LOS MUERTOS QUE
CAMINAN
POR JUAN JOSÉ COLOMER GRAU
Masas de refugiados se acercan a nuestras fronteras. Los
discursos humanitarios se mezclan con el discurso bélico. Los discursos humanitaristas se mezclan con
la construcción acelerada de vallas y alambradas. También se negocian las
cuotas, las expulsiones. Las masas de refugiados son en un primer momento
cifras a repartir. Se habla de invasión como se habla se tragedia. Goteo de
muertes que son en este lado de la frontera cifras. Cifra humana, cifra
monetaria. La cifra humana que más repercusión tiene es la del muerto. Al
muerto se le entierra y se le llora. Cifras de lágrimas. La cifra de la
tragedia. Los muertos no hablan y sus costes son limitados. Cifras de vivos que
amenazan con desestabilizar la cifra monetaria. La frontera es el dinero. El
dinero es la alambrada. Europa se ha puesto a sí misma en cuarentena contra los
refugiados, los inmigrantes, contra las cifras vivientes que caminan hacían la
alambrada, siempre adelante. Europa desea llorar a los muertos. Europa no
quiere acoger a los vivos. El discurso humanitario solo funciona con los
muertos. El discurso bélico busca contener a los vivos, esos que caminan, que
vienen hacia nosotros. La situación es de alarma. Pero hay dos alarmas. La
alarma vital del que viene y la alarma del miedo del que observa a los que
vienen. A este lado de la frontera la alarma que se impone es la del miedo. Las
masas de caminantes que se acercan solo traen problemas. No hay trabajo para
todos. NO hay trabajo ni siquiera para los de aquí.
No todo el trigo está limpio. Es el discurso de la xenofobia que
toma cuerpo en la alambrada. Las alambradas, las concertinas, son el esqueleto
de la xenofobia. Vienen hacia nosotros y no les hemos invitado. Pongamos
puertas al campo. La alarma que se da con el miedo se implementa con la zombificación
del refugiado y justifica la conciencia que se aferra a la alambrada. ¿Quién no
se defendería de un zombi? La zombificación tiene que ver con las masas. Masas
de refugiados. Antes de ser cifra los refugiados son masa, masas que caminan,
que huyen. Masas que apestan a este lado de la frontera. Frente a la masa aquí
nos erigimos como individuos. El individuo contra las masas, sin atisbos de
solidaridad, ya que la solidaridad está dirigida a los vivos y a los vivos se
les opone una valla. El individuo europeo solo se siente movido por el
humanitarismo televisado de los muertos.
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