TEMÁTICA Y PROMOCIÓN DE LIBRO CANARIAS-CUBA. PERSPECTIVAS
Parte II
MIGUEL LEAL CRUZ. PERIODISTA Y ESCRITOR.
D.-Desde
Madeira-Canarias a Cuba
Para
la isla de Tenerife, tras la conquista, la plantación de cañas de azúcar
constituía la principal opción económica de las tierras de regadío, en unos
momentos en que el precio del azúcar las hacía extraordinariamente rentables.
Es por ello que en el Valle de la Orotva el cultivo del cañaveral avanzó con
relativa rapidez y desde 1501 ya se había comenzado a canalizar las aguas de
los manantiales que abundaban en la ladera de Tigaiga, para poner en regadío
las tierras del Realejo de Abajo. En 1502 se señala que hay cañas sembradas en
las tierras de Castro y Hoyo, en la zona costera del municipio en lo que hoy
son las ramblas de Castro, del Mar y Babón", según manifestaciones del
profesor Wladimiro Rodríguez Brito a Radio Nacional de España en la conmemoración
del V Centenario.
Este
modelo económico y social generó un importante conjunto de arquitectura, obras
de ingeniería hidráulica en su mayoría, y del que aún nos quedan vestigios en
uno de los molinos con que contaba la hacienda de Los Príncipes.
Pero
es en la Isla de La Palma y a través de los ingenios de Argual y Tazacorte
donde este cultivo halló su máxima difusión para llegar a ser los más
considerados de la isla. Más tarde, para siglo XVII fueron paulatinamente
abandonados por no ser rentables (pero sí con grandes beneficios durante el
siglo anterior) en paralelo a la pujanza de los cultivos en Las Antillas,
singularmente Cuba, a donde muchos hacendados de estas Islas trasladaron la
actividad.
Nos
dice la profesora Ana Viña Brito en la ponencia expuesta en Motril que “los
señores de ingenio se situaban en lo más alto del sistema, eran una minoría que
podía beneficiarse no sólo de la molienda sino de ingresos de los cánones que
por molienda abonaban los cosecheros sin ingenio…”. Entre los propietarios de
los referidos ingenios palmeros cabe destacar en principio a Juan Fernández de
Lugo Señorino poseedor de varias tierras por donación del Adelantado. Pronto se
deshizo del conjunto patrimonial de ambas Haciendas, y otras propiedades, que
vendió a Jácome Dinarte en noviembre de 1508, y este poco después a la compañía
alemana de los Welzer, previa anuencia de la Corona.
Dice
la Dra. Viña Brito que esta propiedad de los Welzer sobre las heredades e
ingenios de Argual y Tazacorte fue efímera, pues el mismo año de la
confirmación por la reina Juana de Castilla, fueron traspasados a Jácome
Grunenberg, castellanizado Monteverde, en diciembre de 1513 en sociedad con
otro mercader, Johan Biess. De esta transacción se conocen datos documentales
que señalan la compra de un molino de azúcar con sus ingenios, así como una
hacienda, agua y tierras en Tazacorte y en los Llanos de San Miguel, junto a la
parroquia del mismo nombre, estipulándose la forma de pago y la solicitud de
licencia de los RRCC.
Cuando
Jácome de Monteverde llegó a La Palma para ponerse al frente de dicho ingenio y
hacienda de Tazacorte, la fábrica se encontraba arruinada y con algunas paredes
caídas. Como quiera que la misma pertenecía al patronato de su familia, el
citado propietario cumplió la promesa dada
de hacerse cargo de la restauración de ermitas y santuarios y se ocupó
de reedificar a su costa tanto la primitiva iglesia de San Miguel como la de
Las Angustias en el barranco que lleva su nombre (en cuyas riberas se
trasplantaron los primeros esquejes de caña), y también se ocupó de su ornato
con tablas flamencas por la relación existente entre Países Bajos, Madeira y
Canarias.
Jácome
de Monteverde fue el último dueño unipersonal de los ingenios y haciendas hasta
el año 1557 en que sus cinco hijos y herederos efectuaron la partición de los
bienes integrantes del patrimonio ante el escribano público de Santa Cruz de La
Palma, Don Domingo Pérez, el 27 de noviembre del referido año.
