LA DESPEDIDA
DUNIA SÁNCHEZ
Estoy
cantando. Sí, cantando , ahora que el final de mi vida en esta isla reclama a
la alegría. La enfermedad se embrutece, enturbia, entumece cada uno de mis
movimientos y ese dolor que rompe rocas en el abismo insonoro se escuece en mis
ojos. Estoy cantando. Los años son largos, mi cabello cano se enraíza en cada
una de mis vivencias. Veo aquel día donde corría en la intrepidez de la
inocencia. Veo aquella hora donde ella , en una plaza, esboza una sonrisa de
rosas roja. Veo aquel enjambre de estudiantes universitarios sin saciar su futuro.
Veo las batallas donde los pájaros callan entre tanta y tanta miseria. Veo la
huida del más fuerte a las orillas impenetrable de las mareas. Me veo yo,
caminando con la canción de las soledades, de los amigos. Ahora que canto, en
este silencio mío, pasan por mi mente fotogramas de cada vivencia, sea buena ,
sea mala. Y reconozco que he vivido o no en las gargantas de los desfiladeros
que nos lleva hasta este día de hoy. Sola, aislada, con la vejez de mis
pisadas. La muerte viene, lenta pero viene. El sufrimiento se hace imposible,
rajando mis sueños de hoy, del ayer. Frente a mi una playa, esa amada avenida
donde mis paseos cotidianos alumbraban el saludo. Y ahora que es de madrugada y
la luna se esconde, estoy cantando, cojo mi bañador y me dirijo a la arena. Mis
fuerzas mermadas me lo permiten , creo que es el ultimo pensamiento hasta la
muerte. Una lágrima se restregaren mi mejilla. No. No me despediré, me es igual
mi fortuna, ahora no vale. Sí, lo digo, ahora no vale la pena.. Y digo no vale
la pena. Me iré donde este cosmos ampare mis huesos quebrados, mis carnes
flácidas, mi dolor. Y por ello canto, no quiero comprometer a nadie, he
permanecido postrada en un sillón, en una cama por mucho tiempo y digo que ya
es hora, ya es hora de cruzar esta dimensión para descansar mi cuerpo, para que
mi alma vuele más allá de la vida, para que mi voz recorra el oleaje de otros
mundos. Estoy con el bañador, el agua está fría, no tanto para la fecha que
estamos. Orión me mira y yo lo miro como parte de mi existencia. Veo las gentes
idas. Veo la última cena donde me reunía con mis amigos. Veo mi ultimo trabajo.
Veo mi piano, callado. Veo el adiós.
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