BREVE RESEÑA BIOGRÁFICA DE DON
SECUNDINO DELGADO
"En vano buscará el español una mordaza para nuestras bocas
y
una losa para nuestros corazones".
EDUARDO PEDRO GARCÍA RODRÍGUEZ
Secundino Delgado
Rodríguez, nace en la calle San
Lucas, Añazu (Santa Cruz de Tenerife) en
Chinech (Tenerife) Archipiélago Canario, en 1871, hijo del herrero Nicolás
Delgado del Castillo y de María Rodríguez Hernández, fue amante esposo y padre
ejemplar, obrero industrial, tabaquero, periodista escritor y político anarquista-independentista.
Cuando comienzan a surgir en Tenerife las primeras organizaciones obreras y asociaciones de trabajadores, a pesar de que poco a poco se irían politizando, la función de estas primeras asociaciones era fundamentalmente asistencial y benéfica, también ocuparán un lugar importante el interés por la formación y educación de los trabajadores, en un contexto donde la inmensa mayoría de la población colonizada era analfabeta.
Una de las tantas crisis económicas provocadas por el monocultivo impuesto desde la metrópoli, en esta ocasión la crisis de la cochinilla provoca que una gran parte de la población canaria se vea obligada una vez más a emigrar hacia América, siendo los puntos preferentes de destino Cuba y Venezuela. Así Secundino Delgado, como muchos canarios, emigra a Cuba en 1885, buscando mejores condiciones de vida, que como a tantos canarios les era negada en su propio país, consecuencia del colonialismo y su sistema caciquil imperante.
Desde los inicios
del siglo XX, canarios residentes en América que captaban la opresión caciquil
del sistema social colonial imperante en estas Islas, pensaban la viabilidad de
un Estado canario independiente de España, al igual que los, por aquellos
momentos, emancipados de Cuba, Puerto Rico o Filipinas.
En Cuba colabora
con los “rebeldes” independentistas en la guerra contra el ejército español de
ocupación, y donde pronto será un "elemento peligroso", para los
servicios de información del ejército colonial. Acusado de coparticipar en un
atentado con explosivos en el edificio del Palacio del Gobierno en La Habana,
ha de salir de Cuba y regresar a Tenerife, su isla natal, a principios de mayo
de 1896.
Secundino Delgado
luchó toda su vida, a través de los ideales del progresismo y de la independencia
nacional que adquirió en Cuba, por su pueblo canario con el objeto de que
despertara de aquel largo letargo de injusticias que le obligaban a emigrar o a
malvivir en una sociedad injusta y clasista.
De su peregrinar
por América, el boletín anarquista Sol Negro, en 2006 nos ofrece unas
interesantes anotaciones las cuales reproducimos para una mayor inteligencia
del lector:
“Este impenitente
lector de escritores anarquistas tendrá en El Esclavo la primera publicación en
la que participa, junto a emigrados cubanos, en Tampa (Florida, USA) y cuyo
contenido era netamente obrerista y anarquista, a decir de Federica Montseny
(Breve historia del Movimiento Anarquista en Estados Unidos de América del
Norte. Cultura Obrera, s.f.) y del historiador canario Manuel de Paz Sánchez
(Secundino Delgado y la emancipación cubana. El Pirácrata, 2001). El Esclavo,
ante el proceso por la independencia de Cuba, señaló claramente cuál era su
posición:
“Destruyamos, pues,
al tirano gobierno español, pero no pongamos otro en su lugar que nos va
suceder igual; tomemos posesión de toda la riqueza y organicémonos bajo la base
de la libertad y de la igualdad y seremos relativamente felices, sin burgueses
ni proletarios, sin amos ni esclavos, pues todos seremos libres productores”.
Igual que hicieran
otros anarquistas, ya en el interior de Cuba —isla a la que Secundino había
emigrado siendo muy joven, huyendo de la miseria en la que el pueblo vivía en
Canarias tras finalizar el ciclo económico de la cochinilla y posiblemente también
para eludir el servicio militar— se implica en la lucha contra la ocupación
española de la isla caribeña, tras regresar de EE.UU. En 1896 fue despedido de
una empresa de guaguas, en la que trabajaba como herrero, al descubrir que
Secundino tenía un pujavante (una especie de espátula alargada y plana para
rebajar el casco de la caballería y poder asentar correctamente la herradura)
en el que tenía el lema “Mueran los burgueses, viva la anarquía”. Tras una
breve estancia en Canarias junto a su familia (se había casado en Nueva York
con una norteamericana, con quien tuvo dos hijos), se estableció posteriormente
en Venezuela, lugar en el que había ya una notable colonia de emigrados
canarios. Allí, junto a Brito Lorenzo y Guerra Zerpa, funda El Guanche, primera
publicación que defiende la independencia de Canarias de España. A diferencia
de El Esclavo, El Guanche apuesta por el interclasismo, aunque Secundino
Delgado sigue rezumando obrerismo libertario en sus escritos. Así, en su
segundo número, bajo el título de “El Ideal”, entre otras cosas se expresa:
“Y tú, pueblo
trabajador, que, desde que naciste, gravaron los pícaros en tu frente tu deber,
habiéndose guardado en sus faldones el derecho que te corresponde, organízate,
forma círculos de artesanos, ponte en relación con los proletarios de todas
partes, instrúyete robando algunas horas al descanso y después que sepas cuál
es tu derecho y quién te lo robó, rebélate, que ese derecho te corresponde.
