SOBRA DINERO EN
EL MUNDO
La economía
global ha creado dos realidades paralelas en la que los que tienen el dinero no
saben cómo sacarle rentabilidad mientras la llamada economía real languidece
por falta de inversión
Vivimos en una economía globalizada,
donde el capital es lo único que goza prácticamente de libre circulación, a
diferencia de las personas. De ahí que los problemas en países lejanos, hoy
llamados “emergentes”, tengan un impacto directo en Europa y viceversa. En este
sistema existen dos realidades paralelas, que tienen puntos de conexión, pero
que, hoy por hoy, viven de espaldas la una de la otra.
Por un lado, está el mundo del dinero.
Hay tanto capital acumulado en el planeta como nunca antes en la historia. Ante
la coyuntura actual –crisis en los emergentes, desaceleración en China, dudas
sobre la economía de Estados Unidos y Europa y unos tipos de interés casi a
cero–, el mundo del dinero se desespera porque apenas encuentra formas de
obtener la rentabilidad deseada. Por otro lado, está lo que se suele llamar “la
economía real”, que languidece por la falta de inversión y crédito para el
consumo, sobre todo en Europa.
Hace unos días me encontré en Madrid con
estos dos mundos. Antonio Pulido, director del departamento de Global Markets
Research del banco BBVA, hablaba de la enorme bolsa de liquidez en el mundo que
tiene que ser invertida. En los últimos tiempos, ese dinero logró emular el
milagro de la multiplicación de los peces y los panes gracias a los cada vez
más sofisticados y absurdos instrumentos de derivados que inflaron la burbuja
que estalló en 2008. Llevarse el dinero a Suramérica un día para retirarlo al
día siguiente, especular con divisas, era un juego relativamente fácil que
garantizaba rentabilidad. Ahora ya no tanto. “Es importante que este exceso de
liquidez no vaya al carry trade sino a la economía real”, advertía el analista
del BBVA.
Tres días después entrevisté a Yanis
Varoufakis, que ganó fama mundial como aguerrido ministro de Finanzas de Grecia
con su batalla contra Alemania y otros campeones de la política de austeridad
en Europa. El economista recordó que Alemania sufre hoy el nivel de inversión
más bajo desde la Segunda Guerra Mundial, a pesar de que los tipos de interés
están a cero. Asimismo, dijo que la inyección de liquidez que provee el Banco
Central Europeo solo sirve para estabilizar a los mercados financieros. Es
decir, que permite a los bancos contabilizar todo el dinero que dicen tener en
sus balances.
“El presidente del BCE Mario Draghi
tapó, de forma muy habilidosa, la crisis en los mercados de bonos, pero de esta
forma desplazó el problema a otras áreas como la inversión y la deflación”,
afirmó Varoufakis. En vez de comprar letras de los Estados, el BCE debería
comprar bonos del Banco Europeo de Inversiones para financiar un gran programa
coyuntural en Europa, dando créditos a proyectos reales como la energía verde.
Pulido, del BBVA, también habló de la
necesidad de “construir puentes” para canalizar todo este dinero a la economía
real. Para ello, sin embargo, habrá que recuperar la cultura del inversor
paciente y que asume riesgos, algo que parece haberse perdido en la más
reciente vorágine de los mercados.
Artículo publicado en El Heraldo (Colombia)
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