LAS MUJERES, LA POLÍTICA Y LA VIDA
PATRICIA AYALA
Es
de conocimiento de todos que el próximo 8 de marzo es el Día Internacional de
la Mujer y me pareció una buena oportunidad para compartir con ustedes cómo
vivo y siento esto de haberme dedicado u optado por la militancia política, lo
cual hoy me ha llevado a cumplir esta función inédita para las mujeres en
nuestro país, más para las mujeres del interior y de un departamento
conservador y tradicionalista en sus hábitos y costumbres.
Hecho
que para el común denominador de la población del país se convirtió en una
rareza, donde comenzamos a romper estereotipos y esquemas muy viejos y
arraigados.
En
lo personal, lo he tomado como una tarea militante más, comprometida no solo
con el colectivo político al cual pertenezco sino con toda la población de mi
departamento y del país, muy consciente de que si Artigas se desarrolla,
estaremos contribuyendo al desarrollo del Uruguay.
Como
digo siempre, soy una mujer común, que limpia, lava, arregla su casa, le gusta
tejer y andar en alpargatas, que tuvo la oportunidad y logró estudiar, lo cual
durante mucho tiempo le permitió el sustento de su familia, como a otras tantas
mujeres les ha tocado. Pero además desde temprana edad tuvo el sueño de una
sociedad más justa y con igualdad de oportunidades para todos, que a su manera
y a su medida, en el acierto o en el error, acompañó o se rebeló ante
determinadas situaciones o hechos y que no aceptó todo porque sí.
Soy
de las que dicen que el mundo es redondo y evidencias de ello vaya que las hay,
pero no lo digo por venganza o revanchismo, sino porque creo en la justicia.
Hace
pocos días alguien me hablaba de las utopías, escuché con atención y en un
momento dije: yo soy una utopía. Lograr las cosas, se logran, lo fundamental o
más difícil es mantenerlas. Mujeres: hemos conquistado y vamos conquistando
espacios, debemos mantenerlos, ha sido producto de lucha de muchas a lo largo
de la historia. Es una pesada mochila que con gusto la llevo. Evidentemente en
el lugar que hoy me toca estar, es de doble responsabilidad llevar la tarea
adelante y demostrar que nosotras podemos hacerlo. Lo que sí debemos aprender
es a cuidarnos, aún la sociedad en la que vivimos es machista y nosotras
estamos contaminadas por él, aún hay quienes piensan que tenemos que tener a un
hombre que nos diga lo que debemos hacer, como si no fuéramos capaces de pensar
y actuar por nosotras mismas. Aún a los hombres se les perdonan más sus
andanzas y errores, a nosotras la sociedad entera nos tiene bajo la lupa, nos
critica, nos juzga y nos desvaloriza 10 veces más que al género masculino.
Muchas veces las promotoras de esto somos nosotras, las propias mujeres. Por
eso debemos cuidarnos y alegrarnos de los logros de todas y cada una de las
mujeres.
Ya
no puede haber cosas de nenas o de varones, las responsabilidades son y deben
ser compartidas entre hombres y mujeres. Por suerte somos diferentes, pero eso
no quita que tengamos igualdad de oportunidades y derechos.
¡Qué
bueno el día que logremos la conjunción de género!
¡Qué
bueno el día que respetemos a los más viejos y no critiquemos a los más
jóvenes!
¡Qué
bueno sería que las generaciones intermedias pudiéramos ser la bisagra adecuada
para que esas cosas sucedan!
Todo
es posible si nos lo proponemos, todo. Muchas veces es cuestión de actitud
frente a la vida, más en este momento de cambios culturales, tecnológicos,
sociales y demás. Donde estemos, donde nos toque, si no cambiás vos, no cambia
nada.
Me
gusta lo que hago, me siento bien, con ganas, firme. Sí, tengo presente que las
cuestiones de género aún influyen y mucho, pero hubo, hay y habrá mujeres a lo
largo de la historia para continuar levantando y plantando banderas. La vida es
una lucha de poderes, en la que debemos integrar saberes, aptitudes y diferencias
para seguir viviendo y conviviendo.
Entonces,
desde aquí, finalmente, quiero enviar un fuerte abrazo a ustedes, mujeres, y
también a todos los hombres que nos respetan y valoran.
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