POR
EDUARDO SANGUINETTI, FILÓSOFO
Las
convicciones solo resultan creíbles cuando se fundan en una trayectoria, tal el
caso de LA REPÚBLICA, medio que posee un valor de relevancia única en la
historia del periodismo en el Uruguay.
A
fines del año 2005, cuando comienzo a escribir mis artículos en LA REPÚBLICA,
manifesté que “la compra de un diario es la mayor inversión cultural que
realiza un pueblo”; y lo reitero de manera contundente en este momento en que
la situación económica de LA REPÚBLICA, es muy difícil.
La
información y la noticia veraz, sin censura de ningún tipo, que lanza La
República, hoy, se encuentra jaqueada. Ante la constante presión y los
condicionamientos varios del sistema neoliberal, se intenta dejar huérfano de
verdad y libertad de expresión, al pueblo uruguayo, que a lo largo de 27 años,
ha acompañado al “Medio Plural La República”, en su afán de ir tras un norte de
informar sin cortapisas acerca del acontecer del Uruguay y el mundo… no
ignoramos, que la realidad está dibujada por las corporaciones económicas de
medios, que anteponen el tener al deber ser.
Los
adversarios de LA REPÚBLICA han sido siempre los medios maniqueístas,
conformados por informantes rentados con tendencias dogmáticas anoréxicas, que
junto al aditamento de lo falaz y la ausencia de vocación periodística,
articulan sus periódicos apuntalados por demasiados aliados, demasiados
recorridos seguros dentro de las distintas ciudadelas del poder, sin riesgo
alguno en ser excluyentes, aún en detrimento de sus fieles lectores, imbuidos
de la influencia ultraliberal globalizada.
LA
REPÚBLICA no ignoró jamás que el riesgo al silencio es infinitamente mayor que
el riesgo de la palabra, que no debe desaparecer en su función vital de “decir
algo”, a pesar de todos los obstáculos y riesgos que ello implica en este
mundo, violentamente afectivo el asumir dicha función.
La
información no digerida no es información, es solo una suma de datos que crean
una ilusión de que se tuvo acceso a la información: “noticias son las mismas
cosas que les pasan todos los días a personas diferentes” y “evento es algo
relativamente curioso que sucedió ayer”. Todo lo que manifiesto acerca de la
denominada prensa de hoy, lógicamente tiende a oscurecer el panorama de la
realidad y limitar su comprensión. Pues cada nueva información hace desaparecer
la anterior, dejando un vacío que deviene en perder el rigor histórico para que
perdure la memoria.
LA
REPÚBLICA no ignora que los recursos económicos de las empresas editoras
provienen de sus lectores y anunciantes, pero resiste a la política del mercado
de la información sin escrúpulos, donde la lógica empresaria capitalista
latinoamericana concede a la rentabilidad un papel único -todo es cuestión de
precio-; LA REPÚBLICA no accede a esta política de rentabilidad, solo accede a
la filosofía de comunicar, sin mediar en instancias ajenas a este fin.
LA
REPÚBLICA ha persistido admirablemente en su tarea noble de comunicar e
informar, en verdad y pluralismo, fin conciliable con la libertad de expresión
de la que está imbuido su director, como todos los periodistas que conforman el
grupo editorial.
LA
REPÚBLICA, un medio donde la diferencia tiene su espacio de trascendencia, que
hace de esta existencia algo digno de ser experimentado.
Como
hombre que gozo de mi libertad, dueño de mí mismo aún, elevado más allá de la
cotidianeidad y del pasajero sentimiento de cosa archivada, me sirvo de la
justiciera arma de la idea, con ideales y con sumo placer y deseo reivindico la
libertad de expresión que LA REPÚBLICA pone en acto, día a día.
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