DE LOS BRICS AL
ALBA, ¿VACUNA CONTRA EL FASCISMO?
Foto de los participantes en la
reunión de los BRICS en Kazán, Rusia. EFE/EPA/ALEXANDER NEMENOV
Ni
más ni menos que la "reforma del sistema multilateral de la ONU, el
sistema financiero internacional, el comercio y el desarrollo", como
pasos previos para frenar el calentamiento global y poner fin a las múltiples
guerras que asolan el mundo. Esa es la propuesta de los BRICS reafirmada en la
cumbre en Kazán (Rusia) que ha terminado esta semana. Parecía asesorada por Sun
Tzu: derrota a tu enemigo sin luchar. Ni EEUU ni Europa ni Canadá ni
Japón estaban en esa cumbre.
Mientras el 85% de la humanidad se reunía en Kazán en la Cumbre de los BRICS (acrónimo inicialmente de Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, en donde ahora se han incorporado Egipto, Etiopía, Irán, Emiratos Árabes Unidos y también Arabia Saudí (hay una clara voluntad de integrar a África), y han solicitado ingreso otra decena de países -entre ellos Venezuela-, la decadente Europa sigue arrastrando las órdenes de unos EEUU a los que lo único que les queda para mantener su hegemonía es llenar el mundo de guerras. Zonas de tradicional influencia europea como África y América Latina han empezado a caminar hacia otro sitio.
Hace
dos años Ucrania y Rusia quisieron sentarse a negociar la paz -que, como
venimos diciendo, incorporará regresar Crimea a Rusia, hacer del Donbás una
región autónoma y garantizar la neutralidad ucraniana respecto de la OTAN-,
pero a EEUU no le interesaba. Hemos escuchado a senadores norteamericanos
hablar de la conveniencia para los intereses estadounidenses de una guerra
nuclear en Europa. Usó para ello a Boris Johnson, quien
escenificó con aspavientos la necesidad de continuar la guerra y obligó a
Zelenski a levantarse de la mesa, mientras la torpe Unión Europea, la misma que
está tolerando el genocidio en Gaza como antesala de lo que puede pasar en el
propio continente europeo, impulsó la guerra en vez de apoyar la paz.
Alemania
ha permitido que EEUU le vuele el gasoducto Nordstream 2, así como la
imposición de que le compre el gas, más caro, a Washington, de la misma manera
que España aceptó en su día como presidente de Venezuela a Juan Guaidó
y las sanciones al gobierno de Nicolás Maduro, mientras que tanto
Trump, igual que Obama y Biden han seguido comprando
petróleo venezolano. Europa no es que sea cobarde, sino que, además, no está
representando los intereses de los europeos.
Los
BRICS son el mundo que quiere nacer mientras que Europa, EEUU y Japón (todos con una población envejecida, endeudados, con
una estructura social más desigual que en ningún otro momento de la historia,
incapaces de gestionar humanamente la inmigración y sobrepasados
tecnológicamente por China), son el mundo viejo que se resiste a morir y que
no entiende que su supervivencia pasa por negociar con los BRICS y no seguir
enganchados al carro mortal de los EEUU. Basta mirar la producción
científica y tecnológica en el mundo para ver que China está a la cabeza
(23,4 %), seguida de la India (23,0 %), frente a Estados Unidos (9,2 %) y la
Unión Europea (11,5 %), con una Rusia aún más alejada (5’1%). Y estamos
hablando, principalmente, de la producción de ingenieros (uno de los elementos
que sirven a Emmanuel Todd para anunciar el inminente colapso de los EEUU y de
Europa).
En
el esquema clásico de Gramsci acerca de las crisis, los monstruos
emergen cuando lo viejo que no quiere morir impide a lo que quiere nacer que
pueda desarrollar su alumbramiento. Pero no puede taparse el sol con un
dedo. En 2027 el sistema SWIFT (la Sociedad de Telecomunicaciones Financieras
Interbancarias Mundiales) ya habrá sido sustituido por el alternativo que
proponen los BRICS. Sanciones, bloqueos y demás armas de las guerras de IV
Generación estadounidenses pertenecerán al pasado, aunque antes, los neobancos
habrán terminado con ese abuso estadounidense del sistema bancario y financiero
internacional. No en vano, en Kazán se ha presentado lo que podrá ser una
nueva moneda compartida que desbancará al dólar (y donde aparece la bandera
venezolana). Hay un nuevo mundo en marcha.
