MI FAMILIA Y OBAMA
POR: SILVIO RODRÍGUEZ
"Se suele olvidar que este litigio
terrible empezó porque nuestros vecinos no soportaron que decidiéramos qué
hacer en nuestra propia casa. Estaban acostumbrados a que aquí se hiciera lo
que ellos querían".
En
estos días han llovido estampas, interpretaciones y hasta augurios sobre la
visita que empezará hoy el presidente de los Estados Unidos a Cuba. Entre ellas
estuvo el mensaje de Pánfilo y sus amigos que, por cierto, puse en Segunda
cita, dedicándoselo a los que deseaban desentrañar el carácter cubano. Pues
resulta que ayer me dijeron que el Sr. Obama había respondido varias preguntas
del célebre humorista. Aclaro que no creo que los asesores presidenciales lean
nuestro blog, pero es obvio que están bien informados.
Se
ha dicho mucho que el cubano es un pueblo hospitalario y generoso. Esto es
porque la mayoría somos más dados a confraternizar que a lo contrario. Yo creo
que es algo genético, que nuestra historia nos fue inoculando desde su
exterminio inicial, y luego con sus migraciones forzadas y/o voluntarias, con
sus luchas privadas y colectivas por la supervivencia, y con esa sustancia
moral que solemos llamar soberanía y que es, ni más ni menos, tener en cada
momento el mayor libre albedrío que nuestras capacidades nos permitan, sin
dejar de pujar siempre por más.
Algunas
reflexiones de especialistas se basan en interrogantes sobre las calidades de
las conversaciones entre dos gobiernos que han sido arquetipo de enfrentamiento
durante la segunda mitad del siglo XX y lo que va de este. A pesar de posturas
opuestas, se suele coincidir en que el futuro será según lo hablado. Yo, por
supuesto, comparto la curiosidad por ciertos detalles, aunque supongo los
matices. Pero si de algo estoy seguro es de que una cosa es lo que se dice,
incluso lo que se cree honestamente, y otra es lo que resulta. Sobran ejemplos
en la historia, lo mismo en el sentido de la seriedad que en el del desparpajo.
Por eso tiendo a decantarme por lo que me ha movido siempre, por lo que sueño
para mi país, que es dignidad, aún con las variantes que presuntamente
incorporarán la dialéctica y los astros o, dicho de otra forma, las causas y
los azares.
He
notado que se suele olvidar que este litigio terrible empezó porque nuestros
vecinos no soportaron que decidiéramos qué hacer en nuestra propia casa.
Estaban acostumbrados a que aquí se hiciera lo que ellos querían. Y haciendo
bien patente su disconformidad, no sólo nos negaron el habla sino que nos
hicieron la guerra.
Aquella
causa nos apartó violentamente de lo que hubiera sido nuestra vida de pueblo
aguerrido pero pacífico, mitad trabajador, mitad tarambana. Aquella causa nos
obligó a tomarlo todo con más drama que choteo, nos mostró y nos acercó como
nunca a las razones de la hormiga. Aunque debajo seguía bullendo aquella cosa
juguetona nuestra que a principios de los 80 llevó a un amigo a confesar lo
mucho que le gustaba nuestro “socialismo con pachanga”.
Quién
sabe si ha llegado el momento de intentar empatarnos con lo que no nos dejaron
ser, con lo que fuéramos de haber tenido un vecino más respetuoso y amable. Y
digo quién sabe porque obviamente no todo el futuro depende de nosotros y
porque, además, por más que fuera deseable ya no somos los mismos.
En
momentos así –sólo en momentos así– es concebible el deseo de prolongar la
existencia, digamos otro medio siglo, a ver qué pasa. Pero como esto no es
posible, pregunté a mi familia –a todos, sobre todo a los que no vivieron las
causas originarias del conflicto– qué le dirían o qué les inspiraba el ilustre
visitante de hoy. Y por eso concluyo este momentáneo soliloquio con lo dicho
por los que me respondieron, en el orden estricto que me fueron llegando y con
sus propias palabras.
Para
no irme a la cola, me tomo la licencia de empezar con mis propias palabras para
recibir a Barak Obama, las que termino con dos frases que siempre decía mi
padre, Dagoberto Rodríguez:
Bienvenidos
Ud. y su familia a Cuba, Sr. Presidente.
Nunca
es tarde si la dicha es buena.
A
mi que me quiten lo bailao.