Tu emancipación y
el mejoramiento de tu Patria no lo esperes de esos sabios de librea que asisten
a las Cortes para hacer la venia al amo.
Es el mismo pueblo
el que debe moverse, protestar contra las exageradas contribuciones, los abusos
del caciquismo, las arbitrariedades de los exóticos gobernantes, etc.
Si las leyes de
aquella monarquía nos coaccionan, en Canarias, no debemos respetarlas, ya que
entorpecen el progreso y apagan la luz del pensamiento libre, no las respetemos
y, si es necesario, seamos hostiles”.
El Guanche no tuvo
excesiva trascendencia, dándosele más importancia en los tiempos recientes que
en el que fue editado. No obstante, a causa de su publicación, Secundino
Delgado sufrió prisión en Venezuela. Ante el peligro de la anexión inglesa de
Canarias, El Guanche decide cerrar su publicación. No es un cambio de potencia
dominadora lo que se quiere y, ante la coyuntura, prefiere unas Canarias
españolas.
Secundino se
establece durante 1900 en Canarias, junto a su mujer y sus hijos.
Profundizando en su
estrategia populista, tomando como trampolín la Asociación Obrera de Canarias,
decide formar un partido para presentarlo a las elecciones municipales. A decir
de Manuel Hernández (“Secundino Delgado. El padre del nacionalismo canario” en
La enciclopedia de canarios ilustres, CCCP, 2005), el Partido Popular fue la
concreción de las ideas que Secundino ya había expuesto en El Guanche, con sus
propuestas interclasistas, y por la influencia del Congreso sindical venezolano
de 1896. El PP sacó un concejal en Santa Cruz de Tenerife, de cuyas actividades
curiosamente nunca se ha hablado… Secundino, poco después, funda el periódico
¡Vacagüaré…! desde el que arropa la demanda de autonomía con la que se dirigía
el PP, dejando de lado los planteamientos independentistas, mientras continúa
haciendo guiños al obrerismo. Aunque se está haciendo esperar una edición
facsímil de ¡Vacagüaré…! podemos acceder la mayor parte de sus contenidos por
el trabajo de Manuel de Paz (“Nuevos documentos sobre Secundino Delgado”,
Revista del Oeste de África, nº 9).
La publicación de
¡Vacagüaré…! se verá interrumpida por el encarcelamiento de Secundino, a causa
de la intervención del General Weyler, quién había sido Capitán General en La
Habana. Llevado a Madrid, compartirá celda de la Prisión Modelo con el
anarquista Pedro Vallina ―amigo del famoso libertario Fermín Salvochea―, que lo
recordará en sus memorias dedicándole varias páginas (Memorias de un
revolucionario, Solidaridad Obrera, París, 1958). Salvochea se interesa también
por Secundino, consiguiendo mejoras en su presidio, llevándole comida y
moviéndose para divulgar su situación, buscando su excarcelación.
Se llevaron a cabo
gestiones para su liberación especialmente por el consulado de los Estados
Unidos, que representaba los intereses de Cuba en España dada su nacionalidad
cubana. No obstante fue internado en la Cárcel Modelo de la capital de España,
donde permaneció casi un año sin recibir el auto de procesamiento, motivo de la
detención, ni ser sometido a juicio.
Mientras está preso, Secundino publica varios cuentos en La Revista Blanca, la publicación anarquista que dirigían los padres de Federica Montseny y que, todavía en los tiempos de la II República la misma cabecera los reeditaba. Fue Salvochea el que avisa al canario Nicolás Estévanez, quién había sido capitán del ejército español en Cuba y había renunciado a esta condición en 1871 por la represión a los independentistas cubanos, y, posteriormente, Ministro de la Guerra durante la breve I República Española. Estévanez, un radical republicano federal, se había acercado al anarquismo, colaborando en algunas de sus propuestas, como la de la Escuela Moderna de Ferrer, para la que escribió un libro (Resumen de la Historia de España, Editorial Benchomo, 1999), y posteriormente se verá involucrado en el atentado que Mateo Morral (bibliotecario de la Escuela Moderna barcelonesa) realizó contra el rey Alfonso XIII en el día de su boda. El escándalo que se monta en Madrid, cuando es conocida la prisión de Secundino, obliga a su excarcelación. Será a los anarquistas de La Revista Blanca a los primeros que visite tras su liberación y los que le den dinero para que se las remedie.”
Estamos pues ante la presencia de un insólito canario que jugándose su bienestar y prosperidad, por sus ideales prefirió denunciar el mal que aquejaba a las islas y a los isleños, muy a sabiendas de lo que estaba arriesgando en semejante empresa.
