SIETE PREGUNTAS INCÓMODAS SOBRE ISIS Y LAS GUERRAS CONTRA EL
TERRORISMO
POR ÍÑIGO SÁEZ DE UGARTE
En
las guerras de Irak y Siria decenas o centenares de miles de musulmanes han
muerto en esas guerras civiles cuyo punto de arranque fue la invasión
norteamericana de Irak.
¿Es
el terrorismo yihadista el más peligroso?
Sí,
para los musulmanes. Hace unos días, ISIS asesinó a 37 civiles en Beirut en una
zona habitada en su mayoría por chiíes. En nuestros países, nadie puso en
circulación hashtagso campañas de homenaje. Incluso muchos medios titularon que
el atentado se había producido en una “zona controlada por Hizbolá”. No se
hacen hashtags por Hizbolá.
En las guerras de Irak y Siria decenas o
centenares de miles de musulmanes han muerto en esas guerras civiles cuyo punto
de arranque fue la invasión norteamericana de Irak. No lo olvidemos. El
derrocamiento de Sadam Hussein tenía como objetivo no ya acabar con una
dictadura, sino rediseñar las fronteras políticas de Oriente Medio e iniciar
una nueva era. “Seremos recibidos como libertadores”, dijo Cheney en marzo de
2003.
Fue
uno de los grandes errores históricos de siempre, a la altura de la invasión
soviética de Afganistán o la decisión de Hitler de lanzarse sobre la URSS.
Reforzó a Irán al llevar a sus aliados al poder en Bagdad y alentó una paranoia
creciente en los regímenes suníes sobre el creciente poder de los chiíes. La
campaña de bombardeos saudíes en Yemen debe mucho, casi todo, a esa
confrontación que se repite con distintas formas en varios puntos de Oriente
Medio y ha creado suficientes monstruos como para que nos atormenten durante
años. Siempre estamos a tiempo de crear más.
¿Es
ISIS, como antes Al Qaeda, un amenaza real e inminente para los habitantes de
Europa y EEUU?
La
horrible carnicería de París nos lleva a pensar que el terror tiene en este
planeta la forma de un joven musulmán fanático que hará lo que sea para matar a
un europeo o norteamericano. La realidad indica que eso no es cierto. En EEUU,
es más fácil acabar tiroteado por un compatriota.
Pero
hay muertes que no exigen lanzar una guerra universal.
Evidentemente,
si el que comete una matanza es un ultra cristiano, no hay que profundizar
demasiado. Es sólo un loco. Su odio no representa a nadie y aquí no hay nada
más que ver.
¿Nos
enfrentamos a una guerra que hay que afrontar como tal y sin contemplaciones?
Ese
es el punto de vista de los halcones y de los que piensan que no hay problema
estratégico que no se pueda solucionar matando gente. Son los que creen que
cada año nos enfrentamos al dilema de Neville Chamberlain y que ignoramos que
siempre hay que luchar contra el mal absoluto con las armas en la mano.
Desde
2001, los países occidentales han invadido Afganistán e Irak. Han lanzando sus
drones sobre Pakistán, Yemen y Somalia en una campaña permanente que nunca
tendrá fin. Han impuesto en Libia una zona de exclusión aérea que propició el
derrocamiento de Gadafi. Han tolerado la invasión saudí de Yemen. Han
reconstruido ejércitos como el iraquí que se han revelado como una banda
mediocre y corrompida. Han anunciado que el régimen sirio debía desaparecer,
ayudado a algunos grupos insurgentes y tolerado que saudíes y turcos armen a
los más peligrosos de los enemigos de Asad. Han lanzado una campaña de
bombardeos contra ISIS que lleva ya 8.125 ataques aéreos hasta el 12 de
noviembre (con un coste de 5.000 millones de dólares, una media de 11 millones
diarios), a la que ahora se ha sumado Rusia.
No
parece que en catorce años la ideología oficial de Occidente haya sido el
pacifismo. Sarkozy ha dicho que “nada puede ser como antes, debe ser una guerra
total”. Entonces, ¿cómo definiría lo que ya ha ocurrido desde 2001?
¿Es
una guerra contra el Islam en la que todos los musulmanes son sospechosos?
Nada
gustaría más a los yihadistas que se extendiera esa idea en Europa. No hay que
negar que muchos europeos piensan así, de lo contrario Marine Le Pen no
insistiría tanto en ello. Para ISIS, sí es una guerra de civilizaciones frente
al Occidente de los “cruzados” en la que pretenden reclutar a los musulmanes
para convencerles de que la “yihad” que les exige su religión no consiste en
esforzarse en vivir bajo sus preceptos, sino embarcarse en una guerra
permanente contra los infieles.