Mi
hijo Silvio Liam
Buenos
días papa, sobre lo q me preguntas yo realmente no opino mucho sobre eso por q
no creo en las buenas intenciones ni de Obama ni de ninguno d estos señores,
pero si su interés en Cuba fuera ayudar al pueblo le diría q pasara por los barrios
más calientes d Oriente como por ejemplo algunas partes de Alcides Pino en
Holguín y viera las condiciones en que viven las personas y también q
preguntara por los salarios en Cuba, q escuche todo lo que quiere decirle la
gente incluyendo la oposición, q fuera a una marcha de las damas de blanco a
ver si ese día no le caen a golpes delante d el, pero sobre todo le diría que
no creyera en un gobierno q coje a los niños pa hacer actos de repudio afuera d
las casas de opositores y otras barbaridades que son demasiadas, pero realmente
papa yo no creo ni siquiera q Obama tenga q ver con las deciciones políticas y
el futuro de las relaciones entre Cuba y usa, dentro d poco ya no será
presidente y quién sabe quién venga detrás y lo que tiene en mente, para mí
esto es una pantalla para algo, quizás me equivoco como t digo yo ni opinó
sobre esto, un beso grande
Mi
esposa Niurka:
Tengo
sentimientos encontrados respecto a la visita de Obama.
Por
una parte deseo que las cosas mejoren porque deseo que la vida sea mejor para
la mayoría de los Cubanos y que en Cuba la mayoría viva mejor, y si la visita
trae consigo mejoras para la gente, pues bienvenida sea.
Pero
entonces aterrizo y no lo creo, entonces prefiero que ya pasen estos tres días
de visita de Obama y que vengan los Rollings.
Mi
nieto Diego:
Yo
le diría a Obama que tengo muchas ganas de ver a mi papá y por lo tanto que me
otorgue un visado que me permita ir a verlo cada vez que yo pueda. Y que nos
quite el bloqueo porque yo soy nadador y si Cuba pudiera tener un mayor
intercambio comercial con el resto del mundo, tuviéramos, los deportistas
cubanos, mejor acceso a implementos deportivos y otros materiales que ayudarían
a que estuvieran en mejor estado las instalaciones deportivas.
Mi
hija Violeta:
Si
yo tuviera la oportunidad de hablar con el presidente Obama le contaría que he
sido víctima de la incomunicación entre Cuba y Estados Unidos. Que he padecido en carne propia la hostilidad
de los gobiernos de su país contra Cuba. La separación de mi mamá cuando se fue
por el Mariel en el año 80 me ha marcado para toda la vida y, aunque esta fuera
su decisión, considero que en gran
medida ha sido responsable ambos gobiernos de las tantas familias
separadas. De haber habido una relación
armoniosa entre ambos países se hubiera impedido tanta distancia y tantos
años sin verse los cubanos de aquí y de
allá. Y sobre todo hubiera evitado tantos muertos en el estrecho de la Florida
y en la frontera mexicana. Le pediría a Obama que invalide la ley de pie
seco-pie mojado que, aunque favorece a
algunos cubanos para que alcancen su “sueño americano”, en la misma
media los lleva a perder la vida en el intento de alcanzar suelo
norteamericano. Además de que es muy injusta con el resto de latinoamericanos
que sin embargo, teniendo más necesidad de mejorar sus vidas que nosotros, no tienen el derecho de acogerse a esta ley.
En cambio mueren masacrados, desaparecidos, de sed y de hambre, mujeres, hombres y niños que en vez de alcanzar “una vida mejor”
logran una muerte certera. La verdad es
que a mí como cubana me da vergüenza:
nosotros sí, y ellos no. ¿Por qué? Obviamente esta ley no tiene otro motivo que el de incitar a los cubanos,
dándoles un aparente “privilegio” a que se jueguen la vida tratando de llegar a
Estados Unidos, para luego desacreditar con falsa estadística a nuestro
país. Yo le diría a Obama que nos quite
el bloqueo, que termine su mandato dejando al mundo convencido de que ese Nobel
de la Paz que le han otorgado lo tiene
bien merecido. Porque como dijera José Martí: “ El mal es accidental, solo el
bien es eterno”
Mi
sobrina Mariela:
Tío,
a priori, yo estoy a favor de las buenas relaciones de toda índole entre todos
los seres, naciones, etc., pero en este caso en particular lo que me pasa es
que de ellos desconfío, hasta que no se demuestre lo contrario. No lo puedo
evitar.
Cuando yo
vea cambios, como por ejemplo, que levanten el bloqueo, o que quiten la Base
Naval de Guantánamo, entonces podré seguramente
empezar a verlos de otra forma.
