Articulos recordatorios de
Miguel Angel Diaz Palarea
El “yo, yo, yo” y si falta algo, YO y, me
pregunto “yo” ¿Es que el pollo no tiene abuela? Mis cuates, creía que con
Segura, con una mente privilegiada como la suya, había acabado mi sorpresa
sobre la petulancia; pero que va, mis amigos. Pepe Segura y su bombilla
encendida de tanta inteligencia natural, y su “yoyoyoyo”, ha sido superado por
paliza. Al oír la entrevista inteligente que le hizo Pepe Moreno en su “radio
independentista El Día” comprendí que existen otros rebenques que se creen tan
listo e importantísimos que los pobres desgraciados, como el que escribe,
tendrían que besarles el culo para estar agradecidos de tanto talento natural;
como diría mi ancestro Simeón es una “Eminencia” “u” “cráneo privilegiado”. Se
autocalifican cuando se quitan el disfraz.
Utilizando la ironía de este pueblo, lo que con
una mueca de desagrado te escupirían entre rones Arehucas: debe calificarse
de“Belillo Parlanchín”. Según el diccionario de O’Shanahan: “chiquillo
inquieto, dicharachero, escurridizo, listo”; pero cuando mete el dedo en el
ojo, el nunca suficientemente apreciado Alfonso, al escribir a continuación:
son “unos Chafalmejas enviados por España”. Y eso creo mis cuates del henchido
Juan Fernando López Aguilar, lo que le sobra de barbilla de media luna le falta
de humildad torera, por decir un epíteto españolero como él mismo.
El guaperas de mentón recio, después de perder
las elecciones no pide perdón, no tiene ni pizca de humildad democrática. En la
entrevista antes mencionada del medio “independentista”“El Día” quedó con el
culo al aire. Debían guardarla para estudiarla en la facultad de periodismo,
sobre lo que debe calificarse de “Belillo Parlanchín”, de petulante soberbia:
yoyoyoyoyoyo…Empezó acusando a los canarios de envidiosos, que no apreciamos
que ÉL era el más listo de la clase, que sin “padrinos” había triunfado en la
vida; que era el más guapo, el que más éxito tenía entre las hembras; nos
calificó de envidiosones, sólo le faltó decir que EL, personaje del Guinness de
los triunfadores era quien la tenia más grande y gorda.
Este “cantamañanas” –según me cuentan, así le
apodan en el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria-; fue un cabronsón al
olvidar a su padrino, padrino, padrino -dicho con toda las palabras del
término: Saavedra que fue quien le aupó sobre sus regordetas espaldas- Momo,
dicho con cariño, tiene buena memoria, pero no consideró que quien “se cría con
serpientes termina siendo una bicha”. Su “Frankenstein” se avergüenza de su
creador, es cojo y gordo, dicho también con cariño, y le humilló hasta el
extremo de quitarle, incluso, un puestito honorífico en el PESOE ESPAÑOL
CANARIÓN.
Desde la petulancia, pedantería de magomierda
–esto lo pongo yo-, se jactó de haber estudiado en elitistas universidades
extranjeras por la gorra; olvidó recordar, como hablan las malas lenguas
envidiosonas- que era “un copión” incluso para lograr su cátedra de la que
presume. Este belillo parlanchín desde que le dan la palabra, y prende su
perorata no hace otra cosa que auto alabarse, olvidando a los “negros” que le
hacen el trabajo sucio aquí en estas islas africanas de las que se avergüenza
el gallardo mozalbete.
“Coños, coños, coños”, me dijo un amigo del
alma “al canarión se le ensalivó la boca de hablar tan bien de su propia
persona, parecía su abuela hablando tantas maravillas, bellezas, de su “bella”
persona”; solo le faltó besarse, muá, muá, muá y más mua, a sí mismo; nos
escupió al hocico una retahíla, de autobombo arrogante, que lo desacredita como
persona; parecía un “belillo parlanchín” al querer culpabilizar a los otros, a
nuestro pueblo por no valorar sus grandes méritos; nos calificó de envidiosones
con tan tremendo personaje importantón, se cree ya un Benito Pérez Galdos, por
nombrar un insigne personaje del que orgullecernos los canaritos de tierra.
Me avergonzó, como canario que me hubiera
gustado lo contrario, cuando un facha, facha entre los fachas, desde dentro de
los gayumbos del genocida Generalísimo de los ejércitos españoleros: Franco; el
pepero le dejó grogui en una paliza memorable, cuando aquel era fácil de
derrotar. Con recordar lo derechón que es y su falta de memoria histórica con
los que perdieron, en defensa de la legalidad republicana, su propia vida. Este
personajillo franquista lo noqueó para vergüenza de los demócratas que
aguantábamos el insufrible programa 59 segundos; pero es que el egregio figurín
pretendió ser la flor dentro del florero y por petulante, repitiéndose hasta el
vómito, hizo el “ridícalo” y con él los demócratas que queríamos denunciar al
candidato de la derechona fascistoide. Fue derrotado estrepitosamente por quien
no le llega a la suela del zapato y esto lo sé y lo digo sin venganzas. Se cascó
una perorata insulsa de legulello de chaquetita de Armani; quedó como un
“comemierda”.Esto me comento un rebenque, pero rebenque engreído y presuntuoso,
hijo de la padrina soberbia que ralla lo ridículo.
El velillo parlanchín llegó a Canarias en olor
de multitudes, con una autofama, fanfarria de autobombo que ha demostrado no
merecer; vino con tez morena a lo Obama; llegó a las islas para ser Presidente
y “trompicó” de bruces con lo que los pesoistas han creado y engordado –una
burguesía pueblerina de caciques de cemento e intereses oscuros. No pudo, tenía
prisa por trepar; tuvo un gatillazo ante la diosa de la fama, hizo el ridículo
al no levantarla. Quedó “enterregado” aseando su melena de pantera negra,
tumbado chupando polvo.
El guapo entre los guapos, presumido entre los
presumidos, gallo en el gallinero de Jerónimo, olió el estiércol que se estila
en Canarias y “se mandó a mudar”, “no lo merecíamos” –dijo a sus próximos. Fue
jefe de jefes entre los pesoistas canarios, fue padrino de filas y ahora se manda
a mudar cobrándolo bien. Solo me resta despedirlo para que disfrute los 18.000
€ que se meterá en el bolsillo todos los meses, presumiendo de ser un cráneo
privilegiado. Personaje “belillo parlanchín” del que las juventudes canarias
deben tomar ejemplo de ascenso sobre las espaldas de otro al que luego humilla
y deja lamiéndose las heridas.
¿Verdad, que digo la verdad verdadera, Jerónimo
Saavedra Acebedo? ¿Verdad, viejo profesor, que quien cría cuervos le terminan
sacando los ojos?
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