Precisamente,
eso es lo que sostenía una y otra vez Al Qaeda. Pensemos en todos los artículos
tras el 11S que nos alertaban de que la organización de Bin Laden pretendía
llevar el Islam al corazón de Europa, recuperar “Al Andalus” y sus glorias del
pasado. Era la guerra definitiva en la que la típica pusilanimidad europea
hacía prever un futuro oscuro.
Nada
de eso ocurrió. No hubo ningún Al Andalus yihadista. Los musulmanes de Francia,
Reino Unido y España no se rebelaron contra sus amos paganos. Bin Laden acabó
escondido en un chalé viendo cintas de vídeo, fue eliminado a sangre fría y su
cuerpo, tirado al mar. Su organización en Irak fue aniquilada (aunque
resucitaría con otro nombre, el de ISIS, gracias a ese Estado fallido que es
Irak y a la guerra siria).
Hay
otra forma de ver lo que Bin Laden consiguió por si nos da alguna pista sobre
lo que pasará con ISIS. En una época en la que a los líderes europeos les
cuesta dejar su huella, podríamos preguntar si no es cierto que Bin Laden
tendría razones, si siguiera vivo, para presumir de sus logros.
En
cierto modo, esa guerra permanente ha tenido en Occidente un precio terribleen
términos políticos, económicos y morales. Nuestros inmaculados valores se
defendieron en la prisión de Abú Ghraib desnudando a los presos y colocándoles
una correa en el cuello; en Haditha, Irak, asesinando a sangre fría a hombres,
mujeres y niños; y en las prisiones ocultas de la CIA aplicando el
‘waterboarding’ a los sospechosos de terrorismo.
Me
pregunto de dónde sacarán algunos que la prosperidad de Occidente nos ha vuelto
blandos.
¿Cómo
se alimenta la base ideológica del yihadismo?
La
superioridad racista y xenófoba que sienten los yihadistas tiene uno de sus
principales orígenes contemporáneos en el wahabismo saudí. A partir de aquí, no
es necesario escribir más. En estos momentos tan dolorosos sería de mal gusto
destacar que los valores republicanos franceses tienen un precio, eso sí, muy
alto. Francia venderá a Riad todas las armas que necesite, por ejemplo para
sostener futuras guerras como la actual de Yemen. Quizá esas armas vuelvan para
despertarnos de nuestros sueños dentro de unos años, aunque habrá quien diga
que somos inocentes. Lo nuestro sólo eran negocios.
¿Existe
una amenaza interior en Occidente, una quinta columna yihadista?
Si
fuera así, hace tiempo que atentados como los de Madrid, Londres y París se
habrían repetido con una frecuencia insoportable. Pero es cierto que Francia
tiene un grave problema. Cualquiera que conozca Londres y París conoce las
diferencias entre ambas ciudades, sabe que en la capital francesa una
generación de jóvenes, hijos y nietos de inmigrantes, ha crecido en su rechazo
al Estado y el odio al único organismo público con el que tienen relación, la
Policía. No conocen nada de laégalité y fraternité que aparecen en las grandes
declaraciones de los políticos.
Los
poderes públicos sí hacen promesas, muchas, sobre la necesidad de que el Estado
no abandone a las banlieues. Diez años después de los disturbios de 2005,“nada
ha cambiado”.
Muchos
de esos jóvenes se conforman con una cierta violencia de baja intensidad con la
que responder a las injusticias, sean reales o exageradas. Algunos pueden ir
más lejos y el Estado empieza a temer que sean demasiados como para
controlarlos.
¿Significan
los atentados de París que ISIS está más fuerte que nunca?
En
los últimos días, los yihadistas han sufrido claras derrotas en la guerra
siria. Una, ante los kurdos de las milicias del YPG, con el apoyo
norteamericano, en la localidad de Sinjar, y la segunda en la provincia de
Alepo, donde el Ejército ha levantado el sitio de la base de Kuweiris.
No
está más fuerte que hace seis meses. No tiene ninguna posibilidad de avanzar
hacia Damasco, mucho menos con el apoyo aéreo ruso a Asad. EEUU está aumentando
sus suministros a los kurdos, su única manera de debilitar a ISIS sin
fortalecer al mismo tiempo a Al Qaeda o Asad.
Pero
hay que aceptar que mientras haya una guerra en Siria y el Estado iraquí sea
incapaz de controlar su territorio, ISIS seguirá existiendo.
Cabe
una posibilidad muy preocupante, que los yihadistas decidan que su “califato”
no verá aumentar el territorio que controlan en Siria, y que su próximo campo
de batalla está en Europa. Que quieran emular a la Al Qaeda de Bin Laden y su
proyecto de atacar al “enemigo lejano”. Causarán mucho dolor, pero correrán el
mismo destino.
Enlace
con el artículo
No hay comentarios:
Publicar un comentario