POESÍA PURA
ILKA
OLIVA CORADO
Las
imágenes de guatemaltecos manifestando frente al Congreso de la República el
viernes por la noche y exigiendo la renuncia de los diputados traidores, se
deslizaban por los aires como versos de un poema de amor en velada de luna. Aquello fue un abstracto de una Guatemala de ensueño, lejana, irreal, inalcanzable que
entre la podredumbre lucha por reverdecer. Tan hermosos los versos de aquel
poema que fue como ver la tapisca del maicillo
en cerro árido a finales de octubre.
Ver
a personas de todas las edades y
escucharlas cantar en una fiesta
cívica, verlas mantenerse en pie,
escucharlas denunciar, sin capuchas, sin pañuelos, con sus rostros visibles,
con sus voces claras y fuertes, con la dignidad de los que no olvidan. Y no
moverse a pesar de la violencia de los antimotines. De la violencia de un
gobierno que los irrespeta todos los días.
Los
niños, como retoños de flores de las 10, embelleciendo la manifestación con su
frescura. Los adultos mayores, como el añejo rojizo de un atardecer color flor
de fuego visto desde los techos de lámina de Ciudad Peronia.
La
juventud, como las flores de chipilín en aguacero de agosto, eternamente bella.
Aquello fue un poema de amor que se transformaba en montañas, aldeas,
arrabales, en mártires salidos de la
historia del tiempo que se acercaban
emocionados a unirse a la manifestación, por una Guatemala soberana,
victoriosos sobre la desmemoria.
Las
manifestaciones del 15 de septiembre que
se dieron en todo el país, ojalá sean la
lumbre que encienda a los guatemaltecos en patrio ardimiento. En una hoguera de
dignidad que con la fuerza de la Memoria
Histórica se convierta en Revolución. Las utopías son realizables si
convertimos el pensamiento en acción
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