UN BULO EN EL TELEGRAM DE ALVISE PÉREZ Y
UN
NEONAZI EN LOS MEDIOS
El eurodiputado difundió falsedades sobre un centro de acogida temporal en
Cartagena para incitar al odio racial. En junio, las protestas contra este
centro permitieron obtener atención mediática a un neonazi
Pancarta contra
un CETI que no existe. / YouTube (Cartagena TV)
Es
domingo, 20 de octubre, son las 09:17 de la mañana y aparece el primer mensaje
del día en el grupo de Telegram de Alvise Pérez. Los enérgicos “¡Buenos días!”
van acompañados de una petición: “Escenificar la urgencia de que Sánchez salga
del Gobierno urgentemente”. Por si quedaba alguien sin crispar, dos tazas.
Doce minutos después, a las 09:29, un vídeo desencadena la furia de los y las allí presentes. “Los inmigrantes ilegales del CETI de Murcia agradecieron su estancia, alimentos y cuidados defecando masivamente en el suelo”, se puede leer en la descripción. Las imágenes muestran a tres personas limpiando un suelo repleto de suciedad, tanto que una de ellas no puede reprimir las arcadas. “Mirad, de cuatro meses; no es lo mismo verlo que el olor”, se oye decir a quien está grabando después de bromear con sus compañeras, pero en ningún caso se hace mención a excrementos o a personas migrantes. Nada hace pensar que el vídeo pueda ser lo que dicen que es.
Los
primeros comentarios repiten el mantra “deportaciones masivas”, hablan de
“salvajes” y piden “restregarlos en su mierda” o “que lo limpien ellos”. Sin
embargo, escasos minutos después de la publicación empiezan a verse las
primeras dudas: “Este vídeo tiene años y en su momento decían que era
Canarias”, “Este vídeo no es de ahora…”. A partir de ese momento la
conversación alterna una discusión acerca de la veracidad del documento con
mensajes de una violencia y un racismo absolutamente brutales que sobrepasan
todos los límites legales –mientras escribo esto, más de tres días después,
esos mensajes siguen sin haber sido borrados por el propietario del canal–.
Esto
no es más que el enésimo bulo de Alvise Pérez. Accem, la organización que
gestiona el Centro de Acogida de Emergencia y Derivación (CAED) de Cartagena,
desmiente con rotundidad la desinformación vertida: lo que se ve en el suelo es
grasa, polvo, óxido y, en general, la suciedad acumulada durante varios meses
debajo de mobiliario pesado, explican a CTXT. Hablar de deposiciones humanas es
mentir. Simple y llanamente. No sorprende demasiado viniendo de una persona que
ha levantado toda una carrera política en torno a la mentira malintencionada,
pero sí puede utilizarse este caso para entender cómo funcionan los mecanismos
de la bulosfera.
Qué
más da la verdad
La
complicidad política, judicial y mediática ha permitido a la extrema derecha
española construir un entramado de personalidades y pseudomedios que no solo
propagan los bulos con gran eficacia, sino que conforman una estructura de
retroalimentación mediante la cual se otorgan apariencia de veracidad los unos
a los otros. En esta ocasión, la utilización engañosa de un vídeo que ya fue
viral hace algunos meses es una decisión torpe que despierta dudas de forma
inmediata, pero la estructura resiste.
Uno
de los participantes más activos contra esa corriente disidente que se ha
generado en el canal de Telegram en torno a la idea de que el vídeo está,
cuanto menos, descontextualizado propone tres enlaces como fuentes que
respaldan a Pérez. El primero, un tuit de una cuenta de un afiliado a Vox cuyo
nombre de usuario concluye con un guión bajo y las siglas “hh”, utilizadas
comúnmente en el entorno neonazi en referencia a la expresión “Heil Hitler”.
La
complicidad política, judicial y mediática ha permitido a la extrema derecha
española construir un entramado
El
segundo enlace lleva a otro tuit, esta vez del pseudomedio de extrema derecha
HerQles, dirigido por César Pintado y ligado a Vox. Pintado es uno de los
cabecillas de Revuelta, la asociación que coordinó las protestas
–detrás de las que también estaba el partido ultra– en los aledaños de la sede
del PSOE el pasado invierno, además de la “Nochevieja nacional”, donde se dio
la bienvenida al 2024 colgando y apaleando un muñeco de Pedro Sánchez en pleno
centro de Madrid.
