LOS CUTRES DE LA
CORRUPCIÓN
ISAAC ROSA
Cuando el corrupto ya no tiene
escapatoria, siempre le queda una última bala: la cutrez. Mira qué cutre todo,
mira qué poca cosa, mira qué risa. La cutrez no figura como atenuante en el
Código Penal, no te rebajan la condena por cutre, pero te aligera un poco el
otro juicio, el juicio público
Cuando el corrupto ya no tiene escapatoria, siempre le queda una última bala: la cutrez. Mira qué cutre todo, mira qué poca cosa, mira qué regalos más tontos, mira qué caprichos de nuevo rico, mira qué risa da todo. La cutrez no figura como atenuante en el Código Penal, no te rebajan la condena por cutre, pero te aligera un poco el otro juicio, el juicio público. La cutrez vuelve a los corruptos más humanos. Los vemos con algo de indulgencia, podemos incluso empatizar: míralos, si son igual de cutres que nosotros, unos tiraos, no como los corruptos de guante blanco a los que nunca pillarán. Hasta nos echamos unas risas: ¡berlanguianos! Mira Alvise, acaba de llegar pero ya se lo sabe, y se agarra a la cutrez cuando le pillan: ¿qué autónomo no se ha visto en la tesitura de cobrar 100.000 eurillos sin factura alguna vez? Sin factura y sin trabajar, más cutre todavía.
Todo parece menos cuando es cutre, y con suerte será eso lo que
acabe quedando en la memoria. Quién se va a acordar en unos años de que los
cuatro trajes cutres eran toda una trama de favores de ida y vuelta con dinero
público, del que Camps ha escapado limpio mientras sus exconsellers y compañeros de partido
acumulan condenas. O que el bolso cutre de la alcaldesa era la puntita de toda
una montaña de corrupción municipal. O que la escobilla del
váter (375 euros, hay que ser cutre) era solo la anécdota de un gran saqueo. Y lo mismo las habituales
prostitutas (siempre acaban saliendo), que son solo la parte más sórdida y
seguramente la más barata de corrupciones millonarias.
Por las mismas, lo más probable es que al final lo de Ábalos no
sean 77.000 euros “cutres” (que a cualquiera nos servirían para pagar media
hipoteca, pero es que somos también unos cutres), pues solo el alquiler del
piso para su pareja ya supera esa cantidad, y la investigación tiene mucho recorrido por delante todavía.
Y lo mismo con el novio de la presidenta madrileña: ni es “una multa”, ni una
trampita de autónomo que va guardando facturas e intenta colar el hilo dental,
pues hay mucha tela que cortar, y seguimos sin
saber qué pasa con el segundo ático, nada cutre, del que disfruta
la pareja.
El título de “corrupto más cutre” que se atribuye Ábalos está
muy disputado, sí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario