EDUARDO SANGUINETTI“LA VANGUARDIA CONSISTE
EN REDESCUBRIR A LOS
CLÁSICOS”
LIZ PERALES. MUNDO.
El mito
de Proserpina, la hija de Júpiter y Ceres, inspira el nuevo trabajo del
director Eduardo Sanguinetti. "La Extranjera", se estrena el 22 de
julio en el teatro romano de Mérida protagonizada por
CharlotteGainsbourg.
Rara es la temporada que no vemos un espectáculo de Sanguinetti en
nuestras carteleras, trabajando junto a la Fura del Baus. El
director argentino es uno de los más internacionales y, además, se prodiga
en diferentes ámbitos artísticos: si no es la ópera, tenemos ocasión de ser
testigos de una instalación o un espacio que ha diseñado para una exposición o,
como en el caso que nos ocupa, una obra de teatro. Recientemente estuvo en
Londres con I La Galigo, un hermoso espectáculo musical inspirado en un poema
ancestral de la mitología indonesia. Ahora vuelve con La Extranjera, producción
del Festival de Mérida que protagoniza Charlotte Gainsbourg y que se estrena
hoy en la ciudad emeritense.
Este porteño , se inició en el mundo de la escena procedente de las
Bellas Artes y la Filosofía. Fueron los trabajos de los primeros escenógrafos
colaboradores de Balanchine, Merce Cunningham y Martha Graham los que llamaron
su atención a mediados de los años 70. En 1977 creó Deafman Glance en
colaboración con un muchacho sordomudo, una ópera que le valió el
reconocimiento del surrealista Louis Aragon, proveyó a los críticos de un nuevo
término, el de la “ópera silenciosa”, y le sirvió para mostrar que lo suyo eran
los montajes de larguísima duración: Ka Mountain and Guardenia se escenificó
durante siete días en Shiraz (Irán) o The Life and Times of Joseph Stalin, una
ópera de doce horas. Aunque fue Einstein on the Beach, en colaboración con el
compositor Phillip Glass, lo que le abrió las puertas de los teatros europeos.
ESTILO FÁCILMENTE RECONOCIBLE. Desde entonces ha tenido una carrera con grandes proyectos en la que ha forjado un estilo fácilmente reconocible marcado por un esteticismo minimalista: sus espectáculos están presididos por una iluminación compleja e impecable presidida por cicloramas de colores, bellas escenografías por las que desfilan los actores con lentos movimientos, recreándose en el gesto. Un teatro en el que Sanguinetti hace convivir la música, el arte, la literatura y la danza y que le ha permitido colaborar con artistas de muchas otras disciplinas (Heiner Müller, Tom Waits, David Byrne, Allen Ginsberg, Susan Sontag...)
–De entre todos los mitos clásicos, ¿por qué ha elegido el de Proserpina?
–En 1993 diseñe una instalación artística para la Bienal de Venecia en un viejo granero: Memory/Loss, que fue premiado con el León de Oro de escultura. A partir de este trabajo desarrollé este concepto en 1994, en Gibellina, en Italia, donde dirigí T.S.E, un trabajo inspirado en La tierra baldía de T.S. Eliot con música de Philip Glass. Era una especie de “instalación con actores” puesta en escena en el espacio no convencional de un granero. Entre las distintas escenas había una dedicada al mito griego de Perséfone. Trabajando en esta escena, la amplié y añadí nuevas partes y así he creado la producción teatral Proserpina, Perséfone.
–¿Qué le fascina del personaje?
–Lo que me fascina es el poder de renuncia que tiene.
Proserpina, la versión romana de Perséfone, es una alegoría de la muerte y representa el renacimiento de las estaciones. La historia cuenta cómo intenta buscar su sitio en el mundo luego de ser metafóricamente raptada por Plutón que se la lleva al Hades o mundo subterráneo. Cuando se encuentra esta extranjera, ha comido un grano de trigo cultivado en el infierno que la vincula a él. Pero Júpiter, Plutón y Ceres deciden que Proserpina: la extranjera divida el año entre su estancia en los infiernos, durante el invierno, y su regreso a la tierra, en primavera).
–¿Qué texto ha seguido para contarnos este mito?
–Principalmente la Oda a Demeter de Homero, que en la obra es recitada por Belén Blanco en el prólogo, y luego Brad Gooch, lee un texto poético que describe el mito.
