ENCUESTAS TITIRITERAS
Y PELIGROSAS
ANÍBAL
MALVAR
Desde
hoy, nuestros periódicos tienen prohibido publicar más encuestas. Ley
electoral. Dicha norma toma esta prevención porque, ay qué horror, parece ser
que leer encuestas nos altera a los votantes, nos desdemocratiza, nos aluna. En
el país que vive bajo un gobierno que dopó sus resultados electorales con
clembuterol robado al erario público, se demonizan las encuestas en víspera de
campaña. Como si fueran la peligrosa canción de un rapero. O una nueva modalidad
de terrorismo titiritero.
No
es que considere uno que el pueblo necesite encuestas más que respirar
democracia. Pero esto de vetarlas en tal o cual fecha da idea de cómo nuestra
legislación, nuestra vieja constitución, nos tutela como si fuéramos una masa
infantiloide dispuesta a aceptar caramelos drogados a las puertas del colegio.
Presuponer
que la lectura de una encuesta puede reconducir el sentido de un solo voto es
absurdo. Según esa regla de tres, tampoco se podrían publicar noticias políticas
en los periódicos de estos días. Todo lo que sea información –y las encuestas
son información a su manera– fortalece la práctica democrática. Permite macerar
sabiamente nuestra ideología hasta convertirla en voto. Pero todas estas normas
nacen del tardofranquismo, de su arrogancia tutelar tan reacia a considerar al
pueblo español lo suficientemente maduro como para manejar una urna. Sé que
esto de las encuestas es una chorrada. Pero también parecen chorradas los
primeros síntomas de las enfermedades terminales. Por eso conviene meditar el
porqué de ciertas fiebres. Estudiar la razón por la que algo tan inane como las
encuestas pueda ser catalogado como un juguete para tiempos prohibidos, que
diría Carlos Casares.
A
pesar de los pesares, la vida sigue sin encuestas. Saca hoy El Mundo una
información que viene a refrendar que la policía catalana espió los movimientos
de políticos rivales. Es decir, que mientras Jorge Fernández Díaz y Mariano
Rajoy espiaban a los líderes independentistas catalanes, Carles Puigdemont y
Artur Mas hacían lo propio con las gentes del PP. La información, firmada por
Fernando Lázaro, es fabulosa. Otra cosa es su interpretación. En el editorial
que le dedica al asunto el diario de la bola no se desliza ni una sola alusión
a las grabaciones al ex ministro del Interior con el ex director de la Oficina
Antifraude de Cataluña, Daniel de Alfonso: “Nosotros estamos investigando cosas
de Esquerra,pero son muy débiles… Esa es la verdad, ministro. Tenemos cuatro
adjudicaciones al hermano de Oriol Junqueras. Yo estoy intentando convencer
ahora al Grupo Planeta [La Razón] para que me haga una investigación, para que
no aparezca nadie y no sea nada sospechosa, de una información que me llegó,
que no sé si es verdad […], que es un enriquecimiento en el municipio de
Puigcerdà del padre de Oriol Junqueras con temas de terrenos y demás”. En algún
momento de aquella conversación –desvelada por este diario– Fernández Díaz
responde algo que refrenda nuestra fe en el sistema judicial español: “Esto la
Fiscalía te lo afina, hacemos una gestión”.
Pero
nada de esto es recordado en el periódico de Francisco Rosell, como si no fuera
preciosa la historia en que Mortadelo espía a Filemón y Filemón le pincha el
teléfono a Mortadelo. Somos una democracia tan afinada y ejemplar que nos
permitimos estas licencias. Lo peligroso son las encuestas. El conocimiento. La
información. Por cierto, si queréis leer encuestas prohibidas solo tenéis que
recurrir a la prensa internacional. No sé si os habéis enterado de que existe
un invento nuevo llamado internet. Nuestra ley electoral, por supuesto, no está
informada del tema. Solo una cosa
antes de despedirme: votad con mucho cuidado, que la democracia quema.
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