NETANYAHU ATACA, WASHINGTON MIRA
Y EUROPA CALLA
RUTH
FERRERO-TURRIÓN
Tanques israelíes se reúnen en la
frontera de Israel con Líbano.
Europa Press
La invasión del Líbano ha comenzado. Como en Gaza, primero fueron los bombardeos, luego el ablandamiento del terreno siguiendo la doctrina Dahiya inaugurada en 2006 en uno de los barrios que en esta ocasión también han sido de los más castigados. Tras la explosión en remoto de buscas primero y walkie-talkies después, luego vendría la mayor campaña aérea de Israel en años. La fuerza israelí atacó más de 1300 objetivos en el Líbano, pero especialmente en el sur. Luego vendría el asesinato de Nasrallah y el descabezamiento de la cúpula de Hezbolá tras una orden dada desde la sede de Naciones Unidas, con el lanzamiento de bombas antibunke que hundieron edificios enteros reduciéndolos a escombros. Mil muertos en pocos días. La vida vale poco estos días en Beirut. Todos son potenciales terroristas dicen muchos.
"La
siguiente fase de la guerra contra Hezbolá comenzará pronto" anunció este
lunes el ministro de defensa hebreo, Yoav Gallant. El objetivo
declarado, asegurar el regreso de la población israelí al sur del Líbano; del
que no hablan, la destrucción. "Utilizaremos todos los medios que sean
necesario: por tierra, mar y aire" aseguró.
Y
dicho y hecho. Los israelíes ya tienen sobre el terreno a la 98 división de
tropas aerotransportadas con mucha experiencia en combate. También han activado
a los reservistas del Comando Norte. El objetivo, la erradicación de Hezbolá.
Al igual que antes en Gaza con Hamas, ahora volverán a entrar a sangre y fuego.
La cuestión es cómo pretenden acabar con una organización con un fuerte arraigo
en la sociedad libanesa y que, de facto, constituye un Estado paralelo.
Los
expertos militares hablan de cuatro escenarios. El primero, un ataque
rápido y en masa, atacar los misiles y centros de mando de Hezbolá sería hacer
aquello para lo que Hezbolá ha entrenado y que ya ha probado en combate en
Siria. El segundo, apostar por la disidencia y el conflicto civil en el Líbano.
Aprovechar el malestar con Hezbolá de parte de la población mantendría a la
organización ocupada, pero esto es a largo plazo, no sirve a los propósitos
últimos de Netanyahu que quiere una victoria y la quiere ya.
El
tercero sería la creación de una zona de amortiguación para alejar a Hezbolá de
la frontera con Israel. Complicado. Para poder tener este buffer Israel
necesitaría ocupar el terreno, un terreno montañoso y propicio para las
emboscadas. Ahí se pergeñó la derrota de Israel del año 2006. No
volverán a cometer el mismo error.
El
cuarto derivaría del anterior. Tener controlada una zona de amortiguación
significaría además estar expuestos a los cohetes de Hezbolá, lo que les
obligaría a ampliarla y, eventualmente, a controlar todo el territorio libanés.
Israel podría quedar empantanado, de tal manera que el Líbano se convirtiera
en su Vietnam o Afganistán.
Y
mientras estos son los escenarios que se dibujan en el horizonte, la comunidad
internacional observa. Los EEUU están informados de estas acciones casi al minuto
y callan. O peor, dicen que buscan la paz y mandan armas para ayudar a Israel a
continuar con su propósito de aniquilar a todos los que dice
"amenazan" su seguridad.
El
mundo árabe dividido contiene la respiración.
Irán aguanta para evitar una confrontación que le llevaría a buen seguro al
desastre. Los países del Golfo disfrutan viendo como su mortal enemigo se
desfonda.
Para
Israel parar la matanza no es una opción porque sin la guerra está perdido. Sin
guerra el relato de la seguridad de Israel no tiene sentido. Le interesa que el
mundo cuente la historia de los buenos contra los malos y por eso continúa su
mortal escalada. Sin la narrativa de la victimización del pueblo de Israel
acosado por sus enemigos, no puede ganar. Por eso, seamos francos, Israel
busca desesperadamente una escalada que incluya a Irán y con ello a los EEUU,
ahí sí que gana Tel Aviv. Sin guerra, pierde su relato, se activaría el
derecho internacional, la Corte Penal Internacional podría funcionar y ahí no
ganarían ni Netanyahu ni sus secuaces.
El
conflicto escala regionalmente y nadie lo evita. Europa calla, será su karma.
Todos miran a EEUU, pero Washington tampoco hará nada. Las vidas en Oriente
Medio son prescindibles. Cuando queramos reaccionar será ya muy tarde, como lo
es para los más de 40.000 muertos de Gaza.
No hay comentarios:
Publicar un comentario