EL CAPITALISMO CONTRA LA VIDA
Acampada por la vivienda en Valencia — Rober Solsona / Europa Press
Comprender el alcance sistémico de la trama social es fundamental para dar
una respuesta democrática eficaz
Hace unos días tuve la suerte de moderar una mesa en la Uni de Otoño, foro de debate que organiza Podemos. El título del panel era rotundo a la vez que sugerente, quizás también redundante: El capitalismo contra la vida. La palabra capitalismo parece un tabú en el debate público. Es muy ilustrativa la archicitada cita, de dudosa atribución, que afirma que “en el cine es más fácil imaginar el fin del mundo que el fin del capitalismo”. Pero el alcance de problema es aún mayor que la ausencia de imaginarios alternativos. Y es que resulta muy difícil escuchar la palabra capitalismo en un informativo, en una tertulia, en una actividad académica, en un centro de trabajo o en cualquier debate.
A veces
incluso la izquierda ha contribuido a ocultar la palabra capitalismo al poner
el énfasis analítico en el neoliberalismo, que, en puridad, no es más que una
ofensiva reaccionaria del capital, iniciada a finales de los años setenta,
contra los avances democráticos de las décadas anteriores. El neoliberalismo
duraría ya demasiado tiempo como para asumir que designa algo sustancialmente
distinto del capitalismo. En cualquier caso, la coyuntura no debería desviar la
atención de la estructura.
Necesitamos visiones de
conjunto, espacios para reflexionar en términos sistémicos, nombrarlo todo para
transformarlo todo, cambiar todo lo que no podemos aceptar
Analizar
las características y fundamentos del capitalismo es útil para ser conscientes
de que las cosas ocurren porque responden a la lógica de un determinado
sistema. Necesitamos visiones de conjunto, espacios para reflexionar en
términos sistémicos, nombrarlo todo para transformarlo todo, cambiar todo lo
que no podemos aceptar. Trabajadoras que no llegan a fin de mes, una crisis
climática y ambiental de consecuencias catastróficas, criminalización de las
personas migrantes, genocidio en Gaza, guerras entre grandes bloques de países,
discriminación sistemática de la mujer, deterioro de los servicios públicos,
vivienda inasequible para las mayorías, un malestar generalizado, medios de
comunicación que mienten y desinforman. Casi ningún desastre puede desligarse
del capitalismo. Necesitamos pensar la totalidad.
La mesa
contó con cinco ponentes de lujo que ofrecieron diferentes ángulos del actual
momento capitalista. Perspectivas distintas, pero complementarias, que nos
permiten comprender el presente y mejorar nuestra caja de herramientas para
transformarlo. Yayo Herrero, con su brillantez habitual, advirtió de que la
crisis ecosocial ya está en curso y que el auge reaccionario no sería más que
la respuesta de las élites a dicha crisis. La salida desde abajo, ecofeminista,
es la que debemos construir.
Tom
Kucharz analizó con rigor las dinámicas de la Europa del capital. Belicismo,
colonialismo, tensiones ecoimperiales, extractivismo… Kucharz no exagera
porque la Unión Europea es más sincera de lo que parece: casi todo está por
escrito en documentos oficiales de diversa naturaleza (también lo que está por
venir).
Isabel
Faraldo puso el foco en la quiebra del Estado del bienestar. Con datos
impactantes, abordó la injusticia fiscal y la privatización de los servicios
públicos. Faraldo tiene algo indispensable en los tiempos presentes: la verdad
de una luchadora auténtica, algo que ningún spin doctor jamás
podrá fabricar.
Alejandro
Pérez Polo aportó frescura con una audaz intervención. Pocos ensayistas son
capaces de transmitir como él las tendencias individualistas que imperan en
nuestras sociedades. Tú no eres especial: Mascotas, selfies y
psicólogos (Akal, 2023) es un libro de referencia para comprender las
patologías sociales de nuestro tiempo.
Finalmente,
Lourdes Lucía Aguirre trasladó la visión de ATTAC, quizás el movimiento social
que mejor ha analizado la evolución del capitalismo en las últimas décadas. La
financiarización de la economía, la globalización descontrolada, el poder de
las empresas transnacionales o las “guaridas fiscales” (la idea de paraíso
banaliza el latrocinio) son fenómenos que socavan la igualdad y la democracia y
que requieren la respuesta organizada de la ciudadanía. ATTAC tenía razón en
todo. Escuchémosles más.
El
capitalismo nos plantea desafíos más amplios que el transcendental conflicto capital-trabajo.
Comprender el alcance sistémico de la trama social es fundamental para dar una
respuesta democrática eficaz. Necesitamos pensar la totalidad. Estudiar. Y
actuar: en las calles, en las plazas, en los centros de trabajo, en las
universidades, en las instituciones, en los medios de comunicación, en la
cultura, etc. El movimiento pacifista, el movimiento feminista o las protestas
por una vivienda digna marcan el camino correcto. Pensarlo todo, cambiarlo
todo. En común. Nos va la vida en ello.
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