Los
citados ingenios reportaban cuantiosos beneficios en los sucesivos propietarios
como lo demuestra la estimación del Cabildo de la Isla para el año 1639, que
señala “…todo el resto de la Isla tiene menos valor que la mitad de los
ingenios de Argual y Tazacorte”. Se conocen las actividades que desarrollaban
los ingenios a través de un caso que recoge Viña Brito: …un molino de azúcar y
de grano, un ingenio, una casa de purgar, estanco de remieles y todas las cosas
de la casa, la “fabricatura” de hierro y cobre, todos los campos plantados y no
plantados con azúcar, vino y gana, una casa nueva, las abejas y labranza con
sus jurisdicciones, todos los hombres negros de cualquier sexo, caballos,
asnos, mulas, vacas, toros, becerros, ovejas, puercos, yeguas…, brevajes,
vestidos, sillas, albardas, frenos, hierros y herramientas, los instrumentos de
herrería y cobrería . (Textual)
También
es destacable la importancia de las tierras para abastecimiento del personal
variopinto del ingenio (sobre todo de hombres negros) dedicados a cereal, vino
y grana y por supuesto la importancia del agua, sobreabundante en los de
Tazacorte y Argual por el río permanente de Las Angustias, previa la
construcción de acequias de madera que llevaban el agua hasta los ingenios, con
gastos de más de 15000 ducados para este concepto en 1518. Datos obtenidos por
descripciones de Gaspar de Fructuoso y
de los propios escribanos de Jácome de Monteverde.
Otros
ingenios en la Isla de la Palma, Barranco del río en Santa Cruz, o en los
Sauces, amén de otros de menor importancia en Gran Canaria (Ingenio) y Tenerife
(Adeje); Sin embargo, es cierto que este producto encontró en Cuba terrenos
mejores y más apropiados terrenos para un alto rendimiento con respecto a
Canarias paulatinamente sustituidos por la vid y otros que ofrecían mayor
adaptación y rendimiento final. En Cuba la casi totalidad de las lluvias tienen
lugar a lo largo de los meses más calurosos del año, de mayo a octubre, y la
temporada más fresca es asimismo la más fresca, siendo la variedad llamada
“criolla” la primera que se plantó en la isla antillana, originaria de los
esquejes traídos por Colón y otros desde Canarias ya que cultivadores de
prestigio como los Van De Valle, y otros grandes empresarios canarios, se
trasladaron a Cuba, con la técnica usada en sus ingenios , ya apuntada.
Precisamente en la comarca del actual municipio de Ingenio en las Palmas de
Gran Canaria, al igual que hicieron otros grandes cultivadores palmeros, queda
evidencia de su ruina y translado (sic). Esta variedad inicial permaneció hasta
1780 en que fue sustituida por la otra más rentable conocida como “Otahiti”
hasta principios del siglo XIX, que es cuando se introduce otra variedad de
menor dureza, “cristalina”, que produce menor efecto destructivo en los
rodillos de las maquinarias de muela, según recoge Jean Lamore, Cuba , 1971,
Universidad de Burdeos.
Como
tal industria azucarera no floreció en Cuba hasta 1595 en que paulatinamente
fue disminuyendo la producción de La Española que pasaba a la mayor de las
Antillas para competir más tarde con las plantaciones portuguesas en la costa
del Brasil, y con las propias españolas en tierra continental de Méjico o
Venezuela. En 1602 la Corona Hispana ordena el pago de 40.000 ducados a cargo
de las arcas mejicanas para potenciar la industria azucarera en Cuba, cuya promoción
fue encargada al gobernador Valdés.
Fueron incrementados y mejorados los primeros ingenios o trapiches, de
factura europea, movidos por caballerías o por fuerza hidráulica como se hacía
en algunos lugares de Canarias.
La
oligarquía cubana se interesó en su explotación y consiguiente rentabilidad
para lo que contaba con la ayuda real y la mano de obra barata que aportaban
los esclavos negros traídos de África para tal fin, exclusivo en estos momentos
y a comienzos del siglo XVII la exportación de azúcar a España, y a otros
lugares de Europa, alcanzó unas 50.000 arrobas de azúcar.
