QUIEN NOS PROTEGE NOS
PEGA Y CALLA
DAVID BOLLERO
Escribía
ayer por qué a veces parece que una croqueta importa más que una mujer. Cuando
escribía esas líneas, todavía no se había conocido el último asesinato machista
en Azuqueca de Henares (Guadalajara), cuando un hombre, en presencia de sus
hijos, clavaba un cuchillo en el cuello de su pareja.
Podría
llenar páginas y páginas escribiendo sobre todo lo que se está haciendo mal,
pero son ellas, las mujeres, las que mejor lo vienen denunciando, en solitario
o a través de asociaciones que se han visto obligadas a fundar ante el
desamparo de un Estado que no está a la altura de lo que se espera.
Me
centraré hoy en el papel de la Policía. Sin menospreciar a quienes cumplen con
lo que se espera de su trabajo -tampoco vayamos a convertir en extraordinario
lo que debería ser normal-, los Cuerpos de Seguridad del Estado tienen un serio
problema que no parecen querer resolver: en sus filas continúan trabajando
indeseables que, no sólo empañan el buen hacer del Cuerpo, sino que lo ponen en
riesgo ante reacciones impredecibles del pueblo.
Uno
de los últimos ejemplos son las imágenes difundidas en redes sociales (ver tuit
inferior) en las que se puede ver cómo un agente en Valencia sacude tal bofetón
a una mujer sin muestras de ningún gesto agresivo que termina por tirarla al
suelo. Testigo impasible de la escena, otro agente.
Y
que hombre se debe sentir dándole una hostia a una mujer desarmada y la que
saca cabeza y media.
¿Tenemos
policía o matones de barrio con uniformes? pic.twitter.com/89YyGoGfsJ
—
¿Mala Yo Maluskaya Yokovznova? (@bsy_ladasa) 23 de diciembre de 2017
Ya
es grave que dos policías tengan este comportamiento, pero todavía es peor el
corporativismo y opacidad a que nos tienen acostumbradas las Fuerzas del Orden
en este tipo de asuntos. Identificados los agentes, la Policía Nacional no
concreta si abrirá expediente disciplinario/sancionador, tan sólo que las
investigaciones y sus conclusiones van para largo.
Hechos
como éste ni ayudan a mejorar la imagen de los Cuerpos de Seguridad del Estado
ni a concienciar al puñado de cavernícolas que todavía habitan este país y que
consideran que agredir a una mujer los convierte en superiores. ¿Tan complicado
resulta depurar de una vez por todas a esos Cuerpos que tienen en su haber
indeseables que siembran la semilla del odio contra quienes nos deberían
proteger?
Parece
ser que sí y quizás por eso cada vez que se acerca un Guardia Civil o un
Policía, uno cambia de acera o se pasa a otro carril. Cada vez que ustedes,
agentes, sufran algún desprecio aún teniendo una conducta intachable,
acuérdense de los dos compañeros de Valencia y recuerden qué condena y qué
responsabilidades públicas se realizaron por parte del Cuerpo. Y avergüéncense,
claro.
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