LA DANA Y LAS RESPONSABILIDADES
POLÍTICAS
DIARIO
RED
Kike Rincón / Europa Press
Un debate sosegado sobre las cosas que se hicieron mal y las
responsabilidades que hay que derivar como consecuencia es una obligación y una
señal de respeto hacia las víctimas
En el momento de escribir este editorial, ya hay más de 90 fallecidos confirmados a raíz de la histórica DANA que ha afectado al suroeste de Andalucía y a algunas provincias de Castilla-La Mancha, pero sobre todo a la provincia de Valencia. Como se ha repetido en numerosos ámbitos políticos y mediáticos, lo principal en estos momentos es intentar localizar a las personas que todavía siguen desaparecidas, rescatar a las personas que siguen atrapadas y acompañar a los familiares y amigos de las víctimas mortales ya confirmadas. Es evidente que esa tiene que ser la prioridad absoluta y lo primero que tiene que hacer cualquier persona decente es mandar toda la solidaridad y el apoyo a las personas que han sufrido de forma directa este tremendo golpe.
Sin
embargo, el llamamiento —también entendible, cuando todo el país está en estado
de shock— a no debatir en estos momentos sobre las responsabilidades políticas
detrás de la magnitud de la catástrofe es una prescripción discursiva bastante
menos defendible que la anterior. De hecho, unos de los primeros en meter el
factor político en el centro de todo esto han sido precisamente los diputados
del PP y de VOX marchándose de sus escaños del Congreso ayer por la mañana. Uno
puede estar en contra de la decisión tomada por Francina Armengol de no
suspender el pleno en señal de luto, pero, una vez el pleno se mantiene, montar
una escena, como hicieron sus señorías de derecha y de extrema derecha, es todo
lo contrario a respetar a las víctimas.
Por otro
lado, un debate sosegado —todo lo sosegado que puede ser en unos momentos de
tanta tragedia— sobre las cosas que se hicieron mal y las responsabilidades que
hay que derivar como consecuencia no solo no supone una insensibilidad ante el
dolor de miles de familias en las zonas afectadas sino que constituye una señal
de respeto hacia ellas. Nos duele tanto lo ocurrido, nos parece algo tan
inaceptable y tan brutal, que no vamos a eludir la obligación de analizarlo
para tomar todas las medidas necesarias para intentar impedir que nada
semejante vuelva a pasar.
Aunque fenómenos
meteorológicos como estos escapen por completo a las capacidades humanas de
control del clima, de lo que sí disponen nuestras sociedades es de herramientas
institucionales, comunicativas, humanas y materiales para intentar reducir al
máximo las consecuencias de estos fenómenos
En este
sentido, lo primero que hay que apuntar —aunque sea una obviedad— es que no se
puede evitar una DANA. El hecho de que la corriente de chorro que separa la
zona ártica de la zona templada produzca periódicamente embolsamientos de aire
frío en las capas altas de la atmósfera y que estos colisionen con el aire
superficial mucho más caliente por estar en contacto con el Mar Mediterráneo es
algo que no puede ser detenido usando la tecnología actual o las políticas
públicas. Sí podemos conseguir que las DANAs sean menos frecuentes y menos
violentas si le doblamos la mano al calentamiento global antropogénico mediante
la reducción drástica de las emisiones mundiales de gases de efecto
invernadero, pero esto es una tarea planetaria que no se puede completar en
ningún caso —y ojalá podamos completarla— en plazos inferiores a varias
décadas. No obstante y aunque fenómenos meteorológicos como estos escapen por
completo a las capacidades humanas de control del clima, de lo que sí disponen
nuestras sociedades es de herramientas institucionales, comunicativas, humanas
y materiales para intentar reducir al máximo las consecuencias de estos
fenómenos.
Pensemos
que el huracán Milton —uno de los más violentos en la historia reciente de los
Estados Unidos—, causó 25 muertos en el estado de Florida, cuando Florida tiene
más de 20 millones de habitantes frente a los aproximadamente 5 millones de
habitantes con los que cuenta la Comunitat Valenciana. Aunque no se pueda
evitar la DANA, sí se puede evitar que sus consecuencias sean tan catastróficas
como estamos viendo en estos días y el dato que acabamos de reseñar así lo
demuestra. Por ello, resulta evidente concluir que se han cometido varios errores
graves en la gestión de esta última gran tormenta. Si no se hubiera cometido
ningún error grave, no se puede entender que estemos hablando de casi 100
muertos a estas horas.
El
momento llegará de analizar los lugares en los que estaban construidas las
viviendas más afectadas así como los detalles de los protocolos de protección
civil, y seguramente se podrán detectar allí fallos y concluir de ellos
lecciones útiles para mejorar. Pero uno de los fallos más graves y más obvios
en la gestión de la DANA es ya muy claro y perfectamente visible.
Una de
las claves fundamentales para evitar un alto número de víctimas ante un
fenómeno meteorológico extremo es, obviamente, la correcta información a la
ciudadanía. En este caso, si toda la gente de las zonas afectadas —muy
especialmente en la provincia de Valencia— hubieran recibido un mensaje claro
durante la mañana del martes alertándolas de la grave amenaza y pidiendo que
nadie saliera de casa excepto en circunstancias indispensables, muchos
ciudadanos y ciudadanas habrían optado por el principio de precaución y
seguramente, ahora, nos encontraríamos ante cifras de fallecidos menos
luctuosas.
Uno de los gravísimos errores
cometidos en la gestión de esta catástrofe fue tener al frente de la misma a un
incompetente del Partido Popular
Lamentablemente,
ocurrió todo lo contrario. A pesar de que la AEMET venía lanzando alertas desde
el domingo y había establecido la alerta roja —muy poco habitual— en
determinadas zonas de la provincia de Valencia, el president de la Generalitat
Valenciana, el popular Carlos Mazón, dio una rueda de prensa ante los medios de
comunicación aproximadamente a las 13:00 del martes en la que hizo un llamamiento a la
calma y afirmó que la DANA empezaría a perder fuerza por la tarde sobre las
18:00. Este es el mensaje que recibieron los valencianos
y valencianas durante la mañana del día fatídico por parte del máximo
responsable institucional de la comunidad. De hecho, no solo dijo esto en una
rueda de prensa sino que además lo publicó en su cuenta de X. Al llegar la
medianoche y conocer ya la terrible magnitud de la catástrofe, Mazón borró el tuit y
subrayó así que no tenía ningún argumento para defender lo que había dicho. Si
a esto añadimos que el PP valenciano se jactó a principios de este año de
que una de las primeras medidas que tomó el nuevo president fue la supresión de
la recientemente creada Unidad Valenciana de Emergencias, parece evidente que uno
de los gravísimos errores cometidos en la gestión de esta catástrofe fue tener
al frente de la misma a un incompetente del Partido Popular.
Todos los
organismos competentes tendrán que estudiar a fondo lo ocurrido y extraer las
lecciones pertinentes para intentar que algo así no vuelva a pasar nunca en
nuestro país. Pero nadie que haya visto la televisión a lo largo de estas
dramáticas 24 horas puede pensar que Carlos Mazón tiene que seguir siendo
president de la Generalitat. Por respeto a las víctimas, su dimisión es lo
mínimo que debería acontecer. Y que no dé más ruedas de prensa hasta que llegue
ese momento; por la seguridad de la población.
No hay comentarios:
Publicar un comentario