La
producción aumenta con el paso de las décadas siguientes, así como la
superficie de tierras cultivadas que era paralelo al mejoramiento de técnicas
agrícolas para la elaboración de mayor y mejor rendimiento en el producto
final. En la última década del siglo XVIII, durante el reformismo borbónico y
para diferentes posesiones hispanas, se hace necesario un cambio en la
legislación agraria en evitación que los ricos propietarios aumentaran a su
antojo nuevas tierras cultivables. La mayoría de veces a costa de las vegas
para tabaco, y consiguiente deforestación
del suelo, pues no sólo era preciso el desbroce de montes sino, en
paralelo, enormes contingentes de madera para mantener la industria en los
trapiches a base del calentamiento de calderas y otros artilugios. Fue
necesaria determinar la llamada “pesa” o control para abastecimiento de carne a
las ciudades y por tanto proteger zonas de prados para el ganado productor de carne
y leche. La tradicional condescendencia para obtener concesiones por gracia
real en concepto de favores o reconocimiento de méritos y, a veces,
extralegales, que habían tenido lugar desde el mismo siglo XVI, iban a ser
revisadas, pues en el siglo XVII, los terratenientes eran detentadores de
enormes superficies de tierras consideradas reales y por tanto no propietarios
efectivos de las mismas. Por este motivo, desde 1780 a 1820, los explotadores
de caña de azúcar mantienen continuos litigios con los representantes reales,
pero en 1815 y 1819, durante las guerras de independencia en la América
continental hispana, RR DD de carácter liberal y a instancias del gobierno en
Madrid, llegan a proclamar la libertad de cultivos y libre propiedad a los
detentadores tradicionales de la tierra en explotación. A partir de estos
momentos la tierra útil en Cuba pasa a ser propiedad privada individual
incluidos los montes colindantes que pronto serán desbrozados para aprovechamiento de nuevas superficies
cañeras.
La
industria azucarera propiamente dicha está a merced de las fluctuaciones
comerciales, ya desde estos momentos, y su crecimiento será lento hasta
mediados del siglo XVII. Los numerosos y rudimentarios ingenios se instalan
cerca de los puertos de La Habana, Trinidad y Matanzas. Desde España se
demandaba constante producción, a pesar de la producción propia en las costas
de Málaga y Granada y de la que recibía desde Brasil (como se sabe las coronas
de España y Portugal estuvieron unidos bajo mando hispano desde 1580 hasta
1640), ya que también demandaban dicho producto los Países Bajos y las
posesiones italianas. Las guerras europeas habidos a mitad de este siglo a
iniciativa del rey Felipe IV, unido a la anexión de Portugal con su imperio de
Ultramar, provocan una mayor demanda de azúcar que beneficiará ostensiblemente
a la isla antillana.
La
producción azucarera cubana, como queda dicho, aumentará considerablemente
durante el siglo XVIII y será la guerra de independencia de de los Estados
Unidos, que tuvo lugar tras la ocupación por breve tiempo de La Habana por los
ingleses, la que demandará mayor producción de este producto que será incesante
hasta mediados del siglo XX. Otro factor local que favorecerá a Cuba fue la
sublevación e independencia del vecino pueblo haitiano que arruina su propia
industria azucarera y Cuba terminará siendo la reina del azúcar , cuya
denominación como economía estrella
mantendrá hasta tiempos relativamente recientes .
Sin
embargo, este primordial sector económico cubano, sufrió algunos contratiempos
tras las enormes inversiones llevadas a cabo por los propios terratenientes e
industriales, unido a los propios estatales a raíz de la construcción del
ferrocarril (antes que en España, Barcelona-Mataró), en 1837, hasta la
localidad de Guines para, en otra etapa, rebasar Sagua La Grande-Cienfuegos. Es
motivo de preocupación para Cuba cuando aparece en Europa una nueva industria
azucarera derivada de la remolacha que pronto aprovecha las técnicas y nuevos
progresos técnicos derivados de la máquina de vapor.
El
temor a la competencia incita a los cubanos a mejorar su propia tecnología,
llegará a introducir nuevos procedimientos, algunos copiados de la misma
industria remolachera europea, como el empleo de carbón animal para decolorar
el guarapo resultante tras la muela de caña, así como modernos filtros para
clarificar el líquido resultante. Se aplicará la máquina de vapor a los molinos
o centrales sustituyendo la tracción animal. El molino de rodillos verticales
cede ante el sistema de rodillos horizontales, que muelen mejor y aumentan el
rendimiento. La producción aumenta y la demanda de azúcar crece, especialmente
en Estados Unidos y en Europa.
