miércoles, 26 de mayo de 2021

COVID-19, VOCES DISONANTES

 

COVID-19, VOCES DISONANTES

POR IÑAKI URDANIBIA

«En contra del discurso hegemónico y el sentido común imperante, en contra de la ortodoxia covidiana del establishement (Organización Mundial de la Salud, gobiernos, medios de comunicación, instituciones médicas y académicas, etc.) aquí se defiende la tesis de que la relevancia histórica poco tiene que ver con su dimensión epidemiológica, ya que sus consecuencias demográficas, en términos estrictos de morbilidad y mortalidad, están lejos, muy lejos, de las que hicieron otras grandes pandemias del pasado»

Frente a la pandemia que ha afectado al mundo, se han alzado voces más bien con argumentos peregrinos: así para unos, los conspiranoícos, era un complot urdido para domesticar al personal inyectándole conformismo y no sé qué cosas más; otros, se han opuesto a las medidas en nombre de la libertad, entendida esta de una manera un tanto pueril. Tanto en un caso como el otro las voces críticas han provenido generalmente de posturas de derechas que no hacen ascos al neoliberalismo y su reina:la libertad de mercado; por lo demás, la unanimidad ha sido lo dominante en lo sustancial, siendo los desacuerdos más bien superficiales o de detalle acerca de algunas de las medidas que los gobiernos han adoptado. Llamativo resulta el silencio que ha reinado desde los sectores de la izquierda que han guardado su mordiente crítico para mejor ocasión; algunas excepciones ha habido a la hora de analizar el tema, subrayando lo que las medidas que se ha tomado, y que han sido aceptadas sin chistar por el personal invitados a ello por los medios: así me vienen a la cabeza los nombres de Giorgio Agamben, desbarres iniciales incluidos, o, a su modo, Byung-Chul Han…quienes junto a algunos otros han subrayado el sentido de las medidas adoptadas, los responsables de tales, mostrando posteriormente su extrañeza ante la obediencia del personal, y los temores, nada paranoicos, de que algunos de los modos y maneras hayan venido para quedarse (dictadura de los expertos, recorte de las libertades al por mayor, conversión de los propios ciudadanos en policías de las costumbres, en una sociedad panóptica generalizada, amén de las tendencias al aislamientos que la situación haya podido provocar); obviamente el coronavirus no es un invento, lo que no quita para poder mantener, sin rizar rizo alguno, que la enfermedad y el mantenimiento de la salud convertidos en justificación de medidas de excepción, hayan servido para los aludidos recortes, falta de respeto a la intimidad, limitaciones afectivas y otras, como en otros momentos fueron algunos atentados, o el temor a ellos, los que sirvieron para establecer medidas extraordinarias que muchas veces llegaron para quedarse. Naturalmente los motivos aducidos son propicios para ser aceptados debido al supuesto bien que prometen, y a los males que se han de evitar. ¡Todo sea por la salud! ¡Todo sea por la salvación del país! ¡de la democracia! ¡de la civilización amenazada!

 

 

Pues bien, acaba de publicarse una obra crítica, desde la izquierda, contracorriente, que tiene mucho jugo y que en vez de recurrir al exabrupto, presenta sólidos argumentos que desentonan con el karaoke dominante, nada que ver desde luego con el negacionismo, ni teoría conspiratoria alguna; «Covid-19. La respuesta autoritaria y la estrategia del miedo», publicada por Ediciones el Salmón, editorial de claros tientes libertarios, y que en sus palabras «nace a contracorriente de los relatos oficiales sobre el progreso y el desarrollo tecnológico, y ofrece ensayos críticos sobre el papel de la tecnología en la sociedad, las repercusiones de la cultura industrial tanto en los seres humanos como en la biosfera, así como obras que denuncian cualquier tipo de autoritarismo que se presente como una solución a la crisis permanente que supone el modo de vida capitalista»; en lo que alcanzo, doy fe. Los autores son Paz Francés, profesora universitaria de Derecho, José R. Loayassa, médico de familia, y Ariel Petruccelli, historiador y profesor universitario, que cuentan con la colaboración de Federico Mare, Alexis Capiobanco, Alberto Pardos Cañardo, Juan Simó Miñana, Adrià M., Iñaki Moreno Sueskun y Roberto Colino Martínez.

