martes, 4 de marzo de 2014

CARTERISTAS Y OTROS “CHOROS” A MANSALVA



CARTERISTAS Y OTROS “CHOROS” A MANSALVA

MIGUEL LEAL CRUZ
Periodismo Historico

Se retoman comentarios en torno a estas ilegales actividades punibles, y más a la vista del incremento que “en tiempos de crisis” da lugar a aumento considerable como ve y aprecia cualquiera que quiera, y más aún por Carnavales. Al respecto, no hace mucho los “Mossos” catalanes y la Fiscalía barcelonesa parece han propinado un “duro golpe” a los llamados “carteristas” que tanto pululan en la Ciudad Condal, y muy conocidos “profesionalmente”. Constituye esta una infracción, en principio de “poca monta” por no ejercerse apenas fuerza física en las personas, ni siquiera clara intimidación, pero sí con resultado perjudicial en grado sumo al quedar el afectado con fuerte susto y sin dinero o documentos casi siempre; sus autores sólo usan el descuido o despiste de la víctima, salvo que sí produzcan violencia en cuyo caso el hecho punible es mucho más grave y, sobre todo, por ser reincidentes la mayoría de estos presuntos delincuentes más que conocidos.

En el argot policial se les conoce como “piqueros” (o “espadas”) toda vez que, por norma de uso, utilizan dos dedos de una mano a modo de “pico de ave” (normalmente el pulgar e índice con otros) que introducen en un bolsillo o bolso del elegido donde el infractor intuye o aprecia se encuentra la cartera o similar.  Otras modalidades utilizadas por estos “poco simpáticos amigos de lo ajeno” es seccionar con una hojilla o instrumento similar la tela del traje o vestimenta desde dónde fácilmente sustraen la cartera; o, también, utilizando la llamada “muleta” (periódico, revista o similar) que colocan en la cara de la persona objeto del intento, por lo general en metro, autobús, o tranvía y, aprovechando su falta de visión momentánea, cometer el hecho por el procedimiento citado. Si resulta efectivo su autor entrega la cartera o similar a su “compinche” situado en lugar próximo para así evitar “problemas” cuando el perjudicado lo perciba y “reclame” requiriendo a la Policía o, si existe, al servicio de seguridad del medio donde se cometa.

A este respecto, conocido personalmente, y para plasmar en libro a editar  bajo título “Memoria Policial de Antaño” a prologar en breve plazo por el ex Magistrado Fernández del Torco (hoy con bufete de abogados), ya se ha dicho y publicado que en Las Ramblas barcelonesas, Plaza de Cataluña o aledaños (extensible a otras grandes ciudades, y más aún en aglomeraciones por fiestas masivas…) se comete casi permanente esta “no difícil ni arriesgada” modalidad, con resultados (en la citada urbe) de próximo a doscientos hechos  de esta índole por noche, según fuentes policiales, e incluso hoy en día. Eligen la víctima, normalmente turistas o foráneos, y la acosan disimuladamente por un lado mientras por el otro con artimañas le sustraen.

Es tan preocupante el asunto que se recomienda no sacar la mano del bolsillo que porta el objeto o cosa, porque la insistencia del o los carteristas es ilimitada, puesto que además “no tienen mucho que perder” por quedar el hecho tipificado en principio como “falta de hurto”, salvo que  sea considerado delito por razones conexas u otras varias. El hurto, sin agravantes, conlleva prisión de seis a ocho meses cuando la cantidad sustraída supera los 400 euros. Inferior a la misma la pena se reduce a una multa, normalmente. De ahí el por qué esta modalidad de sustracción prolifera en cualquier lugar, siendo sus autores de las más variadas características sociales o de procedencia: naturales de la zona, gitanos, rumanos, bosnios, sudamericanos, magrebíes, a lo que ahora parece se suman parados, desahuciados, y tantos otros como producto de la crisis económica que nos afecta.

¡Qué es aconsejable, profesionalmente, a más de lo expuesto!: llevar poco dinero y con documentos fotocopiados bien guardados en bolsillos interiores de la chaqueta, telefonía móvil en lugar interno de la vestimenta, evitar aglomeraciones, y, sobre todo, hacer un retrato robot del infractor cuando comete el hecho para favorecer la actuación policial tras denuncia en Comisaría Nacional o Local, donde, a veces, se encuentra la cartera con la documentación pero sin dinero o tarjetas,  pero que también hay que hacer constar en la misma denuncia, e inmediatamente en el banco que las expide. Continuaremos con mismas argumentaciones y hechos por más que conocidos.
 

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