La
economía esclavista se expande y va a tener un trasvase de mano de obra desde
las salas de máquinas hasta los campos para el citado desbroce y limpieza de
montes y así obtener nuevas tierras de cultivo. Esta carrera tras la mano de
obra barata, en la que en condición un tanto ambigua por tratarse de un régimen
de semi libertad, acudieron numerosos canarios: la esclavitud blanca que llaman
Manuel de Paz Sánchez y Manuel Hernández González, en un libro con igual título
editado al efecto. Esta demanda continua de macheteros asfixiará el propio
crecimiento acelerado, por tanto era urgente y necesario, en aquellos momentos,
no sólo un traslado de personal sino una formación adecuada de los mismos
esclavos para hacer frente a la mecanización. Pero, el mantenimiento de la
esclavitud, impidió esta reconversión necesaria y la transformación industrial
se detuvo hacia 1860, para dar paso a la terrible crisis que conlleva la guerra
de los Diez Años, consecuencia, en parte del mismo régimen esclavista, abolido
en Norteamérica tras el triunfo de los nordistas en la guerra de Secesión.
La
industria azucarera cubana, fue parcialmente destruida durante la guerra y se
debilitó por las mismas razones que habían permitido su auge: el sistema
esclavista que España no supo o no quiso abolir en Cuba hasta finales de la
década de 1880. En espera de la abolición, los propietarios más ricos
modernizan los centrales y aumentan la producción. Se refunden las industrias
en grandes complejos azucareros, en los que ya existe capital norteamericano,
al tiempo que se reagrupan enormes extensiones de tierras con la sumatoria de aquellos
que no superan la crisis y se asiste a la formación del latifundio azucarero.
Es
entonces, en la década 1880-90, coincidente con la abolición de la esclavitud
en la isla, cuando se incrementan notablemente las inversiones americanas, con
objeto de abastecer sus propias industrias en suelo propio con la adquisición
masiva de materia prima a través de azúcar cubano sin refinar. El siglo XIX,
termina con esta realidad: el incremento de exportaciones de caña semielaborada
hacia las modernas fábricas del este de los Estados Unidos, que para 1895 había
invertido en suelo cubano más de 50 millones de dólares, según datos aportados
por Julio Le Riverend, citado , el azúcar cubano quedará atado al dominio del
rico vecino del norte, cuyas compañías frecuentemente compran a bajo precio la
producción, e incluso grandes extensiones de suelo, a los criollos o españoles
en quiebra por los devastadores efectos propiciados por los mambises durante la
definitiva guerra de independencia (1895-1898).
El dominio de la economía del dólar sobre el azúcar cubano va a empezar
para continuar con dominio creciente tras la independencia de la isla en 1898 y
durante la primera mitad del siglo XX.
E.-
ELABORACIÓN DEL TABACO Y LOS “ISLEÑOS”
Como
ya se ha dicho, los españoles en sus primeros recorridos por Las Antillas,
desembarcan en la isla de Cuba por Maisí junto a Baracoa en la región más
oriental y más agreste. Esta parte de Oriente es fácilmente dominada por el
adelantado Diego de Velásquez cuando es vencido y muerto el cacique de origen
dominicano Hatuey con sus guerreros taínos (denota relación entre islas) Desde
Jamaica recién conquistada parten las expediciones de Pánfilo de Narváez, entre
1512 y 1514, que desembarcan por la costa sur, Trinidad, y conquistan la parte
central y occidental de Cuba. Hacia 1515, con la fundación de varias ciudades
(Baracoa, Bayamo, Puerto Principe, Trinidad, Sancty Spiritus y La Habana), el
cultivo y explotación del tabaco ya era conocido y enviado a España para su
uso, en principio medicinal. Canarias desde este momento conocía el producto
por la función estratégica de sus principales puertos, y como puerta de acceso
hacia las tierras recién conquistadas o en vías de colonización, a más de
escala obligada para aprovisionamiento en la ruta del Atlántico, en especial a
través de La Gomera y de La Palma, también Las Isletas y Gando en Gran Canaria.
El
puerto de Santa Cruz de de La Palma a poco de finalizada la conquista de la
isla en 1493, se convirtió en punto crucial para el tráfico marítimo con
aquellas posesiones americanas. Esta ciudad llegó a adquirir gran renombre y
disponía de un Jugado de Indias que controlaba, para La Corona, el tráfico
comercial con el Nuevo Mundo. Hasta el siglo XVII fue el tercer puerto del
imperio español conjuntamente con Amberes y Sevilla. A partir de ahí el
protagonismo pasó a Tenerife con los puertos de Garachico y de La Orotava.
