“RAPTO DE LA
REALIDAD”
POR EDUARDO SANGUINETTI,
FILÓSOFO
“Toda la vida de las
sociedades donde rigen las condiciones modernas de producción se manifiesta
como una inmensa acumulación de espectáculos. Todo lo que antes se vivía
directamente, ahora se aleja en una representación”.
(Guy Debord)
Tomando
las palabras del visionario filósofo Guy Debord, debemos admitir, los que aún
no aceptamos el simulacro como forma de vida, que en este tiempo de cambios en
el relacionamiento, donde lo falaz se ha asimilado a la deconstrucción de la
cultura, los individuos se relacionan a través de las imágenes que se
construyen en las monopólicas corporaciones económico mediáticas de los medios
de comunicación y no de la experiencia viva, es la forma en que las comunidades
consumen un menú de chatarra degradada y aceptan una construcción artificial y
dirigida del sentido del mundo como si fuese nuestro medio natural.
El
espectáculo, como está planteado hoy, cumple en este sistema degradado, una
función equivalente a la que cumplía la religión en las civilizaciones de todos
los tiempos o el arte en la formación del capitalismo. Su lógica consiste, como
en el “porno”, hacer de la representación que muestra algo más real que la
experiencia vivida, más real que nuestras propias necesidades, reduciendo al
individuo a la condición de espectador en la política, la cultura, en el
acontecer del mundo… en la producción y el consumo, en la aceptación del estado
de cosas existente.
Las
noticias de esta sociedad del espectáculo, adelantadas en la década del 60, por
el movimiento de la Internacional Situacionista de Debord, no ha dejado de
declarar que las noticias que conforman una desinformación desordenada al
servicio de algunos intereses muy particulares, modifican la realidad y
desdibujan el sentido de la vida de los seres humanos.
Noticias
que construyen reputaciones inexistentes de recién llegados al nirvana del
botox, en la aldea global, galardonados en wikipedia y destruyendo sin piedad
trayectorias de hombres y mujeres notables.
Noticias
que ejecutan sumariamente a quienes se atreven a disentir con el programa
impuesto para los pueblos, esclavos del tercer milenio, con el capitalismo en
su cenit.
Paradójicamente,
hoy disponemos de más adelantos tecnológicos, han aumentado los niveles de
riqueza pero nuestras vidas se han precarizado hasta el punto de amenazar
derechos fundamentales, hoy inexistentes, por la presión ejercida por
tendencias asimiladas por los pueblos, anestesiados y espectadores de una
realidad maquillada.
Ante
la prisa del momento que no admite esfumados ni críticas, la opción sería la
construcción de culturas paralelas en los márgenes del sistema: crear una situación
en acto pleno de enfrentamiento y “doble poder”… construir la “obra de arte
total”, que habría de ser la transformación del sistema, la creación de
situaciones que incluyan a los que caminamos al borde del camino.
El
nuevo paradigma instalado por este sistema, donde los individuos, son
espectadores pasivos del acontecer de su vida, el principal cambio que ha
ocurrido en estos años fue “el rapto de la realidad.”… ¿les cabe alguna duda?
No
hablo de abstracciones teóricas, sino de instancias bien concretas, nos basta
asistir a la conformación de los últimos conflictos bélicos: la guerra como un
espectáculo construida en las sombras por guionistas, a quienes no conocemos,
pero sin duda, los hacedores de estas atrocidades corporacionistas de la venta de
armas, narcotráfico, petróleo, directores de cine, expertos en comunicaciones,
directores de medios y presidentes de democracias procedimentales. Enfrentado a
esta “realidad fabulada”, el espectador utiliza como arma de ‘liberación’ el
control remoto para hacer zapping y zambullirse en algún programa gourmet, de
moda o ver las últimas noticias fraguadas en sets de canales de tv… no puedo
dejar de admitir, que también Facebook y Twitter, hacen sentir al ciudadano
desprevenido que forma parte de la historia del mundo… cuando solo es un actor
de reparto.
Al
igual que existen noticias ripiosas fabuladas, estas devienen de
comportamientos ripiosos de publicistas, políticos y empresarios, que
garantizarán una mayor sonoridad con efectos especiales para un fantástico
final de fiesta de la libertad en nombre de cualquiera y ningún sentido.
Y,
como dijera hace un par de décadas en un Congreso de Arte y Comunicación en el
St. John’s College de la Universidad de Cambridge: “Todo es excusa para el
coito, vanidad y correr tras el viento”, frase que se ha visto cristalizada en
estos tiempos de cultura prostibularia.
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