 

Más de cuatrocientas páginas en las que se cruzan la información histórica, el desarrollo del virus y las medidas que han ido adoptando los gobiernos y las instancias internacionales, los datos y precisiones médicas sobre este y otros virus, las diferencias entre epidemia, sindemia y pandemia, referencias también a las enfermedades propiamente humanas y las compartidas con los animales, o las contagiadas por éstos, zoonosis, etc., sin olvidar, obviamente, la visión política, por los pagos del libertarismo, no del libertarianismo a lo Nozick, con sus críticas abiertas y con claros dardos arrojados ante el sorprendente silencio generalizado de la izquierda.

 

La obra se abre con un repaso histórico de Federico Mare, que mira hacia atrás, analizando diferentes pandemias y epidemias que ha sufrido la humanidad; el autor va intercalando a las épocas estudiadas, las respuestas que se dieron y las cifras de contagiados y muertos; también asoman ciertos rasgos que, de un modo u otro, han acompañado a los humanos en momentos de catástrofe: la búsqueda de explicaciones y responsabilidades de índole religiosa (castigo de dios), las soluciones milagrosas propuestas por los sanadores de diferente pelaje, y las medidas adoptadas a la hora de frenar la extensión de los contagios.

 

De las informaciones exhaustivas expuestas por el ensayista, se puede sacar inevitablemente que, los números cantan, la desproporción salta a la vista entre la gravedad de anteriores casos epidémicos, y el actual y las medidas adoptadas en los diferentes casos; con respecto a las medidas se pasa repaso a algunas de las medidas actuales que permanecen firmes desde los tiempos del medievo: aislamiento, cuarentena, cordón sanitario, el stay-at-home o “quédate en casa” o autoconfinamiento, distanciamiento social . La mirada histórica, después de lo dicho no puede, ni debe, tomarse como un consuelo que dijese: cualquier tiempo pasado fue peor, ni por un afán erudito, sino para extraer lecciones y establecer comparaciones. Con respecto a la Historia, sí que el autor incide en el carácter selectivo que suele brillar a la hora de retratar diferentes épocas, poniendo el acento y seleccionado algunos hechos frente a otros.

 

El repaso es amplio y se centra fundamentalmente en Grecia y Roma para luego avanzar por la Edad Media, la peste negra, la bubónica, la llamada peste española, ampliando la mirada hasta la actualidad, subrayando que nunca como en el caso actual se ha buscado con tanta ansia la búsqueda de las vacunas salvíficas, e incidiendo en «el carácter privado de las empresas privadas oligopólicas regidas por la lógica capitalista de la maximación de ganancias y no por una ética de solidaridad social y salud pública». Concluye el repaso con la constatación de que nunca en la historia se tomaron tantas medidas juntas, a una escala tan grande, durante tanto tiempo y de una manera tan drástica[…]. Jamás se dieron todas las medidas a la vez[lo que no] guarda proporción alguna con las proporciones epidemiológicas que se pretende conjurar, cumpliéndose aquella paradoja de que, en ocasiones, el remedio puede ser peor que la enfermedad», reiterando el autor que la actual pandemia no es para nada de las peores de la historia, aunque la reacción ha sido como si lo fuera.

 