Según
Leonardo Torriani, ingeniero y cartógrafo a las órdenes del rey Felipe II,
tanto portugueses, castellanos, franceses, flamencos y algunos genoveses, entre
otros, habitaban en la villa del Apurón
(Santa Cruz de La Palma). Desde su puerto se embarcaban más de 4000
pipas de vino para las distintas posesiones del Caribe y Tierra firme, con
destino o como escala en el puerto de La Habana principalmente.
Conocido
el papel preponderante de la producción de azúcar en La Palma, en principio
originario de Madeira para pasar a las Antillas, será otro producto fundamental
que consolida la relación entre Canarias y Cuba: El tabaco, con origen en dicha
isla e importado para su elaboración, cultivo y consumo en esta y otras islas,
y hacia el territorio continental español en rama o elaborado.
Para
la Isla de La Palma las primeras referencias que se constatan de este producto,
ya ampliamente explotado en Cuba y posesiones hispanas aledañas, como se ha
dicho, será en el siglo XVII a través de unas escrituras protocolarias de
arrendamiento investigadas por el profesor palmero Anelio Rodríguez Concepción.
Éste en declaraciones a Radio Nacional de España en el V Centenario del
Descubrimiento de América dijo que el trasiego del tabaco entre Cuba y Canarias
ya era normal desde mucho antes, pero que se utilizaba “incluso como dádiva
piadosa pues el Capitán Julián Felipe donó para el retablo de la virgen de las
Nieves en 1672, entre otras cosas, 24 libras de tabaco para su venta en
beneficio de la Patrona insular… ”
G.-De Cuba a Canarias
En
la primera mitad del siglo XVIII, se conocen documentalmente las primeras
siembras de tabaco en la Caldera de Taburiente, lugar idóneo por sus
condiciones climáticas en temperatura y humedad (muy similares la de las vegas
cubanas). Pero será durante el siglo XIX, cuando esta producción se expandirá
notablemente en las comarcas apropiadas de la isla. Pasará a ser importante por
la llegada de “isleños” asentados en Cuba que retornan a sus respectivos
lugares de origen y procedencia con el conocimiento empírico de la elaboración
óptima del producto, ya industrializado en la Perla Antillana. Queda claro que
fue la influencia del isleño canario el que potenció de forma notable este
sector. Como ya se ha dicho fueron conocidos como “vegueros”, para pronto
denominarlos “isleños”, y ya desde el mismo siglo XVI adoptaron la tradición
conocida de los nativos (si bien estos no usaban técnicas de ningún tipo) que
sí utilizaban y consumían tal como aparecía entre las malezas de la isla. Los
canarios con nuevas técnicas agrícolas favorecedoras y adaptadas a cada
terreno, retomaron la labor. El estudioso profesor palmero Anelio Rodríguez,
citado, añade que considera que los nativos no cultivaban el tabaco a la
llegada de Colón, pues era una planta que crecía en estado salvaje que se le
hallaba virgen en los valles húmedos, tanto de Oriente como del Occidente
cubano, y así era aprovechada por los nativos para sus ritos, como estimulante
y como planta medicinal. Los primeros que cultivan este producto de forma
sistematizada, aplicando con esfuerzo el conocimiento agrícola europeo, fueron
precisamente los colonos canarios, que pronto extienden por diversos lugares en
las proximidades de La Habana, junto a las vegas de buena tierra próxima a los
ríos.
Un
intelectual cubano de enorme prestigio en Cuba, llamado “el restaurador de La
Habana” la ciudad prototipo de la arquitectura colonial en América, Eusebio
Leal Spengler, nos dice en una conferencia expuesta en Santa Cruz de La Palma
con motivo de los actos del citado V Centenario que recordaba los ingenios de
Orozco, en Pinar del Río, donde se desarrollaba “el mundo canario” en los cañaverales
y el platanal”. Pero allí al occidente de Cuba ardía algo más profundo
relacionado con lo “isleño”, se refiere al surco del tabaco a la vega. Añade
que la vega fue el crisol en que se fundió lo cubano y lo canario en un abrazo
indisoluble creando la vega más famosa del mundo. Una vega que ha vivido
latente de aquellas islas a estas islas, que se enciende todas las mañanas, en
el humo tentador del puro, que nació de mano canario y de mano cubana, porque
en el descubrimiento del tabaco en Cuba, donde el padre de Las Casas vio a los
aborígenes marchar con un tizón encendido en la boca… El tabaco ya había
causado sorpresa entre los españoles a su llegada a La Española.
