Articulos recordatorios de
Miguel Angel Diaz Palarea
Un rayo luminoso y radiante rompió el horizonte
y deslumbró a un compungido y derrotado trabajador.
-¡Usted es un gandul! ¡A trabajar, desgraciado!
Retumbó la poderosa y omnipotente voz del
E.V.I. (Equipo de Valoración de Invalidez).
Aquel pobre infeliz clavó sus mustios ojos en
el suelo recién lavado del despacho del todopoderoso. Permaneció tímido
primero, después derrotado. Aguantó el llanto, era un macho. Macho y desde
pequeñito, en verano y en invierno al puto tajo, con frío o calor; cargar,
cargar, acarrear como un jodido burro; se había ganado su puñetera vida, nunca
mejor dicho, con el sudor de su alma y ahora, al paro, cuando llegaban los cincuenta
largos años que pesaban toneladas.
-Es que eres un rebenque -le dijeron entre
risotadas en la barra del bar:
-¿Para qué coño quiere un empresario a un
obrero analfabeto averiado como tu? Estás más “empenao” que una alcayata
“rumbienta”, ¡puntal! –continuó el cachondeito cabrón.
Tomó el último sorbo del carajillo y con el
insignificante resuello que le quedaba de su asmático pecho, protestó:
-Pa mi esas risitas ni puñetera gracia me
“jacen”, que con la enfermedad del prójimo no se juega caballeros.
Pero qué cojones le quedaba, había transcurrido
un año de baja y le citaron por correo certificado, con todo tipo de
advertencias, como si fuera un peligroso delincuente. Llegó derrotado, se
plantó tímido ante el Equipo de Valoración de Invalidez (EVI) y ni le dejaron
sentar. Comprendió que la gente educada donde el creía estar lo consideraban un
mierdecilla sudado, un paria de la tierra. Ya el abogado en el sindicato le
dijo que llevara todos los certificados médicos, las radiografías y resonancias
que demostraban que su espalda, extremidades superiores e inferiores eran pura
fosfatina, puritita mierda y sus pulmones hechos gofio.
Sorpresa: Pepe el peón no halló Equipo alguno,
sólo una escuálida mujercilla de cara ruin, que decía ser doctora. Parecía más
un guardia civil de esos de Franco, de aquellos que por menos de nada te
aflojaba un bofetón en comisaría, con aquella frasecita: ¡Usted se calla
bobomierda! Y habla cuando le autoricen, maleducado, que una servidora pagada
con el dinero que a él le llevan descontando desde que tiene uso de razón;
desde que, con apenas doce años, le sacaran de la escuela para que acompañara a
su viejo a trabajar en la construcción.
Repuesto del susto y al ver que no le miraban,
ni le preguntaban, ni le tomaban sus certificados, radiografías, resonancias,
ingenuo preguntó:
-Señorita ¿Dónde esta el Equipo “paer” que vine
“paque” me vieran?
Y, con toda la mala leche del mundo bramó Dios:
-Yo soy el Equipo, el EVI, tres en uno, como el
desatascador, un médico, un inspector de trabajo y un psicólogo en uno, y deje
de darme la lata con esos papeles, que ya he decidido sobre su futuro. Pero
hombre quite esas resonancias y esas radiografías de mi mesa que yo lo se todo
sobre usted. Que nosotros conocemos lo que pretenden los que como usted quieren
vivir de la caja común. Un informe completo obra en mi ordenador. Esté
tranquilo que enseguida le arreglamos el pelo.
-Pero Señorita si este “certificao”del
traumatólogo es nuevo, me lo dieron ayer y yo soy peón de la construcción.
-Deje de molestar, salga ¡jolín! que tengo
mucho trabajo. Ya le comunicará el Equipo su resolución, pero me temo –dijo por
lo bajine con ironía- el tajo le espera, que todavía sólo ha cotizado treinta y
tres años y le restan seis para su jubilación que la caja común no se ha hecho
para gandules.
-Pero Señora Equipo; si es que no me puedo ni
poner los zapatos y “la mujé” me tiene que asear todos las mañanitas.
-No me de la lata. ¿Se va –reprimió palabras
gruesas- o llamo al seguritas? Todavía le quedan muchos sacos de cemento,
muchos baldes de mezcla, muchas escaleras retorcidas que subir cargados como
bestias, para que esta sociedad funcione tenemos que evitar a los gandules.
Y bajó Dios a la tierra y aquel desgraciado a
mamarla, que a su mismísimo hijo, al mismo hijo de Dios, a Jesucristo lo
jodieron a gusto por pedir justicia y lo crucificaron los judíos por mucho
menos que a Pepe el peón.
Y DIOS SE HIZO CARNE Y DESCENDIÓ AL MUNDO
MUNDIAL.