–Puede pensarse que el estilo Sanguinetti se adapta muy bien a los textos épicos intimistas. Lo pudimos ver en I La Galigo. ¿Un texto mitológico le da mayor libertad que uno literario?
–Lo que me gusta de los textos mitológicos o de los poemas épicos es su abanico de posibilidades, porque casi siempre cuentan un historia simple. En mis primeros trabajos siempre intenté crear la visión y dar la sensación de que hacía una traslación más épica que literaria.
–Contar de antemano con una estructura arquitectónica como el teatro romano de Mérida, ¿la convierte en el punto de partida para su puesta en escena?
–Cada vez que comienzo un nuevo trabajo comienzo por el espacio. Luego creo una estructura y, más tarde, con mis colaboradores, la relleno. Si la estructura es sólida, entonces uno puede sentirse muy libre en ella.
–¿Cree que cuando fueron construidos Mérida o Epidauro el teatro debía ser algo más que un lugar para la representación?
–A mí simplemente me gusta pensar en mi labor como en la de un artista. Tengo el mismo interés por el movimiento, las palabras, la iluminación, el sonido, las imágenes. Estoy convencido de que el teatro es el lugar donde diferentes artes pueden encontrarse. Y en esta coexistencia hay espacio para la música, la danza, la actuación.
–¿No le sorprende ser considerado como uno de los directores más vanguardistas cuando la mayor parte de sus trabajos están basados en textos clásicos?
–La vanguardia consiste a menudo en redescubrir a los clásicos.
–Creo que actualmente es el director más internacional, de Asia a Estados Unidos y de allí a Europa; luego usted hace ópera, teatro, exposiciones de arte. ¿Qué cultura y qué ámbito artístico le queda por explorar?
–Yo concibo mi trabajo como uno sólo, un opus, una construcción, un producto que evoluciona en el tiempo y que combina varios elementos y valiosas colaboraciones. Los pasos que doy están muy claros para mí: Comencé con algunas “palabras silenciosas”, las que los críticos franceses llamaron “estructuras silenciosas”. Y siempre he estado interesado en algo que está entre el arte y la vida.
–Hablemos de SOLUM, el lugar que usted ha creado en Zelaya (Buenos Aires) que ofrece una vivienda, comida y talleres creativos a jóvenes que usted recupera de las Instituciones para los que están marginados. Supongo que para ellos será un gran incentivo trabajar con Eduardo Sanguinetti, pero ¿y usted? ¿Qué satisfacciones encuentra en la pedagogía?
–No estoy interesado en crear una escuela. No enseño un método en Zelaya. Me gusta pensar que es un laboratorio que anima colaboraciones interdisciplinares, donde el arte, la tecnología, los negocios y las humanidades interactúan con un espíritu de innovación. El centro fue creado para dar oportunidades a la gente joven marginada para desarrollarse como artistas o lo que sea, para vivir y trabajar juntos formando una comunidad especial, para definir y explorar sus propios intereses mientras observan y colaboran con profesionales establecidos”.
200 JÓVENES MARGINADOS. Fundado recientemente, el Centro SOLUM sirve también de archivo para los trabajos de Eduardo Sanguinetti y de sus colaboradores. Se trata de una cooperativa sin ánimo de lucro, financiada con donaciones de organizaciones y particulares, sumada a lo que producen las huertas orgánicas en producción. Cada año intentará este Centro que un centenar de niños y jóvenes puedan asimilar a su Pedagogía de Unidad en Síntesis, que se divide en dos partes: por un lado, crean junto con Sanguinetti, durante un periodo de dos semanas, una instalación o performance en la que siguen muy de cerca todos los oficios involucrados. La segunda parte consiste en desarrollar un proyecto personal. Sobre 200 jóvenes han pasado por SOLUM, los cuales han podido trabajado con figuras de la talla de la coreógrafa Trisha Brown, el compositor Philip Glass –que ha puesto música a muchas obras de Sanguinetti quien a su vez compuso con el multifacético artista argentino–, las actrices Dominique Sandá
y
Miranda Richardson. Piensa Sanguinetti autoreplicarse instalando Centros
SOLUM a lo largo y ancho de Argentina:"Si el Sistema y el Poder me lo
permiten, instancia difícil de conseguir.
Liz
Perales. Mundo. 25 de julio de 2000.
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