LUEGO DEL TERROR EN PARÍS, FRANCIA REDOBLA SU POLÍTICA GUERRERISTA
POR LEANDRO ALBANI:
Los
atentados en París desataron el recrudecimiento de las políticas guerreristas
de Francia, Estados Unidos y sus aliados. La respuesta del gobierno galo son
los bombardeos que ya se sienten en Siria.
El
zumbido cortó el aire desde las alturas y cientos de kilos de bombas cayeron
sobre territorio sirio. La aviación francesa cumplió al pie de la letra los
llamados de venganza del gobierno de Francois Hollande y los ataques este
domingo fueron descargados sobre la ciudad de Al Raqqa, el bastión y capital
del autodenominado Estado Islámico (EI) en Siria.
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Otra
vez, los bombardeos que estremecen al pueblo sirio. Bombardeos que no tienen la
aprobación del Consejo de Seguridad de la Organización de Naciones Unidas (ONU)
y mucho menos del gobierno de Damasco. Bombardeos que son la respuesta del
Ejecutivo francés al masivo atentado del viernes pasado que dejó 128 muertos en
París y una nueva ola de paranoia, a 10 meses del ataque contra la revista
satírica Charlie Hebdo.
No
caben dudas que el Estado Islámico es la nueva fuerza a combatir. El
enfrentamiento contra los mercenarios regenteados por Abu Bakr al-Baghdadi
(líder del EI) lo llevan adelante diariamente el Ejército sirio, las milicias
kurdas YPG/YPJ, los Peshmergas de Irak y las células de la organización
libanesa Hezbolá. Porque poco ha hecho Francia y sus aliados de la Organización
del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) para contrarrestar las masacres
cometidas por el EI. Y ahora, ante el horror mundial, Francia, la nación
golpeada por el propio Estado Islámico, se atribuye el derecho a bombardear los
países que “sospeche” son cómplices de los grupos terroristas.
Tanto
desde el gobierno francés como de su principal aliado, Estados Unidos, existe
una capacidad admirable para generar confusión y paranoia. Las pruebas
presentadas por Siria sobre la vinculación de esos dos países con los grupos
terroristas todavía duermen sobre los escritorios en los despachos de la ONU.
Investigaciones periodísticas revelaron hace bastante tiempo que Francia arma y
financia a las organizaciones irregulares en Siria, con la salvedad de que las
considera “moderadas”, como es el casi extinto Ejército Libre Sirio (ELS).
¿Pero
en la nación árabe existen estas agrupaciones “moderadas”? De ninguna manera.
Con el avance del Estado Islámico, decenas de grupos terroristas menores fueron
asumiendo el liderazgo de Al Baghdadi, por lo cual la “ayuda” a esos sectores
termina en las arcas del Estado Islámico. Es común también que los mercenarios
vayan cambiando de grupos, por lo cual el envío de armas y dinero por parte de
Washington y París nunca se sabe públicamente a manos de quiénes van a parar.
La
historia de los “enemigos” por parte de las potencias imperiales es conocida.
Estados Unidos financió, vía Pakistán, a los muyahidines afganos para derrotar
a las tropas soviéticas que se encontraban en el país. Alcanzado este objetivo,
la Casa Blanca solventó con dinero y armamento a los talibanes para que
derroquen a los comandantes muyahidines que controlaban Kabul.
Francia,
más cerca en el tiempo, se había convertido en un importante socio de la Libia
de Muammar Al Gaddafi. Pero al mismo Estado francés no le tembló la mano para
enviar oficiales, dinero y armamentos a las milicias islamistas que, junto a la
OTAN, asesinaron a Gaddafi y en apenas ocho meses destruyeron a una de las
principales potencias económicas y sociales de África. Hoy Libia es campo de
entrenamiento y reclutamiento del Estado Islámico y de otros grupos
terroristas.
En
octubre de 2012, el canciller sirio Walid Al Moualem denunció en el seno de la
ONU que Estados Unidos, Francia, Qatar, Arabia Saudita y Turquía incentivaban
el conflicto en el país, además de respaldar a los grupos irregulares “con
armas, dinero y combatientes extranjeros”. “Bajo el pretexto de conceptos como
la ‘responsabilidad de proteger’, resuenan los tambores de la guerra, y la
sedición y la insurgencia se están expandiendo y dañando la estructura de
sociedades nacionales”, expresó en ese momento el funcionario. Moualem agregó
que “lo peor de todo es ver a miembros permanentes del Consejo de Seguridad (de
Naciones Unidas), que lanzaron guerras bajo el pretexto de combatir el
terrorismo, ahora respaldando al terrorismo en mi país”. Las definiciones del
canciller sirio de hace más de tres años son exactas e inobjetables.
Ahora
Francia sufre los horrores producidos por los propios terroristas que financió
y respaldó. Tanto el gobierno del ex presidente Nicolas Sarkozy como la actual
administración de Hollande no escatimaron recursos para impulsar la
desestabilización de Libia, Mali, Siria e Irak.
El
futuro que surge desde Francia, lamentablemente, se intuye en las palabras del
primer ministro Manuel Valls. Emulando a George W. Bush, el premier aseguró que
el contraataque de la nación gala se situará “al mismo nivel” que los atentados
de terroristas en París. Valls aseveró que Francia “está en guerra” contra el
terrorismo y que el país responderá “golpe a golpe para destruir al Estado
Islámico y a ese ejército terrorista”.
La
frágil incógnita es si las declaraciones de Valls se cumplirán en la realidad.
La Coalición Internacional (CI), encabezada por Washington, que bombardea suelo
sirio para acabar con el EI queda cada día más en evidencia por su ineficacia.
Los sangrientos recuerdos de Afganistán e Irak se encuentran demasiado
latentes. Las invasiones a esos países para “perseguir hasta el último rincón
del planeta” a los terroristas fueron, simplemente, las herramientas para
controlar el petróleo y sostener una constante política de desestabilización en
Medio Oriente, la cual es impulsada, hasta estos días, por Estados Unidos,
Francia y sus aliados.
leandroalbani@gmail.com
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