“LA NACIÓN Y
LOS HIJOS
DE VIDELA”
POR EDUARDO SANGUINETTI,
FILÓSOFO
El
diario de las obviedades, La Nación de Buenos Aires, dirigido por Bartolomé
Mitre, sostuvo en atroz editorial del día lunes 23 de noviembre, a horas del
triunfo electoral del conservador Mauricio Macri, que “es hora de poner las
cosas en su lugar” y “las ansias de venganza deben quedar sepultadas de una vez
para siempre”. Además, calificó de “vergüenza nacional” la situación de los
detenidos por delitos de lesa humanidad.
Según
la nota, en la que el diario de Mitre vuelca su doctrina, “los trágicos hechos
del setenta han sido tamizados por la izquierda ideológicamente comprometida
con los grupos terroristas”… comparando, además lo acontecido en la década del
/70, con los atentado ocurridos en París el 13 de noviembre: un deliro, una
desmesura de paranoicos, estas aseveraciones.
Este
acontecimiento, deleznable, que pide por los genocidas, provocó de inmediato un
fuerte rechazo de periodistas de La Nación, pero no he leído aún un editorial
de los periodistas estrellas, que escriben para el imperio y sus cómplices,
denunciando tremendo artículo, publicado con la anuencia de los directores
editoriales y demás plana mayor del medio”careta”, como se le denomina a este
medio gráfico.
En
una elección, que marca un punto de inflexión en una Argentina fracturada,
donde la incertidumbre creció y la impostura se ha enriquecido… una situación
de bajas defensas, perfecta, para el advenimiento de todo tipo de nostalgias de
disciplina o de obsesión de diferencia, la puerta abierta a fundamentalismos,
racismos y mesianismos, camuflados de progreso, cual rutina de existencia
degradada de un ejército de sonámbulos… aprovechando esta instancia, donde el
rencor y resentimiento a una presidente, Cristina Fernández, fue explotado por
un astuto marketinero Durán Barba, el gurú del presidente electo, el
conservador Mauricio Macri, que con globitos de colores, embaucó a millones de
enajenados útiles, invitándolos a soñar un sueño pesadillezco.
Debemos
interrogar el pasado sin remordimientos, juzgarlo y condenarlo, en la medida
que la injusticia de hechos que degradaron nuestra condición humana y nuestras
tradiciones tan arraigadas en nuestras comunidades, han impreso su impronta de
sojuzgamiento, sangre, tortura y genocidio a los pueblos.
Me
refiero, en este caso puntualmente, a la última dictadura militar, encabezada
por el fallecido general Videla, dictador y militar argentino que en nombre del
liberalismo y las sagradas escrituras, aniquiló a una generación de jóvenes con
ideas e ideales, que resistían y luchaban a sangre y fuego por una América del
Sur independiente y autodeterminante en sus decisiones… que pareciera, hoy,
ante los dichos de Macri, en conferencia de prensa, se volverá al recto y eterno
camino de la dependencia, de alinearse con imperios en putrefacción y dejar de
lado todos los logros, alcanzados en estos años de gobierno de la presidente
Cristina Fernández. nutridos de la impronta, de manifestarse por la libertad,
Los Derechos Humanos en vigencia plena y las conquistas sociales, para un
pueblo y una Latinoamérica, hoy jaqueada, por los grupos de poder imperiales
ultraliberales.
El
liberalismo, una ideología mercantil y falaz, instalada en nuestras democracias
de mercado que en este impertinente presente perduran en nuestras economías,
con cómplices de la civilidad que siguen accionando desde las sombras, son los
“hijos de Videla”, en sus prácticas de una dictadura extraña, que se prolongan
hoy, sojuzgando en tendencias de consumo extremo y prostitución, esclavizando
al pueblo, convirtiéndolo en objeto del destino a cualquier costo.
En
Argentina se vivieron situaciones límite, y hubo gente que reaccionó de
diferentes maneras. Es decir, hubo quienes se bañaron en democracia: los “hijos
de Videla” y sus crías, cómplices de la dictadura genocida, entre los que se
encuentran periodistas, intelectuales, deportistas, políticos, modelos, músicos
populares y actores, y hoy dictan cátedra de aquel tiempo, dibujando una
historia ficcionalizada… los que hoy apoyan al presidente electo de la más
rancia derecha capitalista.
Los
monopólicos medios de comunicación, los “hijos de Videla”, que armaron el
relato fabulado de la dictadura, arman hoy falaces artículos a favor del
entendimiento, simulando ser críticos del horror de aquel tiempo de genocidas,
actuando como contragolpe constitutivo de discontinuidad en nuestros gobiernos,
al intentar legitimarse como referentes de opiniones etéreas y amigos de la
libertad de expresión.
Nadie
puede ser el mismo, antes y después de ese negro período de horror; si hay
prohibiciones que pueden incomodar, es “prohibir a la comunidad que olvide”.
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