Un rayo luminoso y radiante rompió el horizonte
y deslumbró a un compungido y derrotado trabajador.
-¡Usted es un gandul! ¡A trabajar, desgraciado!
Retumbó la poderosa y omnipotente voz del
E.V.I. (Equipo de Valoración de Invalidez).
Aquel pobre infeliz clavó sus mustios ojos en
el suelo recién lavado del despacho del todopoderoso. Permaneció tímido
primero, después derrotado. Aguantó el llanto, era un macho. Macho y desde
pequeñito, en verano y en invierno al puto tajo, con frío o calor; cargar,
cargar, acarrear como un jodido burro; se había ganado su puñetera vida, nunca
mejor dicho, con el sudor de su alma y ahora, al paro, cuando llegaban los
cincuenta largos años que pesaban toneladas.
-Es que eres un rebenque -le dijeron entre
risotadas en la barra del bar:
-¿Para qué coño quiere un empresario a un
obrero analfabeto averiado como tu? Estás más “empenao” que una alcayata
“rumbienta”, ¡puntal! –continuó el cachondeito cabrón.
Tomó el último sorbo del carajillo y con el
insignificante resuello que le quedaba de su asmático pecho, protestó:
-Pa mi esas risitas ni puñetera gracia me “jacen”,
que con la enfermedad del prójimo no se juega caballeros.
Pero qué cojones le quedaba, había transcurrido
un año de baja y le citaron por correo certificado, con todo tipo de
advertencias, como si fuera un peligroso delincuente. Llegó derrotado, se
plantó tímido ante el Equipo de Valoración de Invalidez (EVI) y ni le dejaron
sentar. Comprendió que la gente educada donde el creía estar lo consideraban un
mierdecilla sudado, un paria de la tierra. Ya el abogado en el sindicato le
dijo que llevara todos los certificados médicos, las radiografías y resonancias
que demostraban que su espalda, extremidades superiores e inferiores eran pura
fosfatina, puritita mierda y sus pulmones hechos gofio.
Sorpresa: Pepe el peón no halló Equipo alguno,
sólo una escuálida mujercilla de cara ruin, que decía ser doctora. Parecía más
un guardia civil de esos de Franco, de aquellos que por menos de nada te
aflojaba un bofetón en comisaría, con aquella frasecita: ¡Usted se calla
bobomierda! Y habla cuando le autoricen, maleducado, que una servidora pagada
con el dinero que a él le llevan descontando desde que tiene uso de razón;
desde que, con apenas doce años, le sacaran de la escuela para que acompañara a
su viejo a trabajar en la construcción.
Repuesto del susto y al ver que no le miraban,
ni le preguntaban, ni le tomaban sus certificados, radiografías, resonancias,
ingenuo preguntó:
-Señorita ¿Dónde esta el Equipo “paer” que vine
“paque” me vieran?
Y, con toda la mala leche del mundo bramó Dios:
-Yo soy el Equipo, el EVI, tres en uno, como el
desatascador, un médico, un inspector de trabajo y un psicólogo en uno, y deje
de darme la lata con esos papeles, que ya he decidido sobre su futuro. Pero
hombre quite esas resonancias y esas radiografías de mi mesa que yo lo se todo sobre
usted. Que nosotros conocemos lo que pretenden los que como usted quieren vivir
de la caja común. Un informe completo obra en mi ordenador. Esté tranquilo que
enseguida le arreglamos el pelo.
-Pero Señorita si este “certificao”del
traumatólogo es nuevo, me lo dieron ayer y yo soy peón de la construcción.
-Deje de molestar, salga ¡jolín! que tengo
mucho trabajo. Ya le comunicará el Equipo su resolución, pero me temo –dijo por
lo bajine con ironía- el tajo le espera, que todavía sólo ha cotizado treinta y
tres años y le restan seis para su jubilación que la caja común no se ha hecho
para gandules.
-Pero Señora Equipo; si es que no me puedo ni
poner los zapatos y “la mujé” me tiene que asear todos las mañanitas.
-No me de la lata. ¿Se va –reprimió palabras
gruesas- o llamo al seguritas? Todavía le quedan muchos sacos de cemento,
muchos baldes de mezcla, muchas escaleras retorcidas que subir cargados como
bestias, para que esta sociedad funcione tenemos que evitar a los gandules.
Y bajó Dios a la tierra y aquel desgraciado a
mamarla, que a su mismísimo hijo, al mismo hijo de Dios, a Jesucristo lo
jodieron a gusto por pedir justicia y lo crucificaron los judíos por mucho
menos que a Pepe el peón.
Escrito
por Miguel Angel Diaz Palarea
El
viernes, 6 de febrero de 2009
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