viernes, 20 de noviembre de 2015

“ISMOS: GÉNESIS DE LA DIFERENCIA”

“ISMOS: GÉNESIS DE LA DIFERENCIA”

POR EDUARDO SANGUINETTI, FILÓSOFO

El enemigo del hombre sigue siendo el hombre mismo, con sus mismos prejuicios, orgullo, soberbia, egoísmo, mezquindad, intolerancia, odio y el resto. Toda guerra es una derrota de nuestra condición de “ser” humanos. La guerra no es más que una inmensa manifestación en el género dramático de esta comedia burlesca que nos ofrecen a diario y en todas las latitudes los conflictos armados puestos en acto alrededor del planeta.

El horror no comienza con los atentados que París y Beirut sufrieron el viernes 13 de noviembre, que cobraron cientos de víctimas asesinadas y otros tantos gravemente heridos. El horror y el terror tiene origen hace tiempo, cuando pueblos enteros son sojuzgados en nombre de la fe de ningún dios, teniendo como meta solo el robo, el atropello de culturas, la eliminación de las tradiciones y rutinas de civilizaciones antiquísimas.

Los atentados son el resultado de los crímenes que Occidente ha llevado a cabo en Siria, Libia, Irak, Palestina y de la bestialidad de sus aliados en Medio Oriente, financiando a estos terroristas y llegando a instalar un espantoso equilibrio de poder entre ellos apuntalado sobre la muerte y sangre de los asesinados tanto en Siria, París, Beirut o Palestina.

El estado de las cosas favorece a los plutócratas, autócratas, disfrazados de demócratas, que desean enterrarnos en una balcanización étnica, a favor de la discriminación y del caos… ¿hay dudas, negarán los militantes y fanáticos mononeuronalesultraliberales que el petróleo es la finalidad de tanta invasión y genocidio, afirmarán, los agoreros del síntoma, acerca de los que deseamos un mundo en paz y armonía, que somos socialistas agonizantes y decadentes?

Bashar al-Asad, presidente de Siria, ha dicho acerca de los actos terroristas en París: “Francia conoció ayer, lo que vivimos en Siria cada día desde hace cinco años”… ¿Alguien puede negar lo que este gobernante afirma?… Nos olvidamos que Estados Unidos y sus aliados siguen construyendo un mundo donde el genocidio asume categoría de ley, con la complicidad, devenida en silencio, de todas las naciones del mundo, que se limitan a repudiar los bestiales actos de asesinato contra civiles de las más diversas regiones del planeta, hoy sumándose a dar asilo a refugiados, expulsados de sus tierras natales, por haber sido destruidas bajo bombardeos permanentes, desde hace años y guerras civiles, como las de Siria programadas en las usinas de inteligencia del imperio.

No hemos avanzado como sistema en siglos…. Pareciera que en nuestros países, los gobernantes, elegidos por el voto de un pueblo que repudia desde el llano esta violencia y matanzas de cientos de miles de mujeres, hombres y niños, hacen la vista gorda y no denuncian de manera rotunda los genocidios del presente; así van cumpliendo pactos existentes, de manera obediente, con los poderosos, los amos del mundo, los señores de la sangre y la muerte, guiados solo por un materialismo ilusorio y la caída y suba de la Bolsa en los centros mundiales del capitalismo, pues la muerte se cotiza en Mercado de Valores.

“Lo más difícil es ser víctima de las víctimas”, decía Edward Said, y creo se podría aplicar al estado de las cosas en que hoy se debaten niños, ancianos, mujeres y civiles, siendo asesinados por terroristas del Islam y por ejércitos de las potencias occidentales… pareciera que las denominadas “cruzadas” no han terminado, sigue Ricardo Corazón de León cabalgando Tierra Santa… los templarios desembarcan en Siria…

No seamos cómplices con nuestro silencio, asumamos en este momento histórico la actitud y aptitud de resistir al poder de los genocidas, pues somos víctimas también del desvarío y la locura que se ha instalado en el planeta, en nombre del capital.

Estamos Unidos, todos los que repudiamos los actos terroristas contra seres de Occidente y Oriente, sin dar espacio a la obsesión de diferencia, instalada en el planeta, cual enorme dificultad para la constitución personal de ser parte en igualdad, de nuestra especie: la humana.

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