TEMÁTICA Y PROMOCIÓN DE LIBRO CANARIAS-CUBA. PERSPECTIVAS
Parte i
MIGUEL LEAL CRUZ. PERIODISTA Y ESCRITOR.
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A.- INICIO DE LA LITERATURA
CUBANA
Silvestre
de Balboa Troya y Quesada, de ascendencia gran canaria.
Este
canario cubano es nacido y bautizado en la Parroquia, de San Agustín de Las
Palmas de Gran Canaria, documento civil
que tiene fecha de 30 de Junio de 1563. El autor del texto de carácter
literario Espejo de Paciencia , que es considerado por la bibliografía cubana
como la primera obra de la literatura de su país, posiblemente era hijo de
padres procedentes de la Península durante aquella época de continuo trasiego y
afincados en Canarias por razones diversas, administración, comercio,
colonizaje, etc.
Como
apunta el cubano-isleño García Medina, no se ha podido establecer con exactitud
el momento en que aparece en Cuba, se supone pudiera haber arribado a la isla
entre 1595 y 1600, quien por su raigambre familiar y cultura aparece vinculado
desde el principio a funciones administrativas de la Monarquía Hispana, como
escribano en la ciudad de Bayamo en la parte oriental de Cuba y, más tarde, en
Puerto príncipe. Precisamente García Medina indica que: “... en 1604, es
secuestrado por los piratas, en el poblado de Yara (Bayamo), el Obispo Juan de
las Cabezas Altamirano, que es rescatado por los vecinos de Bayamo en lucha
entre la milicia insular de Gregorio Ramos y los hombres de Girón, quienes dan
muerte a éste y celebran la victoria con un Motete cantado en la iglesia de
Bayamo". Este hecho sirvió de argumento a Balboa, cuatro años después,
como base argumental para el canto o poema épico- histórico Espejo de
Paciencia.
Aprovechó
los hechos y situaciones vividas en Cuba, posiblemente con amplia experiencia
aprendida en sus cargos de responsabilidad oficial, para dar argumento a su
obra. Reflejó las preocupaciones que los cubanos de la época tenían,
especialmente en torno a la piratería que asolaba a Cuba, consecuencia de la
envidia que originaba la grandeza imperial hispana en América, donde la isla
antillana era pieza imprescindible. Estas acciones piráticas contra las
principales ciudades costeras de la isla eran constantes, desde Jamaica, Isla
Tortuga o callos próximos, piratas y corsarios asediaban el litoral marino de
Cuba para atacar las ciudades como Trinidad o Santiago. Cometían todo tipo de
atropellos, incendio, destrucción y secuestro de personas relevantes que
precisaban la solidaridad de las gentes para los posteriores rescates.
Igualmente abordaba Balboa otros eventos de la vida caribeña del momento: la
sumisión a la corte en Madrid, los esclavos, criollos, costumbres, la sociedad
etc. En su elaboración intervinieron otros canarios como fue Antonio Hernández
El Viejo , natural de Moya de Gran Canaria que transcribió algunos sonetos, y
otros, alusivos a aquella situación.
B.-
LABOREO DEL TABACO Y EL AZÚCAR: UNA ACTIVIDAD COMÚN
La
producción azucarera, con carácter general, constituyó uno de los principales
elementos de intercambio comercial durante la alta Edad Media, tanto entre la
Península Ibérica y los archipiélagos atlánticos de Madeira y Canarias, como
más tarde entre el Viejo y el Nuevo Mundo. No sólo por el transporte material
del producto elaborado final, sino también por el trasiego continuo de los
factores de producción que le acompañan: el capital y trabajo. Por los
intercambios tecnológicos realizados, así como por nuevos procesos de
adaptación y por cambios ambientales que se produjeron en la Hispaniola, y
específicamente en la Mayor de las Antillas, alcanzó gran escala o dimensión a
uno y otro lado del Atlántico para asentarse definitivamente en la zona
caribeña. En Canarias quedará reducido a simples manifestaciones en la
elaboración de bebidas alcohólicas: los rones y otros que con altas y bajas
hasta los primeros años del siglo XX.
La
producción azucarera fue desde sus comienzos el factor fundamental de la
economía de la isla, destinada la totalidad de la producción al mercado
exterior, creándose lo que el historiador y antropólogo cubano Fernando Ortiz
en su “contrapunteo del tabaco y el azúcar”, el
tanden en que se basó siempre la
economía de su país.
