POR EDUARDO SANGUINETTI,
FILÓSOFO
El
enemigo del hombre sigue siendo el hombre mismo, con sus mismos prejuicios,
orgullo, soberbia, egoísmo, mezquindad, intolerancia, odio y el resto. Toda
guerra es una derrota de nuestra condición de “ser” humanos. La guerra no es
más que una inmensa manifestación en el género dramático de esta comedia
burlesca que nos ofrecen a diario y en todas las latitudes los conflictos
armados puestos en acto alrededor del planeta.
El
horror no comienza con los atentados que París y Beirut sufrieron el viernes 13
de noviembre, que cobraron cientos de víctimas asesinadas y otros tantos
gravemente heridos. El horror y el terror tiene origen hace tiempo, cuando
pueblos enteros son sojuzgados en nombre de la fe de ningún dios, teniendo como
meta solo el robo, el atropello de culturas, la eliminación de las tradiciones
y rutinas de civilizaciones antiquísimas.
Los
atentados son el resultado de los crímenes que Occidente ha llevado a cabo en
Siria, Libia, Irak, Palestina y de la bestialidad de sus aliados en Medio
Oriente, financiando a estos terroristas y llegando a instalar un espantoso
equilibrio de poder entre ellos apuntalado sobre la muerte y sangre de los
asesinados tanto en Siria, París, Beirut o Palestina.
El
estado de las cosas favorece a los plutócratas, autócratas, disfrazados de
demócratas, que desean enterrarnos en una balcanización étnica, a favor de la
discriminación y del caos… ¿hay dudas, negarán los militantes y fanáticos
mononeuronalesultraliberales que el petróleo es la finalidad de tanta invasión
y genocidio, afirmarán, los agoreros del síntoma, acerca de los que deseamos un
mundo en paz y armonía, que somos socialistas agonizantes y decadentes?
Bashar
al-Asad, presidente de Siria, ha dicho acerca de los actos terroristas en
París: “Francia conoció ayer, lo que vivimos en Siria cada día desde hace cinco
años”… ¿Alguien puede negar lo que este gobernante afirma?… Nos olvidamos que
Estados Unidos y sus aliados siguen construyendo un mundo donde el genocidio
asume categoría de ley, con la complicidad, devenida en silencio, de todas las
naciones del mundo, que se limitan a repudiar los bestiales actos de asesinato
contra civiles de las más diversas regiones del planeta, hoy sumándose a dar
asilo a refugiados, expulsados de sus tierras natales, por haber sido
destruidas bajo bombardeos permanentes, desde hace años y guerras civiles, como
las de Siria programadas en las usinas de inteligencia del imperio.
No
hemos avanzado como sistema en siglos…. Pareciera que en nuestros países, los
gobernantes, elegidos por el voto de un pueblo que repudia desde el llano esta
violencia y matanzas de cientos de miles de mujeres, hombres y niños, hacen la
vista gorda y no denuncian de manera rotunda los genocidios del presente; así
van cumpliendo pactos existentes, de manera obediente, con los poderosos, los
amos del mundo, los señores de la sangre y la muerte, guiados solo por un
materialismo ilusorio y la caída y suba de la Bolsa en los centros mundiales
del capitalismo, pues la muerte se cotiza en Mercado de Valores.
“Lo
más difícil es ser víctima de las víctimas”, decía Edward Said, y creo se
podría aplicar al estado de las cosas en que hoy se debaten niños, ancianos,
mujeres y civiles, siendo asesinados por terroristas del Islam y por ejércitos
de las potencias occidentales… pareciera que las denominadas “cruzadas” no han
terminado, sigue Ricardo Corazón de León cabalgando Tierra Santa… los
templarios desembarcan en Siria…
No
seamos cómplices con nuestro silencio, asumamos en este momento histórico la
actitud y aptitud de resistir al poder de los genocidas, pues somos víctimas
también del desvarío y la locura que se ha instalado en el planeta, en nombre
del capital.
Estamos
Unidos, todos los que repudiamos los actos terroristas contra seres de
Occidente y Oriente, sin dar espacio a la obsesión de diferencia, instalada en
el planeta, cual enorme dificultad para la constitución personal de ser parte
en igualdad, de nuestra especie: la humana.
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