Por
eso el escenario de guerra impulsado por EEUU es el más probable, también en el
mundo occidental. Ya hay guerra en Ucrania, en Yemen, en Sudán, en Etiopía, en
Birmania, en Níger, en Siria, en Afganistán, en Irak, en Libia... sin olvidar
el genocidio israelí en Gaza que ya se ha extendido a Cisjordania y Líbano. La
derecha europea, junto a la extrema derecha, van a apoyar las guerras
(incluso, pese a su antisemitismo histórico, apoyan incondicionalmente a
Israel), y su cercanía a Putin la han intercambiado por buenas relaciones con
la Unión Europea, con la OTAN y el Banco Central Europeo, para quienes ya no es
un problema que gobierne en Italia una fuerza fascista, como los Fratelli
d’Italia de Giorgia Meloni (recordemos que la Unión
Europea amenazó con sanciones a los Países Bajos hace 20 años si la extrema
derecha entraba en el gobierno).
La
única salvación de la democracia vendrá de alguna suerte de bisagra entre el
viejo mundo de los derechos humanos y las libertades individuales y el nuevo
mundo de la paz, la prosperidad repartida y la defensa del medio
ambiente. Donde las mujeres van a representar una de las principales peleas
para convertirse en el principal actor de lo nuevo. Si en Europa la pelea
feminista ha desatado los fantasmas de la extrema derecha (acompañados de una
práctica evidentemente no siempre coherente desde la izquierda masculina), hay
que contar con la oposición en otros lugares con menos tradición.
Europa
no parece dispuesta a defender ese nuevo espacio posneoliberal a no ser que una
nueva revuelta de indignados tome el continente. Pero si eso pasara, la derecha que ha usado el lawfare
para impedirlo, aumentará su represión, pudiendo llegarse a una escenario
de violencia de inciertos resultados. Alguna forma de fascismo, lo llamemos
como lo llamenos, está a las puertas del mundo y en algunos países ya ha
entrado a través de las urnas.
La
otra alternativa, que ya funciona como un club particular en la UNASUR y la
CELAC, y que hará otro tanto en los BRICS cuando, tarde o temprano, se
incorpore a los BRICS, le corresponde a los países del ALBA, compuesto por
Venezuela, Cuba, Bolivia, Nicaragua, Dominica, Ecuador, San Vicente y las
Granadinas, Antigua y Barbuda, y Santa Lucía
El
ALBA, que le lleva 20 años de ventaja a los BRICS, trabaja para un mundo
multipolar -en realidad, sin polos, lo que significa que reniega del funcionamiento
imperial tan propio del siglo XX. La lógica del ALBA, cruzada con los BRICS,
es de suponer que (aun perteneciendo hoy más un deseo que una realidad) alentará
la alfabetización, propondrá la creación de un Consejo de Movimientos Sociales
de los BRICS, buscará una comunicación global que, desde fórmulas como
TeleSur, romperá la hegemonía comunicacional occidental, compartirá recursos
médicos en emergencias como pandemias o catástrofes, además de colaborar en el
desarrollo sanitario y científico, encontrarán su espacio las mujeres
campesinas de China, Brasil y Centroamérica (desde la lógica de la soberanía
alimentaria), se fomentarán medios de pago alternativos, cesará el tráfico de
armas a países en conflicto, se buscarán medios financieros que no estrangulen
a los pueblos, compartirán moneda y comercio, crearán empresas gran-nacionales
que compitan desde otra lógica con las multinacionales y, entre
otras cosas, pondrá a disposición de los países del BRICS las mayores reservas
del mundo de petróleo que están en Venezuela.
