ALAS DE MARIPOSA
DUNIA SÁNCHEZ
El latigazo del crepúsculo incide sobre
mis pupilas. Viejas aves entonan un canto a la melancolía y la tierra baldía.
El rigor cierto y seguro de esta oscuridad y humedad que poco a poco va
destartalando mis ojos y huesos. Escucho unos pasos, un eco sonoro que se
repite una y otra vez cada día, a la misma hora. Hoy son distintos, un tintineo
que se junta a otros pasos plúmbicos. Abren la puerta, el chirrido suena a soez
y grotesco. Una corriente de estacas penetran en mi pecho. Mis latidos
carcomidos por la soledad y la marginación se desbocan en un vuelo violento y
desesperanzador. ¡La última hora¡ Los últimos instantes en que mi respiración
gozará de libertad. Ando apurada con mi última oración. Oración sin respuesta.
Me dejo ir. Subo las montañas que la imaginación me teje mientras me amarran.
Todo ha terminado. Lo que viene ahora es atroz. Ese dolor. Esa lenta muerte que
no concibe mi mente, mi cuerpo. Alas de mariposa revolotean alrededor de mí.
Alas que emanan flores en el desierto para nunca más. Nunca más esta erupción
de piedras sobre nuestra faz
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