POR EL MONTE LAS SARDINAS
DAVID TORRES
En
su última exhibición de perogrullismo, el presidente en funciones de presidente
ha dado con un hallazgo fraseológico digno de quitarle el puesto a Coco en
Barrio Sésamo: “Por las carreteras tienen que ir coches y de los aeropuertos
tienen que salir aviones, si no… es evidente que algún problema tenemos”.
Mariano podría estar refutando punto por punto la famosa canción infantil (“Por
el mar corren las liebres, por el monte las sardinas, tralará”) si no fuese
porque el estribillo coincide bastante con su programa político. Tampoco ha
sido muy hábil al evocar el aeropuerto de Castellón, magna obra de Fabra reconvertido
en cagadero de palomas, ni las hazañas automovilísticas de Carromero, Uriarte y
el resto de la brigada motorizada.
En
realidad, más que rotular lo obvio, Mariano estaba señalando las opciones de
salida a ese montón de españoles que todavía sobran en el territorio nacional
para que le cuadren las cuentas. Se le olvidaron los barcos, pero el transporte
marítimo ha perdido mucho fuelle desde aquellos tiempos en que los españoles
emigrábamos en masa a Argentina. La cual sigue siendo el destino turístico
favorito para los compatriotas que no ven otra salida que el destierro. Con más
de dos millones trescientos mil españoles en el extranjero, Mariano ya parece
Moisés guiando a su pueblo a la tierra prometida. Un éxito, se mire como se
mire. No se entiende que se oponga con tanta tozudez a la independencia de
Cataluña cuando, caso de producirse, ganaría de golpe más de siete millones de
emigrantes.
Aunque
la morriña es un sentimiento con denominación de origen, por razones de lejanía
los emigrantes, poco a poco, van dejando de serlo. Ya no es como en las
canciones de Juanito Valderrama, ya no son “muy españoles y mucho españoles”,
como le gusta recalcar a nuestro presidente automático. Debe de ser por eso que
una gran mayoría de emigrantes no pudo votar en las últimas elecciones,
mientras que otra inmensa minoría recibió las papeletas la semana pasada.
Con
la marcha que lleva el programa de pleno desempleo del gobierno popular, no
sería extraño que hasta el propio presidente en funciones tuviera que hacer las
maletas. Para quienes piensan que no encontraría trabajo, lo mismo que Ana Mato
(que ha ido engrosar las listas del paro a pesar de su instinto infalible para
encontrar deportivos de lujo como si fuesen trufas), no tienen más que leer
estas declaraciones de Trump cuando una periodista le preguntó por su equipo de
asesores en política exterior: “Sí, hay un equipo, bueno, no, no hay un equipo.
Pero voy a montar un equipo. Me he reunido con muchas más de tres personas y
formaré un equipo cuando llegue el momento. Yo hablo conmigo mismo, en primer
lugar, porque tengo un buen cerebro y he dicho un montón de cosas. Sé lo que
estoy haciendo y hablo con muchas personas y en el momento oportuno te diré
quiénes son esas personas. Pero mi principal asesor soy yo mismo y tengo, como
sabes, un buen instinto para estos asuntos”.
No
hay duda. El futuro será mariano o no será.
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