Sin
embargo, en esta cumbre de Kazán no ha sido posible el ingreso de Venezuela
debido a un veto de Brasil lamentado por los demás países. En los BRICS, a
día de hoy, la primacía corresponde a China y a Brasil (el Banco de los BRICS
está en Shangay y lo dirige la ex presidenta brasileña Dilma Rousseff), pero
Brasil carece de la fuerza suficiente como para vetar a un país que todos los
demás integrantes quieren incorporar.
Seguramente,
en esa negativa de Lula Da Silva, que ha generado una queja dura del
gobierno de Maduro al gobierno amigo de Brasil, han primado varios elementos. Y
no parece cierta la excusa presentada inicialmente, y luego corregida, de que
el Consejo Nacional Electoral, como le ha exhortado el Tribunal Supremo de Justicia
venezolano, publique los resultados en la gaceta. En los BRICS hay países que
ni siquiera hacen elecciones -pensemos en China- porque su sistema político
tiene una lógica diferente al de la democracia liberal. Además, Brasil, por
respeto a otro país, igual que pasa en la esfera internacional, debiera asumir
el resultado emitido por el TSJ de Venezuela, el cual, después de un cotejo,
sancionó que las elecciones las ganó Nicolás Maduro. El hecho de que Celso
Amorín saliera después ofreciendo otras explicaciones vinculadas a la
complejidad del proceso indica que ellos mismos entienden que se han
equivocado.
Las
razones seguramente han ido por otro sitio. Por un lado, la debilidad de Lula,
donde el PT es uno de los partidos de ese gobierno al que pertenecen también
sectores moderados e, incluso, de derecha. Otro, la búsqueda de la hegemonía
brasileña en la región latinoamericana, donde algunos actores económicos
brasileños verían en cuestión la entrada de Venezuela en los BRICS. Tampoco
hay que perder de vista las inercias propias de una máquina estatal burocrática
como la brasileña, que sigue la estela del veto a Venezuela que puso Bolsonaro
y que dejó trenzados comportamientos que cuesta desmantelar. Por último, no es
difícil pensar que hayan existido presiones norteamericanas para no
entregarle a Venezuela ese balón de oxígeno que, de existir, dificulta las
gestiones norteamericanas con Maduro y, principalmente, sortean las más de 900
sanciones y bloqueos económicos que EEUU aplica a Venezuela. El interés de EEUU
en Venezuela siempre ha sido el petróleo (ya nos explicará alguien su
compromiso con los derechos humanos en Arabia Saudí o Israel), y el
acercamiento de Venezuela a los BRICS dificulta esa voluntad.
Los
BICS están ajustándose. Recordemos las dificultades que implicó el nacimiento
de lo que hoy es la Unión Europea o lo que significó la creación de Naciones
Unidas o, de manera más modesta, organizaciones como el MERCOSUR. Siempre
los comienzos son difíciles, pero también esperanzadores. La participación
de Venezuela en los BRICS -que de facto va a operar, porque esa es la intención
de Xi Yin Ping y de Putin- le inyectará ideología, de manera que el esfuerzo
que tiene en marcha el país para fomentar una Internacional Antifascista se irá
reforzando.
El
mundo vuelve a estar en esa situación que señaló Rosa Luxemburgo
cuando alertó que "socialismo o barbarie". Estamos hablando de la
supervivencia del planeta. Hay dos fuerzas que pueden ayudar a construir la
conciencia que aún falta, y que podrían movilizar especialmente a los más
jóvenes. Por un lado, los añadidos transformadores que incorpora feminismo -que
va a ser la fuerza política más relevante del siglo XXI- y el ecologismo, que
va a marcar, junto con la Inteligencia Artificial, los contornos del siglo XXI.
Con la fuerza tecnológica puesta al servicio de las mayorías, con la
incorporación de las mujeres como actor político esencial, con la urgencia de
salvar ecológicamente el planeta, la conciencia insuficiente hoy en las
mayorías puede revertirse, y lo que hoy es un horizonte de sombras, empezar a
pintarse con algunos, aunque modestos, colores de esperanza. Mientras EEUU
agrede, Europa dormita y el resto del planeta está empezando a despertarse.
No hay comentarios:
Publicar un comentario