En
cuanto al tabaco en Cuba, una vez que fue debidamente sistematizado su cultivo
por los españoles, en el que los isleños canarios fueron principales
protagonistas, la elaboración y cultivo desde el mismo siglo XVI se hacía en
pequeñas parcelas o vegas junto a los ríos cubanos, de ahí el apelativo de “
vegueros isleños ” a los canarios. Hubo enfrentamientos entre ganaderos y vegueros
por competencias territoriales y de propiedad de paso, cuya disputa finalizó en
1688 cuando una Real Cédula prohibió el tránsito de ganado por las riberas de
los ríos, favoreciendo con ello el cultivo del tabaco.
En
torno a mediados del siglo XVII y especialmente a partir del inicio de la
guerra cubana de 1895-98, los cultivadores canarios de tabaco, y otros,
retornaron a sus respectivas islas, trayendo con ellos el conocimiento de esta
actividad que llevaron a cabo y trasladaron con éxito a sus fincas, sobre todo
en la Palma y Tenerife, creándose una pujante industria, que alcanzó a todas
las islas y a territorio peninsular.
C.-EL
AZÚCAR DESDE CANARIAS A CUBA
El
monocultivo del azúcar ha condicionado desde siempre la historia de Cuba. Si
bien antes de ser introducido en la vecina isla de Santo Domingo por Colón en
su segundo viaje (1494) era producto conocido en todo el mundo euroasiático
desde mucho antes especialmente en lo que se llamó Insulindia o en torno del
Mar Mediterráneo más tarde. En esta parte fue cultivado y aprovechado primero
por romanos y árabes después, entre otros pueblos de este entorno
económico-cultural y en cada momento.
Pocos
productos han mantenido hasta la actualidad su vigencia de origen, y han
repercutido de forma tan decisiva para las condiciones de vida de los
habitantes en sus zonas de expansión, con resultado tan representativo en la
influencia del Viejo Mundo en la América continental e insular.
Toda
Europa se convirtió, a partir del siglo XVI en la gran demandante y consumidora
de azúcar, no sólo para utilidad edulcorante e imprescindible en la elaboración
de dulces, pasteles y otros derivados, sino, al igual que la sal, como conservante
de ciertos alimentos, e incluso medicinal.
Los
verdaderos orígenes de esta planta para Cuba cuya explotación dará lugar a su
principal factor productivo, ningún autor consultado parece coincidir
plenamente en el momento de su introducción y desarrollo en la Isla, salvo que
sí lo fue por colonizadores españoles. Manuel Moreno Fraginals, historiador
cubano de máxima confianza, nos dice:
“Desde tempranos años de la conquista/colonización se habla de la producción
azucarera en la Isla”. Cierto auge azucarero parece iniciarse a fines del siglo
XVI, cuando la Corona concede ayudas financieras con destino a fundar y
beneficiar ingenios de azúcar y, en consecuencia, se constata que para 1597
había en La Habana por lo menos 30 trapiches e ingenios azucareros. Es en este
momento cuando, al contrario que el cultivo de tabaco que es llevado a cabo por
mano de obra inmigrante, en principio libre, con mayoría procedente de las
Islas Canarias, se incrementa la mano de obra esclava traída, exclusivamente
para el cultivo de caña azucarera, desde África occidental con escala en
Canarias hasta bien entrado el siglo XVII. Estas islas fueron paso de esclavos
africanos, pero también de permanencia de los mismos en las zonas cañeras de
Adeje, Tazacorte, San Andrés y Los Sauces, Santa Cruz de La Palma, Santa Cruz
de Tenerife, Las Palmas de Gran Canaria, Ingenio y en amplias zonas de la Isla
de La Gomera.
Sin
embargo, la producción de dicho cultivo en América no comienza en la isla de
Cuba sino en la vecina Santo Domingo, para extenderse con el tiempo por todas
las Antillas; pero una vez que a mediados del siglo cesó la producción en las
Islas Canarias por excesivos costos, falta de agua y consiguiente falta de
rentabilidad, los principales mercados europeos serán abastecidos con la
producción cubana y dominicana principalmente. Los españoles utilizaron las
mismas técnicas que empleaban en las vegas Canarias, según nos apunta la
investigadora canaria, profesora de la Universidad de La Laguna, Dra. Ana Brito
Viña a su vez heredadas de las de
Madeira, desde donde vinieron a Canarias los “maestros de la caña”, sirviéndose
de maquinas rudimentarias que producían una especie de azúcar más próximo al
llamado guarapo o melaza. Fernando Ortiz, historiador cubano, nos dice que la
propia caña se chupaba o masticaba como una fruta en su isla natal. También era
este su uso en estas islas y para alimento de ganado vacuno y caballar, sobre
todo. Él mismo reconoce su importancia decisiva en la economía cubana, en todo
momento.
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