jueves, 31 de octubre de 2024

LA DANA Y LAS RESPONSABILIDADES POLÍTICAS

 

LA DANA Y LAS RESPONSABILIDADES 

POLÍTICAS

DIARIO RED

 

Kike Rincón / Europa Press

Un debate sosegado sobre las cosas que se hicieron mal y las responsabilidades que hay que derivar como consecuencia es una obligación y una señal de respeto hacia las víctimas

En el momento de escribir este editorial, ya hay más de 90 fallecidos confirmados a raíz de la histórica DANA que ha afectado al suroeste de Andalucía y a algunas provincias de Castilla-La Mancha, pero sobre todo a la provincia de Valencia. Como se ha repetido en numerosos ámbitos políticos y mediáticos, lo principal en estos momentos es intentar localizar a las personas que todavía siguen desaparecidas, rescatar a las personas que siguen atrapadas y acompañar a los familiares y amigos de las víctimas mortales ya confirmadas. Es evidente que esa tiene que ser la prioridad absoluta y lo primero que tiene que hacer cualquier persona decente es mandar toda la solidaridad y el apoyo a las personas que han sufrido de forma directa este tremendo golpe.

Sin embargo, el llamamiento —también entendible, cuando todo el país está en estado de shock— a no debatir en estos momentos sobre las responsabilidades políticas detrás de la magnitud de la catástrofe es una prescripción discursiva bastante menos defendible que la anterior. De hecho, unos de los primeros en meter el factor político en el centro de todo esto han sido precisamente los diputados del PP y de VOX marchándose de sus escaños del Congreso ayer por la mañana. Uno puede estar en contra de la decisión tomada por Francina Armengol de no suspender el pleno en señal de luto, pero, una vez el pleno se mantiene, montar una escena, como hicieron sus señorías de derecha y de extrema derecha, es todo lo contrario a respetar a las víctimas.

Por otro lado, un debate sosegado —todo lo sosegado que puede ser en unos momentos de tanta tragedia— sobre las cosas que se hicieron mal y las responsabilidades que hay que derivar como consecuencia no solo no supone una insensibilidad ante el dolor de miles de familias en las zonas afectadas sino que constituye una señal de respeto hacia ellas. Nos duele tanto lo ocurrido, nos parece algo tan inaceptable y tan brutal, que no vamos a eludir la obligación de analizarlo para tomar todas las medidas necesarias para intentar impedir que nada semejante vuelva a pasar.

Aunque fenómenos meteorológicos como estos escapen por completo a las capacidades humanas de control del clima, de lo que sí disponen nuestras sociedades es de herramientas institucionales, comunicativas, humanas y materiales para intentar reducir al máximo las consecuencias de estos fenómenos

En este sentido, lo primero que hay que apuntar —aunque sea una obviedad— es que no se puede evitar una DANA. El hecho de que la corriente de chorro que separa la zona ártica de la zona templada produzca periódicamente embolsamientos de aire frío en las capas altas de la atmósfera y que estos colisionen con el aire superficial mucho más caliente por estar en contacto con el Mar Mediterráneo es algo que no puede ser detenido usando la tecnología actual o las políticas públicas. Sí podemos conseguir que las DANAs sean menos frecuentes y menos violentas si le doblamos la mano al calentamiento global antropogénico mediante la reducción drástica de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero, pero esto es una tarea planetaria que no se puede completar en ningún caso —y ojalá podamos completarla— en plazos inferiores a varias décadas. No obstante y aunque fenómenos meteorológicos como estos escapen por completo a las capacidades humanas de control del clima, de lo que sí disponen nuestras sociedades es de herramientas institucionales, comunicativas, humanas y materiales para intentar reducir al máximo las consecuencias de estos fenómenos.

Pensemos que el huracán Milton —uno de los más violentos en la historia reciente de los Estados Unidos—, causó 25 muertos en el estado de Florida, cuando Florida tiene más de 20 millones de habitantes frente a los aproximadamente 5 millones de habitantes con los que cuenta la Comunitat Valenciana. Aunque no se pueda evitar la DANA, sí se puede evitar que sus consecuencias sean tan catastróficas como estamos viendo en estos días y el dato que acabamos de reseñar así lo demuestra. Por ello, resulta evidente concluir que se han cometido varios errores graves en la gestión de esta última gran tormenta. Si no se hubiera cometido ningún error grave, no se puede entender que estemos hablando de casi 100 muertos a estas horas.

El momento llegará de analizar los lugares en los que estaban construidas las viviendas más afectadas así como los detalles de los protocolos de protección civil, y seguramente se podrán detectar allí fallos y concluir de ellos lecciones útiles para mejorar. Pero uno de los fallos más graves y más obvios en la gestión de la DANA es ya muy claro y perfectamente visible.

Una de las claves fundamentales para evitar un alto número de víctimas ante un fenómeno meteorológico extremo es, obviamente, la correcta información a la ciudadanía. En este caso, si toda la gente de las zonas afectadas —muy especialmente en la provincia de Valencia— hubieran recibido un mensaje claro durante la mañana del martes alertándolas de la grave amenaza y pidiendo que nadie saliera de casa excepto en circunstancias indispensables, muchos ciudadanos y ciudadanas habrían optado por el principio de precaución y seguramente, ahora, nos encontraríamos ante cifras de fallecidos menos luctuosas.

Uno de los gravísimos errores cometidos en la gestión de esta catástrofe fue tener al frente de la misma a un incompetente del Partido Popular

Lamentablemente, ocurrió todo lo contrario. A pesar de que la AEMET venía lanzando alertas desde el domingo y había establecido la alerta roja —muy poco habitual— en determinadas zonas de la provincia de Valencia, el president de la Generalitat Valenciana, el popular Carlos Mazón, dio una rueda de prensa ante los medios de comunicación aproximadamente a las 13:00 del martes en la que hizo un llamamiento a la calma y afirmó que la DANA empezaría a perder fuerza por la tarde sobre las 18:00. Este es el mensaje que recibieron los valencianos y valencianas durante la mañana del día fatídico por parte del máximo responsable institucional de la comunidad. De hecho, no solo dijo esto en una rueda de prensa sino que además lo publicó en su cuenta de X. Al llegar la medianoche y conocer ya la terrible magnitud de la catástrofe, Mazón borró el tuit y subrayó así que no tenía ningún argumento para defender lo que había dicho. Si a esto añadimos que el PP valenciano se jactó a principios de este año de que una de las primeras medidas que tomó el nuevo president fue la supresión de la recientemente creada Unidad Valenciana de Emergencias, parece evidente que uno de los gravísimos errores cometidos en la gestión de esta catástrofe fue tener al frente de la misma a un incompetente del Partido Popular.

Todos los organismos competentes tendrán que estudiar a fondo lo ocurrido y extraer las lecciones pertinentes para intentar que algo así no vuelva a pasar nunca en nuestro país. Pero nadie que haya visto la televisión a lo largo de estas dramáticas 24 horas puede pensar que Carlos Mazón tiene que seguir siendo president de la Generalitat. Por respeto a las víctimas, su dimisión es lo mínimo que debería acontecer. Y que no dé más ruedas de prensa hasta que llegue ese momento; por la seguridad de la población.

 

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