A este clarificador inicio, le siguen doce capítulos de los que obviamente no intentaré dar cuenta del cúmulo de informaciones, datos y cifras que ponen encima de la mesa, conformándome en indicar lo tratado en cada uno de ellos: así los dos capítulos siguientes (II y III) abordan las características de este nuevo virus y las olas de transmisión en las diferentes zonas del planeta. En el V y el VI, se analizan las medidas adoptadas por los gobiernos, aconsejados por algunos expertos sanitarios, evaluándolas y poniendo el acento en lo impulsivo de las tomas de decisiones; destacando desde el punto de vista científico la ineficacia de algunas de las medidas puestas en vigor sin obviar el ambiente de intimidación, creado por la imposición pura y dura, destacando tal tendencia en el caso de los sanitarios que no estaban de acuerdo a marginarlos y no escuchar sus argumentos. El siguiente, el VII, se analizan los mecanismos puestos en marcha para crear el clima de temor, como caldo de cultivo para justificar todo tipo de medidas. En los tres que siguen se muestran las diferencias en el desarrollo de la enfermedad, según zonas geográficas, y las franjas de la población más afectada (mujeres, ancianos, jóvenes y niños; la cuestión de género también es estudiada subrayando el silencio de las críticas desde el feminismo (IX); todo ello en una atmósfera que ha alcanzado los límites de un estado de excepción (X). Alexis Capoblanco se centra en las consecuencias que para la educación han tenido las medidas adoptadas (XI); en el XII, Alberto Pardos pone el acento en la necesidad de una concepción de la sanidad con participación comunitaria, contra la aplicada verticalidad aplicada. El capítulo XIII, trata de explicar las razones de porqué se ha dado una respuestas tan exageradas, si una justificación científica seria, y con el recurso a un discurso simplista y simplificador. El ultimo capítulo (XIV) hace hincapié en las alternativas a la gestión autoritaria y neoliberal de la pandemia.

 

Sin lugar a dudas, las metáforas guerreras aparecieron desde el mismo momento de que se anunciase la pandemia, completada con la presencia de militares, de diferentes uniformes y colores, dando el parte en las ruedas de prensa. Á la guerre comme à la guerre, y todas las medidas que se han ido sucediendo han ido marcadas por visiones catastrofistas, hasta lo apocalíptico, y medidas cuyo asola mención recuerdan el vocabulario bélico, y la creación de un ambiente de temor y temblor, que llevan a olvidar los argumentos, las explicaciones y razones, para dejarse llevar por el miedo, lo que no cabe duda de que es mal camino en la medida en que éste es muy mal consejero, y que bajo su imperio la capacidad de imponer medidas realmente autoritarias y desmedidas, deja las puertas abiertas a cualquier decisión. Las lecciones que se van extrayendo a lo largo de la lectura, amén de la desproporción entre el mal a combatir y las medidas adoptadas, algunas de ellas mostrándose ineficaces por cierto, dejan ver la implantación de algunos sistemas, digitales, que interesan al capital al promover un teletrabajo, con el aislamiento que supone, que hace que la casa se convierte en lugar de trabajo, del mismo modo que el uso de tales dispositivos hace que se creen grandes desigualdades entre los posibles usuarios: así en el campo de la educación, con la distancias y el uso de tablets, se ha visto el desfase señalado. La peor parte, por otra parte ha recaído sobre los precarizados, sin olvidar las numerosas rupturas de contratos, y frente a los discursos demagógicos, los autores del libro aclaran que los intereses económicos, generales, no han de ser confundidos con los del gran capital. Si la propiedad es el robo que decía el otro, lo que sí que queda claro en la actual situación es que tantos las empresas farmacéuticas como las redes con su extensión y potencia, Twiter y Facebook pertenecen a manos privadas. Y la llamada a no callar la verdad, a debatir, a promover la sanidad pública, a buscar otros sistemas de atención para los ancianos, comprobada la nefasta experiencia de las residencias…y en los tiempos de la posverdad, «el shock pandémico ha inmovilizado a las sociedades y aturdido a los individuos. Aprovechándose de esa conmoción, las corporaciones capitalistas y las autoridades políticas que les sirven (con entusiasmo consciente o con ignorante ingenuidad) aceleran las privatización de la vida, la desconexión corporal de los sujetos, la cultura individualista, la mercantilización de la sociedad, la tendencia a ver al otro como una amenaza…»

 

Y aunque amarga la verdad, los autores de la obra no se la guardan para ellos, sino la plantean al ágora para su debate, como señal de alarma ante los ensayos generales en marcha, con datos, cifras y con figuras, tablas comparativas…En fin, un libro incómodo para quienes piensen que viven en el mejor de los mundos, dirigidos por los mejores gestores del ídem.

 

¡ A callar !

 

«No estoy de acuerdo con lo que dices, pero defenderé con mi vida tu derecho a expresarlo»

 

                                               Voltaire.

 

«Si la libertad significa algo, es el derecho a decirle a la gente lo que no quiere oír».

 

                                            George Orwell.

 

 

 

Recuerdo un político bocazas de ese país llamado España que decía aquello, que la historia ya había practicado desde hacía tiempo, de que el que se mueva no sale en la foto.