Conociendo el
peligro de un enfrentamiento a la dura administración colonial española,
repetía frecuentemente " Qué importan los sacrificios si algún día llega a
alumbrar nuestra Patria el Sol de la libertad".Aquel grito que lanzaba
Secundino era apremiante y necesario, y que podía haber hallado eco en la
década de los años 30, si otras circunstancias políticas trasformadas en guerra
civil de los españoles no hubieran truncando aquel buen deseo ya
suficientemente arraigado entre los canarios. Desde los inicios del siglo XX,
canarios residentes en América que captaban la opresión caciquil del sistema
social imperante en estas Islas, pensaban la viabilidad de un Estado canario
independiente de España, al igual que los, por aquellos momentos, emancipados
de Cuba, Puerto Rico o Filipinas.
Fue el padre
indiscutible del nacionalismo canario (como en Cuba fue apóstol de su
independencia otro canario: José Martí Pérez, el “hijo de la Isleña”). Aquella
frase que se le acuña, “...todo por y para la libertad de los pueblos y de los
hombres”, es de aplicación en las Canarias del siglo XIX y principios del XX.
Aquel grito que lanzaba Secundino era apremiante y necesario, y que podía haber
hallado eco en la década de los años 30, si otras circunstancias políticas
trasformadas como queda dicho en guerra civil de los españoles no hubieran
truncando aquel buen deseo ya suficientemente arraigado entre los canarios.
El periódico La
Prensa de Tenerife, publicó en su número de fecha 28 de junio de 1936, una
magnífica de apología de carácter editorialista sobre Secundino y su ideal para
estas islas, cuyo artículo, que aparece sin firma pero reflejando una justa
semblanza de nuestro patricio, dice: " Secundido Delgado representó en
Tenerife, durante toda una época, el patriotismo más fervoroso y exaltado. No
había cuestión de interés para el país que él no recogiera, entregándose de
lleno a su defensa o repulsa según la índole que presentaba, sin medir en la
lucha la calidad e importancia del enemigo, ni el alcance de las propias
fuerzas. Todo por Canarias, todo por Tenerife, pudo ser el lema de su blasón,
de vivir las épocas heróicas de la caballería. Pero vivió Delgado en otros tiempos
mucho menos hidalgos, en los que su esforzado temple, aún por los que más le
admiraban y querían, se tachaba de "quijotismo" y sufrió
incomprensiones sin cuento y solo, enteramento solo, hubo de soportar, al cao,
las consecuencias de una ruda persecución. Con su generoso afán con su soberbio
fervor patriótico, llegó a América, al expatriarse, Secundino Delgado, y luchó
sin descanso hasta hasta la muerte. Como su permanencia en Canarias, al llegar
a Caracas, primer punto de su residencia en tierras de América, participó en
asambleas, mítines y reuniones de la colonia isleña; preogonó el entusiasmo de
sus ideales y fundó como portavoz de sus empeños, una revista quincenal
"El Guanche", en colaboración con otro canario, José Guerra, desde la
que dio el grito de independencia que habría de ser cifra de los fervores y
afanes de toda su vida. Violentas, rudas, implacables, fueron sus campañas
desde las columnas de "El Guanche", logrando en poco tiempo formar
una importante legión de adeptos a su idea; pero, cediendo a presiones del
Ministro de España en Caracas, el presidente de Venezuela, general Crespo, hubo
de decretar su expulsión del teritorio y Delgado hubo de marchar a Curazao,
donde prosiguió su cruzada generosa, con el mismo entusiasmo y el mismo ciego afán.
Más tarde hubo de regresar a Tenerife, y ya aquí, en el rescoldo de la hoguera,
se ocupó de avivar llamas dormidas, publicando en unión de Cabrera Díaz, Tomás
Morales y Díaz Carballo, su famoso "¡Vacaguaré!". Grito de rebeldía y
liberación guanche, que hizo suyo, como lema del empeño formidable a que
dedicara todos los anhelos de su vida. No logró la libertad del terruño adorado
y, en cambio, perdió la suya. Por orden del general Weyler, a la sazón ministro
de la Guerra, Secundino Delgdo fue detenido y encerrado en la Cárcel Modelo de
Madrid. Poco después murió y lo curioso es que su nombre, casi olvidado en
Tenerife, al que todo lo sacrificó, incluso su vida generosa, se recuerda con
cariño y admiración en América, y de modo especial en Venezuela, donde realizó
su más intensa y vibrante campaña, y en Cuba, donde todavía viven algunos
colaboradores de su formidable pero incomprendido empeño." (Blog, Nación
Canaria)
Este ilustre
canario, amante de su matria como nadie, nacionalista de pro, tenía claro que
había que acabar de una vez con las rencillas y discordias que gentes sin amor
por Canarias fomentaban en las Islas para provecho de sus intereses personales
y de dominio. En este ideal nos dejó escrito: "...despreciad con valor la
prensa venal y asalariada que fomenta la discordia entre las Islas, nuestra
Patria, con el fin de dividir al pueblo para que el lobo devore con paciencia y
gusto su víctima...La emancipación y el mejoramiento de esta Patria, no lo
esperemos de esos sabios de librea que asisten a las Cortes para hacer la venia
al amor....¡¡ Ah !!, el día que se nos caiga la venda, estas siete joyas
volverán a ser como el nombre que llevaban
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