En
el tercer caso es Tribuna Digital7 quien pone el tuit; se trata de un
“Periódico digital independiente aunque no le guste a algunos rojos”, según su
descripción en Twitter, donde cuentan con apenas 1.786 seguidores. El enlace
que aparentemente lleva a la web de este medio conduce a una página del todo
confusa en la que, en lugar de noticias, lo que hay es una amplia oferta de
servicios sexuales. Los tres tuits adjuntados por este defensor de la
honestidad de Pérez –que llama “mentiroso” y “bulero” a quien le había
cuestionado– fueron publicados entre los días 18 y 19 de octubre y contienen
exactamente el mismo texto. HerQles lo lanzó y el resto lo replicaron. Igual
que Alvise Pérez.
Pero
la utilización de fuentes sin un ápice de fiabilidad no es la postura más
preocupante. Entre las respuestas que aleccionan a quienes se atreven a poner
en duda la desinformación dada hay un grupo especialmente llamativo: “Qué más
da si fue ayer o hace años, qué más da que sea en Murcia o en Canarias”. En el
grupo de Telegram de Alvise Pérez la verdad no es importante. “No importa nada,
solo que es mentira”, se anima a sentenciar un participante, y la respuesta no
puede ser más significativa: “Me lo creo porque estas alimañas viven así”. Fin
de la discusión.
Los
enganches dialécticos entre unos y otros son de lo más común, pero hay un
mensaje que pasa absolutamente desapercibido: “A ver, esto es en Cartagena. Yo
soy de aquí y conozco a la que hizo el vídeo. Esto fue hace unos meses pero no
se defecaron. Son restos de grasa donde iba la cocina y tenía un olor súper
fuerte”. La persona termina su intervención replicando la retórica racista que
impera en el grupo, es decir, es evidente que no se trata de una infiltrada.
Aun así, ni una mención a su comentario. Nada. Más de doce horas después, ya en
la noche del domingo, vuelve a insistir en que no son excrementos, sino grasa.
Mismo resultado. En el grupo de Telegram de Alvise Pérez la verdad no es
habitual; pero, si se atreve a aparecer, es tan fácil como ignorarla
activamente.
Más
acá del online
Una
persona ha animado a iniciar una cacería contra un colectivo especialmente
vulnerable con el color de su piel como único motivo, y lo ha hecho en el canal
de comunicación oficial de un eurodiputado y líder de una agrupación electoral.
El propio representante político, además de permitir la existencia de ese tipo
de comentarios, ha compartido una información falsa con la evidente intención
de seguir azuzando el odio racista. Y el hecho de que todo esto haya ocurrido
en un contexto virtual no lo hace menos grave ni, esto es importante, menos
real.
El
hecho de que todo esto haya ocurrido en un contexto virtual no lo hace menos
grave
La
impunidad de los discursos de odio y las narrativas fascistas en el entorno
digital tiene siempre un correlato en la vida real –lo otro también lo
es–. A pesar de que, en Accem, insisten en que el lugar que puede verse en el
vídeo no es un CETI, sino un CAED, tanto los integrantes de la bulosfera como
los medios de comunicación replican esa segunda mentira que pasa más
desapercibida dentro de esta fake news.
La
diferencia entre un CETI y un CAED es su temporalidad, pues la existencia de
este último es siempre coyuntural y está circunscrita a emergencias
humanitarias decretadas por el gobierno, mientras que un CETI sí puede
mantenerse en el tiempo. El matiz, fundamental de cara a los discursos que
pretenden poner a la sociedad en contra de instalaciones de este tipo ha
quedado sepultado por la desinformación. El resultado es la aparición de la
plataforma ‘No al CETI, Defiende Cartagena’, que convocó el pasado mes de junio
una concentración en contra de un CETI que, literalmente, no existe.
La
atención mediática prestada a esta agrupación ha supuesto un altavoz para uno
de sus integrantes, Patricio Carrasco, que posa felizmente en su cuenta de
Twitter con “el maestro y profesor Enrique Lemus” y una cruz celta de fondo.
Lemus es uno de los rostros visibles de Núcleo Nacional, organización definida
así por otro de sus integrantes destacados: “No creemos en la democracia (...)
Nuestro objetivo es la conquista del Estado para devolver las leyes naturales,
el orden, la defensa de la propiedad privada y la familia”.
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