EL GOBIERNO Y CLARÍN SE DAN TREGUA CRISTINA, MAGNETTO Y UN 'PACTO'
PARA VIVIR
Eduardo
Sanguinetti
Algunas
preguntitas. ¿Cómo era eso de que con este gobierno Clarín iba a quedar
reducido a poco menos que una oficina de avisos clasificados? ¿No era que
Fibertel iba a dejar de existir? ¿Y Papel Prensa dejó de ser el monopolio al
servicio de Clarín y La Nación? ¿Qué pasó con la verdadera identidad de los
hijos adoptados irregularmente durante la Dictadura por Ernestina de Noble? ¿Y
la Ley de Medios, no iba a quitarle una infinidad de licencias al Grupo?...
Algunas otras
preguntitas. ¿Qué pasó con la catarata de denuncias de corrupción que Clarín
venía realizando sobre los funcionarios kirchneristas? ¿No hay más “agujeros
negros” con millones de pesos que se esfuman en la administración k? ¿Ya no hay
“dictadura pingüina”, como le gustaba decir a los editorialistas de La
Nación?...
Parece ser que
para el gobierno y sus escribas, en los últimos tiempos Clarín dejó de mentir
como antes. Y para Clarín, parece que las garras afiladas del gobierno dejaron
de ser una amenaza que ponía todo al borde del desastre.
Tácito pacto
Después de años
de duras disputas entre el kirchnerismo y el grupo comandado por Héctor
Magnetto, donde parecía que los intereses de Clarín iban a ser trastocados con
consecuencias históricas y al mismo tiempo la Corpo desplegó toda su artillería
(con Lanata y otros astutos soldados al frente) en pos de destruir el relato
“nacional y popular” del gobierno; parece que las aguas (turbias) empiezan a
bajar. Es que más allá de los necesarios chisporroteos y las chicanas que
seguirán cruzándose entre ambos bandos, lo cierto es que los tiempos que corren
no son propicios para prolongar una disputa entre fracciones capitalistas que
no podía conducir a nada bueno para el conjunto de las clases dominantes
argentinas. No es que se vuelva a “foja cero”. Al contrario, en el camino quedó
un tendal de muertos y heridos que cada uno se ha cargado a su manera. Pero el
tácito pacto entre el gobierno y Clarín, dando paso a una transición política
ordenada de cara a un recambio de gobierno en 2015, les era necesario. Por eso
Sabbatella quedó como un payaso aceptando el “plan de adecuación voluntaria” a
la Ley de Medios que presentó Magnetto. Por eso Cristina “entregó” (casi
esposado) al vicepresidente Boudou, mandándolo a declarar a Tribunales y
parándolo al lado de los potus, lejos de las cámaras y los flashes, en cada
acto oficial. Por eso Capitanich casi casi cierra un acuerdo con Tinelli (una
de las estrellas de El Trece, ahora asociado a Cristóbal López) para producir
juntos Fútbol para Todos incorporando nada menos que a TyC Sports en el
negocio. Por eso la causa de “lesa humanidad” por la apropiación de Papel
Prensa duerme plácidamente en los tribunales de La Plata sin que el Estado,
querellante contra Clarín y La Nación, mueva un pelo. Por eso en Clarín se
acuerdan a las risotadas de Guillermo Moreno, el ex temido secretario de
Comercio confinado ahora en Roma como mero “agregado comercial”.
Y por eso también
en los últimos meses vimos a todos los periodistas de la Corpo tratar con rara
amabilidad a cuanto referente k pisó los estudios de TN o habló por Radio Mitre
(desde los arlequines de Carta Abierta y Berni hasta el mismo Florencio
Randazzo). Y por eso también vemos cada vez más publicidad oficial en las
tandas de los medios del grupo, algo impensable hasta hace poco tiempo. Y por
eso Lanata no tiene mucho apuro en empezar su programa dominical, lanzado hace
tres años con el objetivo de corroer con denuncias e investigaciones todos y
cada uno de los pilares del “modelo”. Y por eso hace pocos días un locutor de
TN se mostraba extrañado porque Abal Medina, el ex jefe de Gabinete, se
defendió “al viejo estilo k” en un causa por malversación de fondos “sin comprender”
que “el giro de Cristina” ya no deja margen para brabuconadas pasadas de moda.
“Cuiden a
Cristina”
El pacto de “no
agresión” entre Clarín y el gobierno no está firmado en ningún papel. No hace
falta. Ambos saben que hay intereses profundos que están por delante de
cualquier rencilla. El profundo giro del gobierno de Cristina Fernández, tras
su derrota electoral, al ajuste ortodoxo en lo económico y a la derecha en lo
político reubicó a quienes parecían decididos a socavar las bases del gobierno.
Cristina, sin reelección posible y urgida de garantizar una transición con
orden dentro de los marcos institucionales burgueses, asumió ser ella misma la
agente directa del ajuste. Por eso, tras la devaluación brusca de enero, los
tarifazos, el cierre de filas con los gobernadores del PJ y su amenaza de mano
dura contra la protesta obrera y popular, hasta el más rabioso de los
opositores comprendió que de lo que se trata a partir de ahora es de cuidar a
la presidente y acompañarla hasta la puerta del cementerio (políticamente
hablando, claro). Y no hay coronación mayor para ilustrar esta nueva coyuntura
que la próxima visita, oficial y con fanfarrias, de CFK al monarca del
Vaticano, quien seguramente la bendecirá y prometerá santa colaboración en este
fin de ciclo. Mal que le pese a Verbitsky, la foto de Bergoglio y Cristina
felices será una digna tapa de Clarín.
El problema lo
tienen, una vez más, quienes abrazaron el “proyecto” con expectativas de cambio
y hoy se paran con la ñata frente al vidrio ante una nueva frustración.
Los
trabajadores y el pueblo pobre, ajenos a esta disputa entre capitalistas y
censurados estables de todos los medios masivos, sabemos que entre muchas de
las mentiras lanzadas por unos y otros se filtraron no pocas verdades que
pintan de cuerpo entero a los poderosos y sus secuaces, tanto los que actúan
desde la Casa Rosada como los que hablan en nombre de la “libertad de prensa”.
Atentos a ello, será cuestión de emprender una lucha independiente, desde los
explotados y oprimidos, por lograr una verdadera liberación de la palabra, de
la imagen, del arte y del entretenimiento. Lo que indisolublemente estará unido
a la pelea de las masas por su total liberación del yugo del capital.
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