Como
se ha dicho en otro momento, durante el siglo XVII tiene lugar la máxima
actividad de estos “vegueros tabaqueros”, cuyo nombre más conocido era el de
“guajiros isleños”, haciéndose célebres como institución netamente canaria para
la siembra y cosecha de tabaco en distintos lugares de la isla antillana. Su
protagonismo llegó al máximo en su afán defensivo de sus derechos, en los
acontecimientos habidos en las vegas de San Antonio del Monte, próximo a La
Habana, a principios del siglo XVIII, en actos de rebeldía hacia los emisarios
de la corona Hispana. Actos estos considerados como el primer enfrentamiento
apreciable entre cubanos y la Administración colonial española, y que la
historiografía cubana actual, llega a considerar proceder revolucionario.
NOTAS GENERALES AL TOTAL DEL TEXTO
Agustín Millares Carlot, Ensayo de una bibliografía
de escritores naturales de las Islas Canarias , Madrid 1932.
García Medina, Ramiro, cubano, La Inmigración
Canaria en Cuba, p.27 .Editorial. Globo,
La Laguna, 1995.
Moreno Fraginals, Manuel.- Cuba/España,
España/Cuba. Historia común . p. 42 y s., citado, Presentación de Josep
Fontana, Barcelona, 1995.
Brito Viña,
Ana.- Actas del Tercer Seminario Internacional, Motril (Granada), 23-27 de
septiembre 1991, Diputación Provincial de Granada, 1993. L Producción y
comercio del azúcar en época preindustrial, p.75-93 con exhaustivo análisis del
origen y elaboración del producto para dicho periodo.
Juan Antonio
Díaz Lorenzo, Diario de Avisos , crónica, 3 de septiembre de 2006, cuando dice:
La ermita tenía entonces unas características muy similares a las del templo
del arcángel San Miguel, obra hecha en cantería roja, aunque de unas
proporciones más modestas, con un tejado a dos aguas y posiblemente una pequeña
espadaña para la campana. De éstas, la más antigua que se tiene noticia había
sido fundida en Amberes en 1517, por Petrus van den Ghein, según reza en su
inscripción. Para su ornato se importaron algunas piezas de arte sacro
flamenco, sin duda de origen brabanzón, como se acredita en los inventarios de
1522 y 1528, el primero de ellos con motivo de la visita que hizo el obispo
Fray Vicente Peraza, que oyó misa oficiada por el capellán Nicolás Alemán e
"hizo decir sus responsos cantados" por los fieles que allí se
encontraban enterrados, pidiéndole a Jácome de Monteverde que se ocupara de su
sustento económico; y el segundo, por Antonio Bernal, notario público
apostólico y secretario del Santo Oficio de la Inquisición, siguiendo el
mandato del inquisidor Luis de Padilla, a petición de Margarita de Pruss,
esposa de Jácome de Monteverde, con el propósito de incorporarlo a las
alegaciones presentadas en su defensa en el proceso inquisitorial seguido
contra su marido.
Leal Cruz,
Pedro Nolasco, Gaspar de Fructuoso,
Descripción de las Islas Canarias. p.
121 y s Cabildo de la Palma, CCPC, La Laguna, 1994.
En estos
menesteres trabajaban numerosos isleños
hasta bien entrada la década de los años treinta pasados, según fuentes
orales directas de desbrozadores
retornados a La Palma, manifestadas en 1995, por Antonio Volador , que
había ejercido tan dura actividad en los montes próximos a Morón (Cuba). N d A.
Leal Cruz,
Miguel, Coloquios de Historia Canario Americana, 2004, Azúcar y economía
estrella, en prensa.
De Paz
Sánchez M, Hernández González, M, La Esclavitud Blanca. Contribución a la
historia del inmigrante canario en América, Siglo XIX, en aspectos generales,
ya citado, Taller de Historia, CCPC, Tenerife, 1992.
Entre otras fuentes.
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