 

Algo de esto parece que se ha dado con respecto al libro que presento, y lo que te rondaré… y que los dioses de la libertad me hagan equivocarme. Yn par de ejemplos pueden bastar para ver cómo no es fácil avanzar contracorriente, ya que el sentido común, el más común de los sentidos difundido por tierra, mar y aire, no tiene capacidad, ni voluntad, de escuchar algo que no se parezca al sumiso y genuflexo aplauso.

 

1) Los autores del libro habían propuesto a El Salto Diario la publicación de un artículo en el que se resumirían las tesis defendidas en la obra; el inicial acuerdo, se truncó cuando un día antes de su prevista publicación, la dirección de la publicación decidió no publicarlo. Resulta curiosos, por decirlo así, que la decisión fue de ultimísima hora, ya que el artículo vio la luz en la web de la publicación, como artículo de opinión que fue publicado sin la firma de sus autores. El rechazo de El Salto Diario fue argumentado de esta manera:

 

1. El contenido del artículo no es compatible con la postura de El Salto.

 

2. Se mezcla análisis científico y opiniones políticas, siendo un formato incompatible con el del medio.

 

3. Se podría herir la sensibilidad de miles de personas que han perdido a seres queridos.

 

4. El artículo contendría «afirmaciones falsas».

 

2) Otra de las zancadillas padecidas por el libro y sus autores vino de la mano de la Fira Literal que suspendió la programada presentación de la obra, horas antes de que esta se celebrase. He aquí el comunicado de los editores:

 

¿CENSURA EN LA FIRA LITERAL?

 

Literal cancela la presentación de COVID-19. LA RESPUESTA AUTORITARIA Y LA ESTRATEGIA DEL MIEDO a menos de 24 horas de celebrarse. La noticia nos ha sido comunicada por teléfono a los editores a las 21:00 del viernes 21 de mayo.

 

La primera explicación que se nos da, entre múltiples disculpas, es que, habida cuenta de las dificultades y trabas puestas por las autoridades para la celebración de esta edición de la Fira, temen que la presentación de un libro crítico con la gestión del coronavirus pueda ser utilizada en su contra para futuras ediciones. Cuando les preguntamos, estupefactos, si es que «el festival de libros e ideas radicales» teme hipotéticos problemas futuros (?) por un coloquio de media hora sobre un libro, se nos brinda un segundo argumento: los organizadores de la Fira Literal no estarían de acuerdo con el contenido de la obra.

 

Pero el origen de la decisión era otro, y apenas cuarenta y cinco minutos después lo hacían público: «Avisados por diversos periodistas y miembros de la comunidad médica, hemos procedido a anular una de las presentaciones de libros para mañana. La situación es muy grave como para alimentar discursos ambiguos sobre la pandemia de la Covid-19».

 

Dejando a un lado la bajeza y cutrez de improvisar burdas excusas, así como el nulo margen de acción (el editor en el tren, y el médico José R. Loayssa, coautor del libro y ponente del acto, ya en Barcelona), resulta extremadamente grave que se impida el coloquio cuando es evidente que los organizadores de la Fira Literal renuncien a formarse un criterio propio leyendo ellos mismos el libro. ¿De verdad se veta este acto en base al «aviso» de médicos y periodistas?

 

¿Por qué opta Literal por el boicot y la censura, en lugar de alentar un debate con esos médicos y periodistas? ¿Quiénes son estos médicos y periodistas? ¿Se atreverán a dar la cara? ¿Qué puntos del libro consideran ellos, o Literal, que son «ambiguos», y por qué? ¿La situación es tan grave como para impedir incluso el libre debate de ideas sobre la gestión política y sanitaria de la pandemia de la covid-19? ¿Tanto miedo tiene Literal de los libros y de las ideas radicales?

 

Ediciones El Salmón,

 

madrugada del 21 de mayo de 2021

 

Algo parecido le sucedió al filósofo italiano Giorgio Agamben, una de las pocas voces críticas con las autoridades por su gestión de la pandemia, quien tras haber recibido el encargo del vespertino Le Monde de escribir un artículo sobre la cuestión, luego rechazaron su publicación.


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