O CAMBIA LA POLÍTICA DE EMPLEO
O ADIÓS PENSIONES
VICENTE CLAVERO
¿Cuántos años
llevan oyendo hablar ustedes de que conviene hacerse lo antes posible un plan
de pensiones privado, porque el sistema público no aguanta más? Yo, muchos;
prácticamente desde que empecé mi vida laboral. Y sin embargo, tres décadas
largas después, la Seguridad Social sigue cumpliendo sus compromisos, aunque es
verdad que, de un tiempo a esta parte, tiene crecientes dificultades para
conseguirlo.
Lo que ingresa
por cuotas cada año le permite sufragar las doce mensualidades ordinarias, pero
no las pagas extras de julio y diciembre, ni las retenciones a cuenta del IRPF.
De ahí que el Gobierno haya tenido que recurrir sistemáticamente al Fondo de
Maniobra durante la última legislatura. A tal punto que, hoy, la llamada hucha
de las pensiones dispone de la mitad del dinero que tenía cuando Rajoy llegó a
la Moncloa.
La existencia
misma de esa hucha, que a finales de 2011 superaba los 60.000 millones de
euros, es la prueba irrefutable de que el sistema público de pensiones, en su
actual diseño, no sólo da para ir tirando, sino que permite incluso ahorrar.
Siempre y cuando, claro está, haya un número suficiente de cotizantes y el
empleo no sea de ínfima calidad, como lo es el que se viene creando desde hace
dos años en España.
Porque no nos
engañemos: el problema de la Seguridad Social no es de gastos, sino de
ingresos. De falta de ingresos, por ser más exactos. Y faltan ingresos porque
la tasa de paro sigue siendo muy alta, sí. Pero también porque, de forma
mayoritaria, quienes consiguen reincorporarse al mercado laboral cotizan menos,
debido a las bonificaciones empresariales y a que se les ofrecen contratos
breves, a tiempo parcial y con sueldos más bajos que antes.
Hay datos que
corroboran eso. En 2013, último año en que se destruyó empleo neto, la cotización
media mensual era de 490 euros. Desde entonces, el número de afiliados ha
crecido prácticamente en un millón. Sin embargo, por los nuevos trabajadores,
la Seguridad Social recauda sólo 384 euros; es decir, un 21,5% menos. Ni que
decir tiene que, si esa cifra fuera extensiva a todos los demás, el sistema
entraría en quiebra.
Por supuesto,
siempre cabría la posibilidad de pegarle un nuevo hachazo a las pensiones, que
es el recurso más socorrido cuando las cosas se ponen feas. Pero no me negarán
que se trataría de una iniquidad manifiesta, sobre todo en un país como éste,
donde un jubilado, por término medio, apenas cobra mil euros brutos al mes y
muchos de ellos ni siquiera llegan todavía al salario mínimo interprofesional.
El problema
estriba en que, aunque las dificultades por las que atraviesa el sistema
público de pensiones son una mala noticia para el conjunto de los españoles,
hay a quien le vienen muy bien. Me refiero, por supuesto, a los que tienen
montado un suculento negocio en torno a los planes privados. Un negocio que
puede ser tanto más rentable cuanto mayores sean las complicidades que
encuentren en el poder político.
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en Twitter: @vicente_clavero
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