Mi
hijo Omar:
Señor
Obama: sé que a veces se le identifica a usted con El Poder sólo por el cargo
que representa. No sólo esa idea es falsa (El Poder, usted lo sabe bien, tiene
muchas raíces, y muchas están en la sombra), sino que usted mismo se ha visto
limitado e impedido en su propio país para emprender algunas políticas. Además,
se acerca el final de su mandato, y tendrá que pasar el relevo. Teniendo en
cuenta todo esto, y dado que su poder real es limitado pero aun así real y
efectivo, lo que le quiero decir respecto a Cuba son dos cosas.
No
soy ingenuo, sé que existen intereses dentro de Estados Unidos para reabrir las
relaciones con Cuba, y por lo tanto usted no ha estado solo, pero aun así le
reconozco la valentía política para haber dado el paso. Al fin y al cabo, sí
hay sectores en su país que siguen resistiéndose a cualquier cambio en la
política respecto a Cuba, y ha hecho usted una apuesta decidida y valiente. Las
posiciones maniqueístas, el “estás conmigo o estás contra mí” y otras falsas
dicotomías sólo han fomentado el desconocimiento mutuo. Ya basta de culpar al
otro y no asumir los propios errores. La mayoría de la gente, aquí y allá,
queremos acceso a la sanidad y a la educación de calidad, a internet y poder
ganarnos la vida.
Lo
otro que le quiero decir es que, aun conociendo sus límites, este camino no se
puede quedar a medias. Lo que espero de usted es que consiga que el retorno a
esa vieja política propia de la Guerra Fría tenga un alto coste político,
económico y social para los futuros representantes de su país. Que esto no
tenga marcha atrás. Que a los que vengan les cueste más regresar que seguir
para adelante. Eso me parece que es lo mejor para los dos pueblos, y lo mejor que
usted puede hacer. El simbolismo de unas fotos y unos titulares es importante,
pero lo es más que se ayude a mejorar la calidad de vida de la gente.
Mi
hija Malva:
Opino
y reconozco que la visita del presidente Omaba es un acontecimiento histórico;
pero sinceramente si su visita no hace mejorar la situación en Cuba, beneficiar
a los ciudadanos o no hace nada importante como levantar el bloqueo o quitar la
base de Guantánamo, no le veo sentido. Simplemente es un acontecimiento
simbólico que en mi caso me dará un receso en la escuela por dos días, pero
solo eso y nada más, así que honestamente me es indiferente.
Mi
suegra Mirta:
Hoy llega Obama a Cuba, estoy plenamente
convencida de que es un día que quedará marcado en la historia de Cuba pero no
tengo la certeza de cuál será la repercusión final de este viaje. Obama ha
dicho claramente que la visita servirá para promover cambios políticos en la
isla.
Pienso
y recuerdo. Los que como yo hemos tenido el privilegio de haber vivido y poder
rememorar todo lo sucedido desde aquel día en que nos despertamos en la mañana
con el grito de ¡Batista se fue! este día tiene sin dudas un significado
especial.
Pero
las sensaciones son encontradas, ¿siento que ha ganado Cuba? No puedo afirmar
ni lo uno ni lo otro, es cierto que muchas cosas han cambiado, algunas para
bien y otras para mal, es cierto que mucho hemos dejado a lo largo de estos
años. Recuerdo muchos momentos, las carencias, la beca, las incertidumbres, los
miedos desde adentro y desde afuera, las amenazas, años en estado permanente de
guerra psicológica, el encierro en la isla “rodeada de aguas por todas partes”,
los entrenamientos militares, el cordón de La Habana, la Crisis de Octubre y el
U-2 con el piloto yanki sobrevolando mi Instituto Pre-universitario, la
homofobia, las concentraciones en la Plaza de la Revolución, lo tranquila que
es La Habana si la comparamos con otras ciudades del continente, el privilegio
de tener una atención de salud adecuada, las posibilidades de estudios, la
libreta de abastecimiento, el pan nuestro de cada día, los apagones, la mochila
preparada durante muchos por si la familia tenía que evacuar la capital porque
nos atacaban, la pasta perla, la falta de desodorante, los kikos plásticos, la bicicleta…
¿se pueden borrar todos estos años con una visita de 2 días de Obama?
Definitivamente
mi sensación es ambivalente, siento júbilo y tristeza, certeza e incertidumbre,
siento seguridad y miedo.
Fuente:
http://segundacita.blogspot.com
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