LA HORMIGA COMUNISTA CON ALMA DE CIGARRA
DAVID BOLLERO
La ministra de Trabajo
y Economía Social, Yolanda Díaz.- EFE
Mientras Pablo Casado pedía hablar de lo importante y rescataba el fantasma de ETA -desaparecida hace una década- e Isabel Díaz Ayuso definía "libertad" como no cruzarte con tu expareja, la vicepresidenta tercera del Gobierno, Yolanda Díaz, revolucionaba las Políticas Activas de Empleo (PAE) apuntándose en su haber un nuevo acuerdo entre partes -únicamente Murcia se opuso de todas las Comunidades Autónomas-. En silencio, sin estridencias, remangándose y huyendo de subir los decibelios con banalidades, la comunista ya ha marcado un punto de inflexión en el ministerio de Trabajo.
Díaz aterrizó en el
Gobierno con el objetivo de poner orden en el empleo español, una de las lacras
históricas de nuestro país en el que ni siquiera en los mejores años de bonanza
económica hemos conseguido bajar de los dos millones de personas desempleadas.
Las PAE son un instrumento fundamental para atajar esa situación pero su
efectividad hasta la fecha ha sido más bien pobre.
Muchas personas se
rieron y, cómo no, ridiculizaron a Pablo Iglesias cuando solicitó las PAE en la
sesión de investidura fallida de 2019. Lo hicieron porque la ejecución de esas
políticas es competencia autonómica. Se quedaron ahí, obviando que la
asignación y el reparto de fondos, que salen de los Presupuestos Generales del
Estado (PGE), dependen de Trabajo. Ayer, con su anuncio en la sesión de control
al Gobierno en el Senado, Díaz rompió con la inercia y demostró cuán decisiva
es su acción.
Ya no es sólo que
los fondos para las PAE se hayan incrementando en 800 millones de euros, sino
que se ha depurado mucho cómo han de gastarse. La efectividad de las PAE hasta
la fecha estaba muy lejos de lo deseable, entre otras cosas, porque no existían
buenas métricas. Eso va a cambiar. La Autoridad Independiente de
Responsabilidad Fiscal (AIReF) será la encargada de evaluar la ejecución de
estas políticas en las diferentes Comunidades Autónomas (CCAA).
No parece muy
lógico que algunas CCAA carguen contra el gobierno cuando los datos de paro
empeoran -cuando mejoran, paradójicamente, sí es mérito autonómico- y, sin
embargo, ni siquiera ejecuten todos los millones asignados en el reparto de las
PAE. Eso se acabó. A partir de ahora, el reparto de dinero entre las distintas
CCAA dependerá de los resultados obtenidos y no haber ejecutado la partida no
puntuará precisamente a favor. El talante de la ministra es tan distinto a lo
que podemos ver en otros políticos que plantea esta evaluación "no con
ánimo de penalizar, sino para corregir errores y buscar el máximo
rendimiento". Eso es lo que debemos esperar de quienes nos gobiernan.
Otra de las medidas
positivas introducidas por Díaz que rompen con lo anterior es acabar con esa
barra libre de incentivos a la contratación que, en realidad, servían más para
financiar contratos que se iban a realizar de todos modos que a reducir la tasa
de paro. Mientras que en España estos incentivos suponen el 40% de las PAE, en
países como Alemania son la mitad. Por este motivo, el empresariado no ve con
buenos ojos esta revolución en las PAE, porque la vía facilona para poner el
cazo se acaba.
En su lugar, los
contratos de formación cobrarán más peso. La formación en sí misma, que ahora
mismo apenas supone una cuarta parte de los que se gasta en PAE y además de un
modo absolutamente ineficaz. Díaz trae esta formación a primera línea y, de
hecho, de los 800 millones adicionales dentro de esos 2.111 millones de euros de
PAE, 600 millones se dirigen exclusivamente a jóvenes menores de 30 años, para
que puedan obtener una cualificación profesional en sectores estratégicos vía
contratos formativos.
Ante medidas como
las propuestas por Ciudadanos, que aboga por permitir el despido a las empresas que han recibido
dinero público con los ERTE, la ministra apuesta por la formación. El resto de
los 800 millones extra, esto es, 110 millones de euros, irán precisamente a
acciones formativas para personas en ERTE, así como personas desempleadas en
procesos de recolocación y vinculadas a ocupaciones de sectores estratégicos
que se han visto muy afectados por la pandemia.
Yolanda Díaz llegó
al Gobierno con el carnet del Partido Comunista Español (PCE) en el bolsillo,
con el comunismo corriendo por sus venas, una tradición familiar sindicalista y
una experiencia forjada como abogada laboralista. De nada de eso ha hecho gala
ni se ha jactado, sino que lo ha empleado en su gestión con resultados muy
satisfactorios, alcanzando acuerdos a tres bandas -sindicatos, patronal y
gobierno- tan históricos como inéditos. En mitad del ruido con el que otros
políticos crispan el ambiente y perjudican nuestro bienestar, Díaz avanza cual
hormiguita, pero con alma de cigarra, porque como recordaba Santa (Javier
Bardem) en Los lunes al sol, quien nace cigarra también tiene derecho a la
libertad, que nada tiene que ver con tomar cañas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario