miércoles, 5 de marzo de 2014

TEMÁTICA Y PROMOCIÓN DE LIBRO CANARIAS-CUBA. PERSPECTIVAS Parte i



TEMÁTICA Y PROMOCIÓN DE LIBRO CANARIAS-CUBA. PERSPECTIVAS
Parte i

 MIGUEL LEAL CRUZ. PERIODISTA Y ESCRITOR.
WWW.PERIODISMOHISTORICOSL.BLOGSPOT.COM



A.- INICIO DE LA LITERATURA CUBANA

Silvestre de Balboa Troya y Quesada, de ascendencia gran canaria.

Este canario cubano es nacido y bautizado en la Parroquia, de San Agustín de Las Palmas de Gran Canaria, documento civil  que tiene fecha de 30 de Junio de 1563. El autor del texto de carácter literario Espejo de Paciencia , que es considerado por la bibliografía cubana como la primera obra de la literatura de su país, posiblemente era hijo de padres procedentes de la Península durante aquella época de continuo trasiego y afincados en Canarias por razones diversas, administración, comercio, colonizaje, etc.

Como apunta el cubano-isleño García Medina, no se ha podido establecer con exactitud el momento en que aparece en Cuba, se supone pudiera haber arribado a la isla entre 1595 y 1600, quien por su raigambre familiar y cultura aparece vinculado desde el principio a funciones administrativas de la Monarquía Hispana, como escribano en la ciudad de Bayamo en la parte oriental de Cuba y, más tarde, en Puerto príncipe. Precisamente García Medina indica que: “... en 1604, es secuestrado por los piratas, en el poblado de Yara (Bayamo), el Obispo Juan de las Cabezas Altamirano, que es rescatado por los vecinos de Bayamo en lucha entre la milicia insular de Gregorio Ramos y los hombres de Girón, quienes dan muerte a éste y celebran la victoria con un Motete cantado en la iglesia de Bayamo". Este hecho sirvió de argumento a Balboa, cuatro años después, como base argumental para el canto o poema épico- histórico Espejo de Paciencia.

Aprovechó los hechos y situaciones vividas en Cuba, posiblemente con amplia experiencia aprendida en sus cargos de responsabilidad oficial, para dar argumento a su obra. Reflejó las preocupaciones que los cubanos de la época tenían, especialmente en torno a la piratería que asolaba a Cuba, consecuencia de la envidia que originaba la grandeza imperial hispana en América, donde la isla antillana era pieza imprescindible. Estas acciones piráticas contra las principales ciudades costeras de la isla eran constantes, desde Jamaica, Isla Tortuga o callos próximos, piratas y corsarios asediaban el litoral marino de Cuba para atacar las ciudades como Trinidad o Santiago. Cometían todo tipo de atropellos, incendio, destrucción y secuestro de personas relevantes que precisaban la solidaridad de las gentes para los posteriores rescates. Igualmente abordaba Balboa otros eventos de la vida caribeña del momento: la sumisión a la corte en Madrid, los esclavos, criollos, costumbres, la sociedad etc. En su elaboración intervinieron otros canarios como fue Antonio Hernández El Viejo , natural de Moya de Gran Canaria que transcribió algunos sonetos, y otros, alusivos a aquella situación.





B.- LABOREO DEL TABACO Y EL AZÚCAR: UNA ACTIVIDAD COMÚN

La producción azucarera, con carácter general, constituyó uno de los principales elementos de intercambio comercial durante la alta Edad Media, tanto entre la Península Ibérica y los archipiélagos atlánticos de Madeira y Canarias, como más tarde entre el Viejo y el Nuevo Mundo. No sólo por el transporte material del producto elaborado final, sino también por el trasiego continuo de los factores de producción que le acompañan: el capital y trabajo. Por los intercambios tecnológicos realizados, así como por nuevos procesos de adaptación y por cambios ambientales que se produjeron en la Hispaniola, y específicamente en la Mayor de las Antillas, alcanzó gran escala o dimensión a uno y otro lado del Atlántico para asentarse definitivamente en la zona caribeña. En Canarias quedará reducido a simples manifestaciones en la elaboración de bebidas alcohólicas: los rones y otros que con altas y bajas hasta los primeros años del siglo XX.

La producción azucarera fue desde sus comienzos el factor fundamental de la economía de la isla, destinada la totalidad de la producción al mercado exterior, creándose lo que el historiador y antropólogo cubano Fernando Ortiz en su “contrapunteo del tabaco y el azúcar”, el  tanden  en que se basó siempre la economía de su país.

En cuanto al tabaco en Cuba, una vez que fue debidamente sistematizado su cultivo por los españoles, en el que los isleños canarios fueron principales protagonistas, la elaboración y cultivo desde el mismo siglo XVI se hacía en pequeñas parcelas o vegas junto a los ríos cubanos, de ahí el apelativo de “ vegueros isleños ” a los canarios. Hubo enfrentamientos entre ganaderos y vegueros por competencias territoriales y de propiedad de paso, cuya disputa finalizó en 1688 cuando una Real Cédula prohibió el tránsito de ganado por las riberas de los ríos, favoreciendo con ello el cultivo del tabaco.

En torno a mediados del siglo XVII y especialmente a partir del inicio de la guerra cubana de 1895-98, los cultivadores canarios de tabaco, y otros, retornaron a sus respectivas islas, trayendo con ellos el conocimiento de esta actividad que llevaron a cabo y trasladaron con éxito a sus fincas, sobre todo en la Palma y Tenerife, creándose una pujante industria, que alcanzó a todas las islas y a territorio peninsular.


C.-EL AZÚCAR DESDE CANARIAS A CUBA





El monocultivo del azúcar ha condicionado desde siempre la historia de Cuba. Si bien antes de ser introducido en la vecina isla de Santo Domingo por Colón en su segundo viaje (1494) era producto conocido en todo el mundo euroasiático desde mucho antes especialmente en lo que se llamó Insulindia o en torno del Mar Mediterráneo más tarde. En esta parte fue cultivado y aprovechado primero por romanos y árabes después, entre otros pueblos de este entorno económico-cultural y en cada momento.

Pocos productos han mantenido hasta la actualidad su vigencia de origen, y han repercutido de forma tan decisiva para las condiciones de vida de los habitantes en sus zonas de expansión, con resultado tan representativo en la influencia del Viejo Mundo en la América continental e insular.

Toda Europa se convirtió, a partir del siglo XVI en la gran demandante y consumidora de azúcar, no sólo para utilidad edulcorante e imprescindible en la elaboración de dulces, pasteles y otros derivados, sino, al igual que la sal, como conservante de ciertos alimentos, e incluso medicinal.

Los verdaderos orígenes de esta planta para Cuba cuya explotación dará lugar a su principal factor productivo, ningún autor consultado parece coincidir plenamente en el momento de su introducción y desarrollo en la Isla, salvo que sí lo fue por colonizadores españoles. Manuel Moreno Fraginals, historiador cubano  de máxima confianza, nos dice: “Desde tempranos años de la conquista/colonización se habla de la producción azucarera en la Isla”. Cierto auge azucarero parece iniciarse a fines del siglo XVI, cuando la Corona concede ayudas financieras con destino a fundar y beneficiar ingenios de azúcar y, en consecuencia, se constata que para 1597 había en La Habana por lo menos 30 trapiches e ingenios azucareros. Es en este momento cuando, al contrario que el cultivo de tabaco que es llevado a cabo por mano de obra inmigrante, en principio libre, con mayoría procedente de las Islas Canarias, se incrementa la mano de obra esclava traída, exclusivamente para el cultivo de caña azucarera, desde África occidental con escala en Canarias hasta bien entrado el siglo XVII. Estas islas fueron paso de esclavos africanos, pero también de permanencia de los mismos en las zonas cañeras de Adeje, Tazacorte, San Andrés y Los Sauces, Santa Cruz de La Palma, Santa Cruz de Tenerife, Las Palmas de Gran Canaria, Ingenio y en amplias zonas de la Isla de La Gomera.

Sin embargo, la producción de dicho cultivo en América no comienza en la isla de Cuba sino en la vecina Santo Domingo, para extenderse con el tiempo por todas las Antillas; pero una vez que a mediados del siglo cesó la producción en las Islas Canarias por excesivos costos, falta de agua y consiguiente falta de rentabilidad, los principales mercados europeos serán abastecidos con la producción cubana y dominicana principalmente. Los españoles utilizaron las mismas técnicas que empleaban en las vegas Canarias, según nos apunta la investigadora canaria, profesora de la Universidad de La Laguna, Dra. Ana Brito Viña  a su vez heredadas de las de Madeira, desde donde vinieron a Canarias los “maestros de la caña”, sirviéndose de maquinas rudimentarias que producían una especie de azúcar más próximo al llamado guarapo o melaza. Fernando Ortiz, historiador cubano, nos dice que la propia caña se chupaba o masticaba como una fruta en su isla natal. También era este su uso en estas islas y para alimento de ganado vacuno y caballar, sobre todo. Él mismo reconoce su importancia decisiva en la economía cubana, en todo momento. 






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