Larralde: “Nadie habrá de ir más allá del cementerio”.
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