lunes, 25 de febrero de 2013

EN MEMORIA DE D. JOAQUÍN PÉREZ SIQUIER, Por Luis Diaz


[Tribulaciones en verso]

EN MEMORIA DE D. JOAQUÍN PÉREZ SIQUIER

Por Luis Diaz
En mi mente, ando camino de la Cafetería Portocarrero. Ha pasado un año de la desaparición de D. Joaquín Pérez Siquier. Allí, como si de un escenario se tratase, se representaban conversaciones en las que casi siempre era yo el espectador, el orgulloso espectador. Poder escucharlo y disfrutar de sus conocimientos siempre fue un lujo que difícilmente podré repetir en mucho tiempo.

Soy un joven que se está formando. Cómo me gustaría volver a mantener una conversación con él sobre tantas cosas… saber qué opina de los últimos lanzamientos en librerías, de los últimos premios literarios o (¿por qué no?), de la Gala de los Premios Goya. Sería una buena manera de volver a descubrir cómo llegó a ser quién fue. Y lo fue gracias a su esfuerzo de lectura, de superación, de preparación y de recordar todo aquello que consideraba digno de recordarse.

Además, creo que podría (como siempre hacía) volver a descubrir por dónde podrían ir mis intenciones: le preguntaría que ha pasado con los políticos. Sí, parece un tema muy manito, pero es que Don Joaquín era eso: un político pero con todas las letras, un representante de los ciudadanos con vocación de serlo. Querría saber qué visión tiene de la corrupción más que abundante (no generalizada, no intento caer en tópicos fáciles y desgastados), de la utilización de las instituciones públicas en beneficio propio o de aquellos políticos que ven en el ejercicio que desempeñan un seguro de vida de cara al futuro y no un deber con la población.

Querría, si me lo permitiera su humildad, conocer el por qué su generación de diputados, todos jóvenes y con unas ganas de demostrar de que eran capaces que difícilmente volveremos a ver en nuestro país fue sustituida por lo que hoy nos tragamos día a día como caldo de cultivo de saber qué falacias.
Don Joaquín, evidentemente no me queda otra que desear esto: yo y muchos otros que ya quisiéramos que siguiese aquí. Me encantaría volver a discutir con usted en la misma conversación de fútbol, de literatura y de su ciencia madre, la política. Lástima que ya no sea posible. Se le echa a usted de menos.

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